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Clavados: Abuso sexual, encubrimiento, chantaje, impunidad…

En la Fiscalía General del Estado de Guanajuato hay una carpeta de investigación

Una clavadista mexicana denuncia que en febrero de 2021 fue violada en su propio domicilio por su compañero de vivienda, otro clavadista, también mexicano, con quien entrenaba en las instalaciones de la Comisión de Deporte del Estado de Guanajuato (Code), con el equipo que encabezan los entrenadores Francisco Rueda y su esposa, la medallista olímpica Laura Sánchez.

Clavados: Abuso sexual, encubrimiento, chantaje, impunidad…

Antes de presentar una denuncia de hechos ante la Fiscalía General del Estado de Guanajuato, la madre de la clavadista informó al entrenador sobre lo que su alumno le hizo a su hija. Sin embargo, Francisco Rueda no reportó lo ocurrido a las autoridades del Code.

La mujer también le reclamó en persona al agresor, quien se disculpó con ella por lo ocurrido.

En aras de no revictimizar a la deportista su nombre será omitido y se le identificará como la “clavadista denunciante”.

Asimismo, como existe una carpeta de investigación –y para no violar la presunción de inocencia–, tampoco se mencionará el nombre del deportista, se le citará como el “clavadista denunciado”.

La acusación por el probable delito de “por medio de la violencia imponer cópula” fue presentada 10 meses después de los hechos, el 1 de diciembre de 2021, y quedó asentada en la carpera de investigación número 128639/2021, cuya copia posee este semanario.

El presunto agresor fue citado a declarar, pero se reservó su derecho a hacerlo. Por falta de pruebas el Ministerio Público determinó el no ejercicio de la acción penal y el expediente fue enviado al archivo definitivo; pero como el delito no ha prescrito el caso puede ser reabierto.

En su declaración, la clavadista denunciante refirió que la noche del 14 de febrero de 2021 se encontraba en una casa de la colonia Pedregales del Gigante, en León, Guanajuato, donde vivía con su hermano, con otro deportista y con el clavadista denunciado.

Según su dicho, en las tres recámaras de la planta superior dormían ella, el deportista y el clavadista. Su hermano tenía una cama en un espacio al lado de la cocina, en la planta baja.

Ella reveló que como a las nueve de la noche del día 14 recibió un mensaje de WhatsApp del clavadista en el cual le preguntó si tenía pomada para el dolor muscular y si se la llevaba a su recámara. Ella accedió.

Después él le pidió que le ayudara a ponérsela en la espalda, lo cual ella hizo mientras él estaba de pie y le decía que se recostara con él en la cama. Ella no aceptó, pero sí se sentó en una de las orillas. Él cerró la puerta.

La clavadista narró que su compañero la jaló varias veces del hombro intentando acostarla. Ella no se dejaba, pero al mismo tiempo estaba mandándole mensajes a una amiga contándole lo que ocurría.

  • “Le conté que tenía miedo porque él era muy insistente”.

La amiga le dijo que no tenía que hacer nada si no quería, que se fuera a su cuarto y se encerrara. Así lo hizo, pero no cerró la puerta con seguro y se acostó en su cama.

Casi de inmediato entró el clavadista denunciado, se acostó a su lado y le aclaró que sólo estaría un rato ahí y luego se iría.

Ella seguía chateando en su teléfono. Sintió que él metió su mano debajo de su calzón, la tocó y luego introdujo sus dedos.

“¿A poco no vas a dejar tu teléfono? ¿A poco no te gusta?”, le preguntó. Ella le contestó que no.

Declaró que pensó en gritar a ver si su hermano la ayudaba, pero sólo pudo soltar el teléfono y entonces el sujeto le dijo: “Ya sabía que te iba a gustar”.

Con la autorización de la clavadista denunciante se reproduce de manera textual la declaración que está asentada en la carpeta de investigación. Declaró que entró en shock, su mente se desconectó cuando sintió el pene en su vagina.

Ella ya no traía puesta su pijama, pero no sabe cómo es que él se la quitó y recordó que él le decía: “Tranquila, estás bien”, “¿por qué respiras tan extraño?”, “estás bien buena”.

“No sé cuánto tiempo pasó mientras me penetraba, pero yo sólo podía pensar en que todo esto iba a terminar, así que no dije ni hice nada (…) Cuando dejó de penetrarme se vistió y se fue”, declaró.


También describió que en ese momento volvió a escribirle a su amiga para contarle lo que pasó y le pidió que no la juzgara ni pensara mal de ella. En los días subsecuentes, cada vez que lo veía, el clavadista le decía: “¿Verdad que estoy bien bueno, lo hago bien?”.

  • Ella le respondía que no. Esas palabras se las repitió hasta el hartazgo.

Como yo era menor de edad y seguía viviendo en la misma casa con él, no supe qué hacer ni a quién contarle; así que, como era el único al que le hablaba (porque no tenía una buena relación ni con su hermano ni con el otro deportista), seguí teniendo contacto con él, pero ya no de la misma manera.

Me enviaba mensajes en los que me decía: ‘Con una cogida se arregla todo’. Hasta que un día ya no me volvió a hablar”, quedó asentado en la carpeta de investigación.

Una segunda víctima

En entrevista con Proceso la clavadista denunciante explica que todo ese tiempo se tragó sus sentimientos y que, como no le había ido bien en una competencia estatal, estaba más preocupada porque su mamá no se la llevara de regreso a Guadalajara, de donde es originaria su familia.

Se sentía tan mal y agobiada por tener que convivir con su agresor, tanto en los entrenamientos como en su propia casa, “que comencé a embriagarme y a manejar borracha, y a hacer cosas que me hacían daño”, explica.

La primera persona con quien tuvo la fuerza para hablar sobre lo que le pasó fue otra compañera clavadista, que en ese entonces sólo tenía 13 años.

“Era la única en quien confiaba, y ella me dijo que hablara con otra chava del equipo –se trata de otra clavadista que también fue contactada para fines de este reportaje.

La identificaremos como la “clavadista 2”–, que en ese momento se juntaba mucho con él (clavadista denunciado), para (advertirle) que no le pasara lo mismo que a mí”. Sin embargo, no se atrevió a contarle nada.

En septiembre de 2021, la clavadista denunciante dejó de vivir en la misma casa que su agresor. Sólo entonces encontró valor para contarle a su novio lo que le pasó, pero lo hizo para que él hablara con la clavadista 2, pues es su hermana, y le advirtiera sobre la conducta del clavadista denunciado.

Ella narró en la denuncia de hechos que tenía tantos problemas con su mamá que ésta la llevó con un psicólogo, con quien comenzó a trabajar sus emociones.

Cuando recordé este suceso sentí asco, estaba muy molesta conmigo por permitir que me haya pasado. Con la terapia ya no quería ir al entrenamiento porque sentía asco, miedo”.

En otra sesión, a la cual acudió también su mamá, la señora le dijo al psicólogo que su hija “con todo mundo se pelea y con todos sale mal”; en otra cita con el terapeuta por fin la clavadista pudo contar lo que le pasó.

Ocultan el caso

El martes 30 de noviembre, un día antes de acudir a la Fiscalía para denunciar los hechos, la madre de la clavadista se presentó en la alberca del Macro Deportivo León 1 –que administra el Code de Guanajuato– para contarle entre lágrimas a Francisco Rueda lo que su alumno le hizo a su hija.

El entrenador públicamente siempre ha dicho que al clavadista denunciado lo quiere como si fuera su hijo. Con él –como su entrenador– compitió en los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, representando a República Dominicana.

Extorsión

Por su parte, la clavadista 2 intentó cambiarse al centro acuático que el Code tiene en la ciudad de Guanajuato. Aspiraba a seguir entrenando para obtener una beca que le permitiera estudiar en Estados Unidos, pero como Francisco Rueda es el jefe de clavados de todo el estado le prohibió al entrenador Daniel Islas que la recibiera.

En tanto, Laura Sánchez le dijo a la clavadista 2 que la condición para que le permitieran entrenar con Daniel Islas era que firmara un documento donde dijera que no tiene problemas con ningún compañero. “O sea, literalmente, Laura quería que firmara algo para aceptar que lo que dijo era mentira. No lo firmó”, revela la clavadista denunciante.

En cuestión de días, la clavadista denunciante se reunió con el director del Code Guanajuato, Marco Gaxiola Romo, a quien le contó lo que Laura Sánchez intentó hacer. “Ella no tiene el poder de hacer eso, no puede decidir eso y lo que hizo está mal”, le explicó el funcionario.

Gaxiola informó a la clavadista denunciante que, si quería entrenar en las instalaciones de Guanajuato, él le diría al entrenador Daniel Islas que la recibiera. Le ofreció las villas deportivas para que viviera ahí, pero al mismo tiempo le recomendó que mejor estuviera en una casa aparte para que, si así lo deseaba en algún momento, tuviera la libertad de hablar con la prensa y hacer público su caso.

“Me dijo: ‘Si en un momento dices: quiero hablar, quiero que todo salga a la luz, puedes hacerlo porque yo no te voy a pedir que no lo hagas. Estás en todo tu derecho’. Le dije que sí y pues aquí ando en Guanajuato entrenando con el apoyo de la institución desde febrero de 2022.”



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