buscar noticiasbuscar noticias

La muerte del desertor Lorenzo Pinal, 1836-1838

La vida del soldado del Batallón de Infantería Morelos, Lorenzo Pinal, se apagó al ser apuñalado en las inmediaciones de la Laguna del Toro y después de una dramática agonía en el rancho Santa Ana en la jurisdicción de Reynosa. Del presunto homicida poco se sabía, pues las autoridades de Matamoros no lo encontraron, por lo que regresaron al juzgado de Reynosa el proceso judicial con las diligencias practicadas

Cronista Municipal de Reynosa

Detalle de mapa antiguo donde se muestra el camino y los ranchos Santa Anna, El Capote y el cruce de Las Blancas.La muerte del desertor Lorenzo Pinal, 1836-1838

- Segunda parte de dos-

Habían pasado año y medio del homicidio, desde ese 22 de junio de 1836, cuando Jesús García de León apareció casualmente en Reynosa. El 19 de diciembre de 1837, el alcalde de la villa Serafín González ordenó al portero del juzgado de Reynosa, Domingo Cantú para que, con cuatro hombres prevenidos con las instrucciones necesarias, pasaran a aprehender a dicho sospechoso. El cargo de portero existía desde 1827, fue el primer empleo dentro del ayuntamiento que causó remuneración, pues era el encargado de darle el mantenimiento a la Casa Consistorial (Palacio Municipal), además de cuidar y alimentar a los reos que se encarcelaban en ese lugar. 

La aprehensión

Como a las 9:30 de la noche el portero se presentó en el juzgado con el reo. Ahí el alcalde constitucional pidió se le colocara una barra de grillos y se le pusiera en la Cárcel Pública. Todo esto para impedir su fuga y tomarle las declaraciones de esa causa.

El proceso continuó en la celda de detención hasta el día 22 de diciembre de 1837, donde Jesús García de León explicó que era originario de Monclova, Coahuila, tenía 20 años de edad, casado y era un comerciante de Matamoros. Cuando se le preguntó sobre el día 22 de junio de 1836, respondió que se la había pasado en el camino entre Matamoros y Reynosa, llegando a este último lugar en la tarde. Ahí durmió, cruzando en la mañana el río Bravo para el rancho El Capote, que en ese entonces todavía era parte de la jurisdicción de Reynosa. 

Expuso que solamente se había detenido en el Soliseño donde platicó con el sombrerero de ese lugar en su camino a Reynosa, no habiendo encontrado a nadie en el trayecto, a excepción de unos arrieros que no conocía. Explicó que había sesteado aislado por sí solo entre los Olmitos y Rancho Nuevo. 

El reo desconocía quién hubiese herido al soldado desertor. García de León había dormido en casa de doña Francisca Zamora, tía de su esposa. El día 23 de diciembre el alcalde Serafín Gómez pasó con los asistentes del Juzgado a la Cárcel Pública donde se encontraba el preso, tomándole de nuevo la declaración y confrontándole con las manifestaciones recabadas al testigo el año anterior; a las cuales el detenido refutaba toda acusación.

Para principios de enero de 1838, el proceso judicial pasó a manos de un tercer alcalde: Pedro José Muguerza. Éste hizo traer a los vecinos Manuel de la Fuente, Juan Reyna, Vicente Reyna, Nicolás Basaldúa y Francisca Zamora para que se les releyera sus declaraciones dadas un año y medio antes, en junio de 1836. Todos ratificaron y confirmaron sus declaraciones sobre los hechos. 

Juzgado de 1ª Instancia en el Puerto de Matamoros

Terminando las diligencias, el alcalde Muguerza envió el expediente judicial y al reo al Juzgado de 1ª Instancia en el Puerto de Matamoros para proseguir con el proceso ante el alcalde 3º, Juan Zenteno. En los primeros días del mes de abril, el reo Jesús García declaró que en el Soliseño había parado en la sombrerería del maestro Simón, cuyo apellido no lo recordaba. También en el Capote había hablado con su compadre Manuel Longoria. El dinero que traía provenía de su trabajo y de un préstamo de $12.00 pesos que le había hecho el alférez del regimiento de Cuautla, de apellido Zurita. 

Dijo había contado sobre ese viaje para comprar vacas gordas al extranjero Guillermo, quién vivía en la esquina de la plazuela, ahí en Matamoros. El reo aclaró que su caballo no era de color canelo, sino de color obscuro, el cual le pertenecía a su cuñado Ángel Bernal. El día en cuestión, explicó que su viaje hasta Reynosa lo había hecho por no haber paso por el cruce conocido como Las Blancas. Expuso que él no cargaba ni “belduque”.

Las Blancas se encontraba al poniente del actual Puente Internacional de Progreso y en una de las curvas que hace el río cerca de Santo Domingo, ahí pensaba cruzar al rancho El Capote (de Arriba). El expediente habla de dos lugares conocidos como El Capote, uno se encuentra en Tamaulipas, al oriente del Puente Internacional Los Indios, y el segundo debajo de la actual estructura del Puente Internacional Pharr-Reynosa en Texas. En este lugar García pensaba encontrar las reses gordas.

El extranjero Guillermo Lee dijo conocer al reo Jesús García de León alias el “Barato” y sabía que vendía quesos, huevos y pollos, probablemente los compraba en los ranchos durante sus viajes. Pero dijo que desconocía que el inculpado hubiese comprado reses. Cuando se presentó al extranjero ante el reo en un careo, el primero cambió su versión, diciendo que tal vez hubiese hecho dicho viaje a El Capote, pero no lo recordaba por el lapso del tiempo de los hechos. 

Francisco García Longoria fue nombrado como defensor del reo García, quien presentó a declarar a Manuel Longoria, originario de Camargo avecindado en el Capote y compadre del reo. Éste poco se acordó sobre el viaje de su compadre en junio de 1836. Dijo que había llegado a su casa “infinitas veces” pero nada recordaba sobre la visita y menos sobre el color del caballo. Mencionó que siempre cargaba dinero, pero no sabía lo que compraba. En otras ocasiones le había ofrecido venderle algunas reses, pero él no había querido comprarle en ese momento.  

El testigo del Soliseño, Simón García de oficio sombrerero de 68 años de edad, recordaba la estancia de Jesús García de León en su casa, pero no recordaba ninguno de los detalles que le preguntaban sobre la visita. El alférez Zurita y el dueño del caballo oscuro no llegaron a declarar.

El defensor, Francisco García Longoria, pidió al alcalde de Reynosa en repetidas ocasiones le enviara a la ciudad de Matamoros los testigos que habían declarado en esa villa en 1836, para evacuar diligencias judiciales pendientes. Debido a la tardanza en el proceso, el defensor pedía se pusiera al acusado en libertad bajo fianza. 

El 19 de julio de 1838 se presentó Francisca Zamora ante el Juez de Matamoros, Juan Zenteno, declarando que su sobrino había llegado a su casa en Reynosa el 22 de junio de 1836 como a la “hora de la oración” en un caballo prieto, vistiendo pantalón de brin y camisa de lienzo blanco y sombrero negro. García andaba en busca de quien le vendiera unas reses gordas. Al siguiente día, en el careo convino la tía y su sobrino que ella había obtenido la noticia sobre la riña en la Laguna del Toro, donde falleció el soldado Lorenzo Pinal, de una viejita de nombre Magdalena, quién vivía en Reynosa. Ese mismo día testificó Nicolás Basaldúa en Matamoros.

De nuevo en Reynosa

El 1º de septiembre de 1838, el juzgado de 1ª Instancia en Matamoros acordó remitir el proceso judicial y al reo García al juzgado de Reynosa para que los testigos que faltaban ratificaran sus testimonios.  

El 11 de septiembre de 1838, el alcalde Julián Guerra presentó ante el juzgado de Reynosa a los testigos Manuel de la Fuente, Vicente y Juan Reyna. Leyéndoles sus declaraciones de nuevo. María Magdalena Gómez declaró que nada le comunicó sobre la muerte del soldado a Francisca Zamora. Ella dijo que vio cuando llegó Jesús García de León a la casa de su tía.

Un día después, el reo nombró como su defensor a don Pedro Villarreal, residente del Rancho Cuevas de esta Jurisdicción de Reynosa, en lo que es actualmente Cd. Díaz Ordaz. Éste sería aceptado como de defensor del reo diez días después. En seis fojas, don Pedro presentó un magnífico cierre de la defensa, donde exponía múltiples fallas y dudas en las acusaciones hechas a su cliente. Pedía se liberara para que pudiese socorrer con su trabajo a su desafortunada familia.

El Lic. Agustín Escudero, quién asesoraba en el Juzgado de 1ª Instancia en Matamoros a finales de octubre, aclaró que el proceso judicial del delito no contaba con la precisión y claridad que el derecho exigía para darle una pena tan grave como era en ese caso. El Lic. expresaba que sin embargo “la semiplena prueba del citado testimonio unida a los adminículos o presunciones… exigían un castigo correccional.” Por lo que pedía fuera condenado a servir por un tiempo de seis años en una de las Compañías Permanentes de los Departamentos formados en esa época. El Lic. pedía se le diera al reo la libertad después de la sentencia.

El 30 de octubre de 1838, el alcalde Julián Guerra condenó en sentencia definitiva a Jesús García de León a seis años de servicio. Esto sería con la 2ª Compañía Permanente de este Departamento (del Norte). Para su cumplimiento se envió el decreto al comandante de dicha Compañía. Irónicamente, el reo venía a reponer las filas castrenses de las cuales el soldado Lorenzo Pinal había desertado, en esos tiempos estaba bajo el gobierno centralista encabezado por Antonio López de Santa Anna.

imagen-cuerpo

Sello destinado para las causas criminales con la firma del Lic. Agustín Escudero, 1838. AMR.



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD