La arrolla cafre, pero no la vida
Rocío Díaz Domínguez, madre de familia de dos niños era una ama de casa como cualquier otra. Hasta que un 8 de noviembre del 2009 cuando esperaba el transporte público con sus hijos y un conductor subió la banqueta y los atropelló.
Tras el accidente, Rocío decidió hacerle frente a la adversidad.
“Me vi en una situación muy difícil y no sabía qué hacer. Una vecina me enseñó a hacer galletas, tengo dos niños, uno de 9 y otro de 11 años, tengo cuatro años de hacerme cargo de mis hijos yo sola con mi mamá que me ayuda a cuidarlos”.
GIROINESPERADO...
Aunque todo parecía ir en su contra, la historia de Rocío, comienza a tener un gran giro.
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“En octubre del año pasado en la feria del empleo conocí a Cirina Herrera del Grupo Solidario de Discapacitados, ella me ayudó a seguir estudiando, ahorita estoy con la preparatoria”.
No fue sino hasta enero, que le dieron la buena noticia que había una oportunidad de trabajo.
“Estoy en área de producción de empaque, estoy en una computadora, somos cuatro en línea, se empaca y yo pongo códigos y otro compañero los pone en cajas. Es trabajo y estoy contenta porque era lo que necesitaba”.
De esta forma, Rocío puede sacar adelante a sus hijos y a su madre.
“Tengo siete meses trabajando. Me ha cambiado la vida por completo. Espero que muchas fábricas contraten personas con discapacidad
No por tener discapacidad no comemos o no tenemos hijos tenemos las mismas obligaciones que todas las personas digamos normales”.
Ahora, Rocío recibe una noticia que le dará estabilidad a su vida.
“Me dieron una vivienda, estoy muy contenta porque nunca pensé que esto podía darse. Ahora mis hijos podrán tener un hogar porque vivimos con mi mamá y estamos algo amontonados”.
Rocío asegura que agradece a la vida por una nueva oportunidad y sobre todo, a aquellas personas que a lo largo de este difícil camino, la han ayudado a salir adelante.