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Ilusión iraquí

Viven Yohan y Yousuf Zetuna odisea tras huir de Irak y pasar por Turquía y E.U., antes de llegar a México

Oaxaca, Oaxaca

Yohan y Yousuf Zetuna tienen en El “Pípila” Vilchis (centro) a un mentor y amigo, quien ya hasta conoce a sus padres.Ilusión iraquí

A Rodolfo “Pípila” Vilchis lo toman por sorpresa al avisarle que está listo el quirófano para su operación del tendón de Aquiles. Es casi el mediodía de un viernes y en las instalaciones del Estadio Tecnológico los Alebrijes Oaxaca recién culminaron el entrenamiento semanal. El “Pípila” -un jugador que destacó con el extinto Monarcas Morelia en la Primera División- llevó a su hijo de 7 años a la práctica y no halla compañeros más confiables para regresar a Luca a casa que los hermanos Zetuna, los dos iraquíes que juegan en el futbol mexicano. No es la primera vez que los Zetuna, Yousuf y Yohan, tienen este tipo de detalles. A cinco años de su llegada a la ciudad ya se acostumbraron a dar rides, a las tlayudas, a los tacos, a los albures y hasta a driblar uno que otro prejuicio. 

“Cuando les decimos a algunas personas que somos de Irak, pues lo primero que piensan es ‘ah, bombas’, ‘ah, terrorismo’. A nosotros no se nos hacía extraordinario, era parte de la vida, así crecimos”, cuenta Yohan, el menor de los hermanos. 

Yohan, de 20 años, es un defensa de férreo temperamento. Hace algunos años, harto de la falta de oportunidades en México, emigró a España para probar suerte en la Tercera División. Le disgustó el nivel. A su regreso, picó aún más piedra hasta debutar en el Guardianes 2020. Es tan intenso que en las prácticas se lleva por delante a quien sea, sin mirar apellidos, así se trate del propio delantero Yousuf, tal y como lo hacía en su infancia cuando jugaban en las calles de Tel Kaif, una población de poco más de 167 mil habitantes, ubicada al norte de Irak.

“Nos tocaron explosiones, que se rompieran las ventanas de la casa, pero nunca le pusimos atención a las cosas negativas. Siempre estábamos con el balón”, cuenta Yohan. Tenía apenas 3 años en el ya lejano 2003, cuando la coalición encabezada por Estados Unidos estaba por derrocar al dictador Saddam Hussein. 

“Nos cuidaba mucho la familia por las cosas que había en Irak: terrorismo, secuestro de niños, pero aparte de eso, tuvimos una muy bonita infancia”, reafirma Yousuf. 

SALE PEOR DEMOCRACIA QUE DICTADURA 

Yohan Zetuna debutó en el Guardianes 2020, contra Pumas Tabasco. Apenas en su segundo juego se desató el escándalo, cuando Alebrijes Oaxaca acusó de discriminación a un jugador del Atlante.

“Musulmán de mierda”, le habría dicho el delantero Ronaldo González. Al zaguero no le incomodó el comentario, quizá porque ni musulmán es.

Los Zetuna pertenecen a una de las minorías que profesa el catolicismo en Irak. Eso los obligó a huir en 2008, primero, a un campo de refugiados de la ONU en Turquía y, después, a Detroit, Michigan, en donde se encuentra la mayor comunidad de iraquíes caldeos en Estados Unidos. El grupo terrorista ISIS cazaba a todo aquello que no oliera al Islam. Pagar una cuota a los radicales era ya el menor de los problemas para los padres de Yousuf y Yohan. 

“Se acabó la dictadura y nos fue peor con la democracia, esa es la verdad”, reflexiona el tío Sabhan, un antiguo soldado en la Guerra del Golfo Pérsico y quien desde 1997 arribó a Oaxaca para trabajar en una compañía de construcción. Su amistad con la familia San Román (antigua propietaria del equipo) le valió el boleto para que sus sobrinos viajaran de Estados Unidos a México a una prueba con los Alebrijes, con las maletas llenas de promesas, pero carentes de garantías.

DIME QUÉ SE SIENTE JUGAR CON PÚBLICO 

Tres años pasaron antes de que los Zetuna debutaran como futbolistas profesionales.

Fue un auténtico calvario, entre que si eran menores de edad, que carecían de la visa de trabajo y un sinfín de obstáculos burocráticos. Yousuf aún recuerda aquella noche del 7 de septiembre de 2019 en un partido de Copa MX contra Toluca, cargada de adrenalina en gran medida por el público del Estadio Tecnológico.

Curiosamente, Yohan debutó el torneo pasado, ya con gradas vacías por la pandemia.

“A veces se me acerca y me pregunta qué se siente jugar con público”, revela Rodolfo Vilchis.

El “Pípila” es el de los chistes en el vestidor. No hay nadie como él para las novatadas. Alguna vez tiznó el rostro de Yohan a base de engaños.

Solo que cuando se trata de asuntos de cancha, no hay nadie más serio que él. Les exige disciplina y mucha talacha.

Los Zetuna, como buenos aprendices, tienen fama de ser los primeros en llegar al entrenamiento y los últimos en irse. No es mero cliché. Para un extranjero es doblemente difícil jugar en la Liga de Expansión, que redujo a cinco el límite de foráneos. Así que al final de la práctica, en el Tecnológico, es común verlos pelotear. 

Vilchis es su mentor hasta en los albures o al guiarlos en los placeres gastronómicos. 

“Me los lleve a comer un pozolito. Mariscos también, ¿verdad, mi amor?”, comenta el “Pípila”, entre risas, a Yohan. El defensa, por su parte, ya hasta recomienda el mejor sitio para comer tacos campechanos, ahí en San Felipe del Agua, a unas cuadras de su vivienda. “Me están poniendo al tiro”, dice el iraquí. 

MIL DRIBLES POR UN SUEÑO 

El debut como jugadores profesionales no les facilitó las cosas. Yousuf, desesperado por la falta de minutos, se fue a principios de 2020 a La Piedad. No tuvo tiempo ni para conocer la ciudad porque la pandemia paralizó el futbol. El torneo anterior jugó con Saltillo, de la Liga Premier (Tercera División), antes de regresar a Alebrijes. 

Yohan anda por las mismas: justo cuando se había ganado la titularidad, una inflamación en el bazo lo sacó de las canchas. Tienen más cosas en común que el vínculo sanguíneo: ninguno hizo pretemporada y ambos terminan contrato en mayo, en espera de renovar.

“Yo y mi hermano tenemos la misma hambre para trabajar y mejorar. Nunca nos rendimos, en los entrenamientos o en lo que sea, siempre damos todo lo que tenemos”, advierte Yousuf. 

La historia familiar de los Zetuna está repleta de planes alternos. De Irak al campo de refugiados en Turquía, luego a Estados Unidos y de ahí México. Del Medio Oriente a Occidente. No obstante, Yousuf y Yohan advierten que en el futbol no hay plan B. Total, si ya driblaron todos los prejuicios, qué más da alguno que otro defensa y uno que otro delantero en su sueño de llegar a la Primera División.

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Hace dos meses, en una práctica Yohan lastimó a Yousuf, quien se molestó. En la cancha no saben de parentescos.



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