´El Triángulo de la Tristeza`
Confeccionada como una parodia y crítica, pertinente y oportuna a la alta sociedad y a los influencers esclavizados por su fama, llega a las pantallas de las salas del circuito cultural de cines del país, como la Cineteca Nacional, Cineteca Nuevo León y Cineforo de la Universidad de Guadalajara, el ‘El Triángulo de la Tristeza’
Parodia y crítica a la alta sociedad.
Visualizada por su autor, el sueco Ruben Östlund como una pieza dividida en tres partes, hilvanadas por la presencia de Carl (Harris Dickinson) y Yaya (Charlbi Dean), esta reconocida pieza cinematográfica mezcla los chistes soeces, los gags de vodevil, el concurso de vómito y la lucha de poder para darle estructura a su esencia.
BUENA RECEPCIÓN
La película ha tenido buena recepción con la crítica, pues cuenta con la Palma de Oro en Cannes, cuatro European Awards y tres candidaturas al Óscar, a Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original.
“El Triángulo de la Tristeza”, cuyo productor ejecutivo es el mexicano Julio Chavezmontes, comienza con las audiciones de Carl y algunas diferencias que tiene con Yaya, para luego situarlos en un lujoso crucero a donde llegan por invitación y a condición de compartir sus experiencias en redes sociales.
TEMA INTERESANTE
Luego, el panorama se adentra a los opulentos millonarios que abordan el lugar y exhiben entre ellos sus carencias y fortalezas. Y también a la servidumbre, entre ellas Abigail (Dolly De León) y también en El Capitán (Woody Harrelson) del barco, quien navega entre su alcoholismo e indiferencia.
“Es una crítica, es una sátira, es una paradoja, es un todo. Creo que este filme no tiene etiquetas, porque no la puedes clasificar, tiene un poco de todo y te enseña que una historia bien contada no tiene que ser necesariamente de un género, y sí, puede tener varias capas, varias lecturas en cuanto a su estilo”, apunta el mexicano Julio Chavezmontes.
El ‘Triángulo de la Tristeza’ viene de una expresión de Suecia; lo mencionamos cuando tienes un semblante agobiado, preocupado, pero ya se está volviendo un mito, porque mucha gente lo esconde con bótox”. Ruben Östlund, director


