Familias despiden a 2 víctimas de masacre escolar en Texas
Ella le escribía notas a su familia, escondiéndolas para que las hallaran más tarde, y disfrutaba alimentar a los animales en la granja de la familia
UVALDE, Texas, EE.UU.
Ella le escribía notas a su familia, escondiéndolas para que las hallaran más tarde, y disfrutaba alimentar a los animales en la granja de la familia. A él le gustaba sentarse en la parte trasera del autobús escolar para conversar con otros niños.
El sábado, las familias realizan los funerales de Makenna Elrod y Rojelio Torres, ambos de 10 años, dos de los 19 niños que murieron en la masacre ocurrida en la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas, al igual que dos maestras.
Más de la sección
Makenna Lee Elrod
Su familia pidió en el obituario en el sitio web de la funeraria que las personas que asistan a la celebración de la vida de Makenna en la Primera Iglesia Bautista porten alguna prenda púrpura en honor a la niña. La familia la llamó "una luz para todos quienes la conocieron".
Makenna estaba llena de vida y amaba el softbol, la gimnasia, cantar y bailar, indicó la familia. Era integrante de la organización juvenil 4-H y disfrutaba ir a la granja de la familia con su padre.
La familia dice que su sonrisa iluminaba el lugar donde estuviese. La recordó además como una líder natural que amaba la escuela.
El diario New York Daily News reportó que Makenna les dio brazaletes de amistad a las personas más cercanas a ella.
"Ella era hermosa, simpática, inteligente e increíble", escribió una tía en una página en GoFundMe. "Tenía un enorme corazón y amaba a su familia y sus amigos".
Rojelio Fernandez Torres
Cada mañana, cuando subía al autobús de la escuela, pedía sentarse en la parte trasera porque es donde ocurren "las visitas", dijo la conductora a The Associated Press. Era "como un toro", gracioso y carismático, agregó. A Rojelio le gustaban las frituras Takis picantes.
En los días de escuela se levantaba a las 5:30 de la mañana, reportó el Wall Street Journal. Una tía dijo a KSAT TV, de San Antonio, que Rojelio era inteligente y muy trabajador.
En su obituario en el portal de la funeraria, la familia lo describió como un niño extrovertido y "siempre dispuesto a ayudar". A Rojelio le encantaba estar al aire libre, jugar Pokemon, futbol y videojuegos. "Siempre tenía una sonrisa".
"Era muy cariñoso", dijo otra tía al periódico The New York Times. "Amaba a sus hermanos".