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Tamaulipas, 2do. del país en fosas. Hallan 280 sepulturas clandestinas en 11 años

San Fernando encabeza la lista con 139 entierros y 175 cuerpos

El Mañana / Especial.- Tamaulipas, la entidad con más desaparecidos en México, es el segundo estado donde se han encontrado mayor cantidad de fosas clandestinas de 2006 a 2016. Las autoridades estatales reportaron 189 hallazgos de 280 fosas que contenían 336 cadáveres, de acuerdo a solicitudes de información respondidas por la Procuraduría General de Justicia. De las 3 ventanas solamente han sido identificado 18 cuerpos.

Tamaulipas, 2do. del país en fosas. Hallan 280 sepulturas clandestinas en 11 años

Dentro del mapeo publicado en Adondevanlosdesaparecidos.org destaca Xicoténcatl por el hallazgo de 49 cuerpos en 7 fosas. Además en el misma localidad se descubrieron 266 restos óseos calcinados en sitios de destrucción de cuerpos, que comúnmente son llamados ‘cocinas’. Otros municipios con sitios de estas características son: Llera de Canales, Victoria, San Carlos y Aldama.

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EL PAÍS DE LAS 2 MIL FOSAS

El 20 de febrero de 1943 la comunidad purépecha de Angahuan observó atónita cómo se abrió la tierra, expulsó humo negro de su interior y comenzó a parir al Paricutín, el volcán más joven del mundo. Más de 60 años después, ese mismo municipio michoacano, fue sitio de otro hallazgo: al cavar la tierra, la policía encontró seis hombres maniatados, semi desnudos, con los ojos vendados y la yugular cortada.

La primera fosa clandestina del año acababa de ser descubierta en ese boscoso paraje turístico, a sólo media hora de la próspera ciudad de Uruapan. Ocurrió después de que lugareños dijeron haber visto pasar una camioneta de lujo; al asomarse detectaron tierra removida. Angahuan volvió a honrar uno de los significados que dan a su nombre en purépecha: “En medio de la tierra”.

El hallazgo de estos cuerpos marcó el comienzo de la barbarie. Desde entonces, y mientras se desplegaba la “guerra contra las drogas”, a los asesinos ya no les ha bastado matar; ahora se esmeran en ocultar los cuerpos. Así es como las fosas clandestinas se multiplicaron. 

Una investigación iniciada hace año y medio por un equipo de periodistas independientes, y que a medio camino encontró respaldo financiero y editorial de Quinto Elemento Lab, revela que prácticamente en todo el país se han encontrado casi 2 mil fosas clandestinas entre 2006 y 2016, a un ritmo de vértigo: una fosa cada dos días, en uno de cada siete municipios de México.

Fueron, al menos, mil 978 entierros clandestinos en 24 estados del país. Esta cifra supera por mucho la información dada por el gobierno mexicano hasta hoy. 

Las fiscalías recuperaron de estos hoyos 2 mil 884 cuerpos, 324 cráneos, 217 osamentas, 799 restos óseos y miles de restos y fragmentos de huesos que corresponden a un número aún no determinado de individuos.

Del total de cuerpos y restos, en todos estos años, y de todas estas fosas, sólo mil 738 de las víctimas han sido identificadas, según documenta la investigación hecha a partir doscientas solicitudes de acceso a la información a las autoridades de cada uno de los 32 estados.

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LOS SITIOS DE LA MUERTE 

Esta investigación, que intenta dotar de ubicación y número a las fosas y a los restos hallados, arroja también pistas sobre sitios en disputa, métodos de desaparición por regiones o cambios de patrones.

Con la información obtenida que sirvió de sustento para el mapa es posible detectar sitios donde se acumulan capas de fosas. Entre estos destacan cinco en permanente disputa entre grupos criminales, y a veces Fuerzas Armadas, todos ellos de frontera, sea con el mar o con Estados Unidos. Los cinco puntos concentradores de fosas son: Ciudad Juárez, así como los puertos o corredores cercanos al mar: Ahome, Sinaloa; San Fernando, Tamaulipas; y los puertos de Acapulco y Veracruz.

También es posible distinguir que en el noroeste y la parte norte del Golfo de México se ha extendido la incineración como forma para deshacerse de los cadáveres de sus víctimas. Acaso quedan fragmentos. Esto ocurre en lugares como Veracruz, Coahuila, Tamaulipas, Coahuila o Nuevo León.

En esos sitios tanto familias buscadoras como autoridades siguen descubriendo terrenos con miles de fragmentos óseos, lo que dota de mayor dificultad las labores para su identificación.

Un lente para mirar el mapa de fosas derivado de esta investigación es la que propone la doctora argentina en Ciencia Política, Pilar Calveiro, autora de libros como ”Poder y Desaparición”: observar los momentos en los que matar y tirar los cadáveres en la calle dejó de ser castigo suficiente, en que comenzaron a sepultar cuerpos para desaparecerlos, y el momento en el que los asesinos dejaron de enterrar y optaron por métodos para disolver cuerpos.

“La tecnología usada para la desaparición dice mucho de los desaparecedores y del poder que los sustenta”, señala.

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TORRE DE BABEL FORENSE

Esta investigación también se topó con información fragmentada, muchas veces contradictoria, otras maquillada, así como la falta de homologación de registro entre fiscalías estatales, incluso para clasificar cuerpos, osamentas, restos, fragmentos y fosas.

Para llegar a los números alcanzados hubo que desentrañar la variedad de nombres que cada fiscalía da a cada sitio de levantamiento de cuerpos, según la complejidad.

Para la fiscalía de Veracruz, por ejemplo, un pozo con restos óseos calcinados es una fosa, pero también lo nombra como “centro de destrucción de cuerpos”. Mientras que Coahuila llama “sitios de inhumación clandestina” a los lugares donde se encontraron tambos usados para calcinar personas.

A la petición de número de fosas, Tamaulipas agregó en su respuesta el número de tambos metálicos que han encontrado con remanentes de restos óseos incinerados. Y a los 19 lugares donde fueron calcinados cadáveres, la fiscalía de Nuevo León las mencionó como “cocinas”, utilizando el argot de los grupos del crimen organizado. Aguascalientes, en tanto, respondió que desconoce el significado de la palabra fosa clandestina

El investigador del Colegio de México y maestro de la Universidad Iberoamericana, Jacobo Dayán, experto en crímenes de lesa humanidad, opina que investigaciones como esta “encuera la falta de Estado”.

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