buscar noticiasbuscar noticias

Nido vacío

Generalmente trato de no hablar de temas en los que no haya tenido una experiencia personal, por eso el tema de esta ocasión nunca lo había tocado, pero como dicen luego, “ya toca” (que no es lo mismo que “hoy toca”).

Nido vacío

Por diversos motivos, nuestros hijos prácticamente están ya fuera de casa. Cuando se fue el último, mi esposa y yo volteamos a vernos como diciendo “recórcholis, ¿y ahora qué hacemos?”.

En 32 años de matrimonio hemos sabido adaptarnos a los múltiples cambios que la vida nos ha planteado, siempre bajo la óptica de mi proyecto de vida que escribí algunos meses antes de casarme: “estoy a punto de formar una familia con una mujer con quien apenas empiezo, pero con quien espero recorrer de la mano una larga vida llena de amor y de ayuda mutua, porque se que ella valora como yo la fortuna de tener en quien confiar y en quien apoyarnos cuando la vida nos tiende una zancadilla”. Así que tranquilicé a mi esposa diciéndole que esta era una nueva situación a la que seguramente también nos sabríamos adaptar.

Por lo pronto, he empezado por seguir el consejo que a veces doy a los varones para mantener una buena relación de pareja: ejercitar la buena memoria, recordar constantemente la emoción que sentíamos cuando iniciaba el romance, el “hormigueo” en las tripas cuando la veíamos venir y el intenso batir de tambores en el corazón cuando nuestras manos se enlazaban.

A veces la rutina de los años nos hace que olvidemos esas cosas, pero si nos lo proponemos, en nosotros está el poder revivirlas, lo que nos ayudará a que, al verla a ella, no sólo veamos un cuerpo que ciertamente puede ser diferente al de aquellos años, sino que veamos aquel espíritu y aquel corazón por los que estuvimos dispuestos a luchar y a enfrentar tantas cosas con tal de obtener un “sí”.

Tener el nido vacío es también un buen momento para poner en práctica la gratitud. Esa mujer con la que ahora me siento sólo a la mesa, se la jugó por mí, habiendo seguramente tenido otras (y mejores) opciones. Esa mujer me apoyó y en innumerables ocasiones (aún hasta la fecha) ha estado dispuesta a pasar privaciones con tal de apoyar la economía de la familia. Si su cuerpo se vio modificado, fue por haber sido el medio para regalarme cuatro hijos que, para mi, han sido fuente de mis mayores alegrías. Si sus manos están maltratadas es por años de trabajo en casa, preparando el alimento, manteniendo limpio y confortable el hogar, arreglándome la ropa cada día para salir a trabajar, así que en nuestro nido, casi vacío ya de gente, ahora hay muchas oportunidades para tomar esas manos y, a través de una caricia, poder decirle “gracias por todo”.

Tener el nido vacío es buen momento para comprender la evolución del amor, que de naturaleza más física al principio, se puede transformar en compañerismo, en diálogo, en protegerse y ayudarse mutuamente, en comprenderse y facilitarse la vida el uno al otro, construyendo acuerdos que no aparecerán por arte de magia, sino que nacerán de la voluntad de seguir juntos (y felices).

Hay una frase que dice: “El amor no consiste solamente en mirarse el uno al otro, sino en mirar juntos en la misma dirección”. Ahora es buen momento para mirar en dirección de nuevos sueños y consolidar una relación que crezca en amor y compromiso emocional.

En mi mensaje de hace unas semanas compartía esta simpática definición del amor que daba un pequeño de seis años: “amor es cuando una mujer un poco vieja y un hombre un poco viejo son todavía amigos aunque se conocen muy bien el uno al otro”. Sí, es cierto, mi esposa y yo estamos ya “un poco viejos” (sólo un poco), pero creo que ni eso, ni el hecho de tener ahora el nido vacío serán impedimento para seguir siendo los mejores amigos y para seguir compartiendo ilusiones que, no por ser diferentes de las de hace años, deban ser menos motivantes e inspiradoras.

Así que Rossy, mi amor, dame tu mano y sigamos caminando juntos, porque esto no se acaba hasta que se acaba y a mi me parece que todavía nos quedan muchas cosas emocionantes por vivir. 

A todos mis amigos que se encuentran en mi misma situación (y a todos los que algún día lo estarán), les deseo una feliz etapa de “nido vacío”. Si lo deseamos y nos esforzamos, no tendría por qué ser de otra manera, ¿no creen? n

Mail: jesus_tarrega@yahoo.com.mx

Facebook: El Mensaje en la Botella




DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD