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María Casares, una vida de éxito, exilio y amor (no solo por Camus)

Las cartas entre el escritor y la actriz española complementan la autobiografía de la hija del político Santiago Casares Quiroga, en la que intentó rescatar la memoria familiar

En 2022 recordamos el centenario del nacimiento de la actriz María Casares, nacida el 21 de noviembre de 1922 en A Coruña, y con este motivo la editorial Renacimiento rescató de su catálogo su autobiografía, Residente privilegiada, escrita originalmente en francés y cuya primera edición en castellano se publicó en 1981 (Argos Vergara), un año después de la versión francesa.

Albert Camus (de pie) y María Casares (con vestido blanco), junto a Jean-Louis Barrault, Pierre Brasseur, Madeleine Renaud, Balthus y Arthur Honegger, en París en 1948.María Casares, una vida de éxito, exilio y amor (no solo por Camus)

AUTOBIOGRAFÍA

María Casares (en francés, Casarès) se decidió a escribir su autobiografía en los dos años posteriores al viaje a España que llevó a cabo en julio de 1976, 40 después de su partida.

  • El objetivo era ensayar el papel de la dominante Gorgo en El adefesio, un poema dramatizado de Rafael Alberti escrito en su exilio montevideano e inspirado en un caso real, el encierro de una joven en Rute. La aparición de la actriz en el escenario del teatro Reina Victoria de Madrid la noche del estreno (el 24 de septiembre de 1976) levantó al público de sus asientos.

Se la recibió con una ovación que duró dos minutos largos y que fue, al parecer, de una intensidad sobrecogedora. Todo el mundo vio en aquel estreno teatral donde iban de la mano, simbólicamente, dos exiliados —Alberti y Casares—, un gesto cargado de significación política que venía a poner paz a la larga guerra. Entonces se aspiraba a la reconciliación nacional. Y así lo confirmaban las más dispares presencias entre el público del estreno y el aplauso unánime y entusiasta que se tributó a la actriz.

María Casares había salido de España con 14 años, en noviembre de 1936, de la mano de su madre, Gloria Pérez Corrales.

Su padre, el político republicano y fiel azañista Santiago Casares Quiroga, ejercía la presidencia del Gobierno cuando se produjo la sublevación militar en julio de 1936 y su actitud política, antes y después de aquellos dramáticos momentos, ha sido siempre muy discutida por los historiadores. 

Murió en París en 1950 rodeado de silencio y aislamiento: su dimisión política el mismo 18 de julio lo acompañó hasta el final de sus días. ¿Por qué no escribió Casares Quiroga unas memorias dando su propia versión de lo sucedido en los últimos y fatídicos meses anteriores al golpe militar? 

La escritura de Residente privilegiada aportó en su momento algo de luz al silencio paterno.

 Casares Quiroga había tenido una hija en 1909, siendo estudiante en Madrid. Una hija a la que reconoció y de la que se hizo cargo hasta donde pudo. 

El hecho de que Esther Casares Quiroga y su pequeña hija fueran retenidas en A Coruña el verano de 1936 y quedaran en arresto domiciliario hasta 1955, nada menos, sin duda condicionó las decisiones del político republicano. 

La preocupación y el temor a las represalias que pudieran sufrir su hija mayor y su nieta a manos franquistas enmudecieron probablemente a un hombre agobiado también por problemas de salud y por un carácter orgulloso.

A lo mejor ha llegado el momento de que deje hablar a mi corazón. Ayer, en el baile negro [Camus está en Brasil], pensé que ya no me gustaba nada. 

Salvo tú, no me interesa nada realmente. 

Tomo nota de lo que veo, intento participar en mi vida, me esfuerzo en escribirte con normalidad, para hablarte de este viaje, me esfuerzo, pero no deja de estremecerme una impaciencia tan dolorosa que me haría salir huyendo o echar a rodar cuanto tengo alrededor. 

Nunca he estado así. En los peores momentos, tenía una reserva de fuerza y de curiosidad. Pero todo esto me supera.

María Casares era muy consciente de todo ello al escribir su libro en busca de las señas de una identidad precozmente escindida, de modo que uno de sus objetivos implícitos fue rescatar la memoria familiar aportando sutil información: la autora recupera, por ejemplo, fragmentos de cartas y agendas de su padre que serían publicadas íntegramente por María Lopo en 2008, ofreciéndonos un perfil inédito de la figura política y también un retrato de su infeliz matrimonio con Gloria Pérez: Casares empieza por decir que fue una hija no deseada por sus padres.

Pero los mimbres de su caleidoscópica autobiografía son muchos. Desde su textura sorprendentemente literaria hasta la desnudez, incluso el desgarro, de algunos pasajes. 

Por ejemplo, ante la muerte del que fuera su amante, Albert Camus, entre 1948 y 1960, escribe:

"De ese muerto, escamoteado, no sé nada y nunca he sabido nada. Es el único de mis muertos que me estuvo prohibido ver". Y es que a Francine Faure, esposa del escritor, le costó años reconocer en público la existencia de María Casares, aunque en privado le cupieran pocas dudas, pues era una relación muy expuesta.



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