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Fábulas del campo y la ciudad a través de una cámara

Los animales se convierten en los protagonistas de dos fotolibros y sirven de contrapeso para examinar sus vínculos y similitudes con el ser humano en distintos entornos

´Saint Jude´s Road, Londres´, (2018). Imagen perteneciente al libro ´I´ll Bet the Devil My Head´.Fábulas del campo y la ciudad a través de una cámara

On the Sixth Day fue el primer proyecto de envergadura que llevó a cabo Alessandra Sanguinetti (Nueva York, 1968), una agridulce narración visual con tintes de fábula que tiene como escenario la Pampa argentina. En una granja, cercana a aquella donde la fotógrafa de Magnum pasó algún tiempo en su niñez, en donde el día a día de los humanos transcurre al lado de los animales, la indulgencia va de la mano de la brutalidad y la vida se solapa con la muerte.

El título alude al Génesis. Al sexto día de la creación, cuando Dios creó a las bestias, a los reptiles y al ganado, sin olvidarse, en aquella misma jornada, de crear, a su imagen y semejanza, al hombre, concediéndole un don más: el dominio sobre el resto de las criaturas.

  • Un dominio que la fotógrafa trata de equilibrar convirtiendo a los cerdos, a los patos, a los caballos y a las vacas en los protagonistas del relato. De una fábula sin moraleja que nace del habitual impulso de la artista por hacer más visible a quienes pasan desapercibidos. "Retratar a un animal es nombrarlo", advertía la fotógrafa en una entrevista, con motivo de la primera publicación de On the Sixth Day, en 2005. La monografía quedaría descatalogada y ha sido reeditada nuevamente por MACK, enriquecida con imágenes inéditas.

Entre 1996 y 2004, la fotógrafa regresó de forma intermitente a los parajes de su niñez dispuesta a fotografiar a los animales de la granja como si ella misma fuera uno más entre esa fauna diversa y domesticada. Observando detenidamente la relación que se generaba entre ellos y el vínculo que establecían con las personas que los cuidaban, la fotógrafa optó por situar su mirada a la misma altura que la de los animales. De esta forma, su presencia se magnificaba y lo ordinario pasaba a ser algo extraordinario, dando forma a un poema visual cargado de tanta ternura como violencia, donde queda expresada tanto la dicotomía del mundo natural como la relación de poder entre el hombre y el animal. Una fábula que prescinde de toda moraleja.

La fotógrafa hará uso del color de la sangre, del azul del cielo y del verde de la hierba para aludir tanto a la parte más fantástica, y a la teatralidad, de una fábula como al componente más realista y brutal que encierra la subsistencia en el campo. Una saturación de vida no exenta de muerte. "Todos los animales que están allí tienen dos destinos posibles: o arriar a los que van a morir, o engordar hasta convertirse en alimento", advierte la fotógrafa. El ojo adiestrado de Sanguinetti irá registrando toda una variedad de expresiones en las que parecen reflejarse los mismos sentimientos que experimentamos los humanos.

Las personas aparecen únicamente cuando son observadas desde de la perspectiva del animal. Es Juana, la dueña de la granja, quien mejor representa la dualidad y las contradicciones de quien a diario, y con dedicación, cuida a unos seres para luego tener que matarlos con sus propias manos. "Es posible que si exploramos la fina línea que nos separa de lo que dominamos, logremos un mejor entendimiento de nuestra propia naturaleza", destaca Sanguinetti.


Zorros en la ciudad

Si bien On the Sixth Day transcurre a la luz del día, la oscuridad se apodera de I´ll Bet the Devil My Head, la fábula visual que publica Carlos Alba (Madrid, 1984). Será una familia de zorros la que sirva de contrapeso a los hábitos del hombre y el pretexto del que se sirve el fotógrafo para poner de relieve la creciente desigualdad de clases como uno de los problemas de la sociedad actual.

La acción se desarrolla en Londres, en las proximidades de Tower Hamlets, el barrio donde residió el fotógrafo durante cuatro años. El municipio se distingue por tener el mayor índice de pobreza infantil de Reino Unido. Situado al este de la City de Londres —el histórico distrito financiero— y pegado al pudiente Canary Wharf, ofrecía al fotógrafo un terreno definido por grandes contrastes a explorar. Era por la noche, de regreso a casa, cuando el autor solía observar a los zorros merodeando por las calles. "La primera vez que vi un zorro me sorprendí", reconoce Alba durante una videoconferencia. "No dejaba de ser un elemento chocante para alguien de Madrid". Con una población estimada de unos 10.000 ejemplares, es fácil ver a los astutos raposos rebuscando en las basuras y escurriéndose por los parques o escuchar su llamada de apareamiento al anochecer.

Formado en el fotoperiodismo, Alba prescinde de los componentes que suelen acompañar al reportaje para elaborar un relato donde los zorros se erigen como metáfora de una clase trabajadora que busca la subsistencia mientras se apagan las luces de los despachos donde se deciden importantes operaciones bursátiles. "De un sector de la sociedad que vive de las sobras de una élite", apunta el fotógrafo. La narración visual se presenta acompañada de una serie de grabados en blanco y negro utilizados para ilustrar los libros de cuentos de finales el siglo XIX y principios del XX, realizadas por Arthur Rackham y Jakob Von Hartenbach.

Siguiendo la metodología de los fotógrafos de naturaleza, Alba estudió con paciencia el comportamiento y la localización de las colonias de los sigilosos raposos, documentando sus movimientos. Mediante el uso del flash conseguiría el dramatismo y el tono fantasmagórico necesario para insuflar vida a la fábula. Si bien el fotógrafo apuntaba con su cámara a los animales desde arriba, los viandantes eran fotografiados desde abajo. De ahí los rostros desdibujados y afeados de unos protagonistas que, como el bravucón Toby Dammit —el personaje creado por Edgar Allan Poe en Nunca apuestes tu cabeza al diablo, el cuento en el que inspira el título de la publicación— quizás acaban de perderlo todo apostando su cabeza al diablo. Los cuervos se integran en el relato como los testigos sabios y juiciosos, distanciados de la lucha que envuelve al resto de los protagonistas. Un papel con el que frecuentemente les ha identificado en otras narraciones fantásticas.

"Es curioso, pero el hecho de expresarse a través de los animales humaniza y universaliza el relato", apunta el autor. "Somos una sociedad que reaccionamos cada vez más fríamente ante los dramas y las penurias que nos rodean. Sin embargo, parecería que simpatizamos más con el mundo animal. Tal vez, porque en el fondo sabemos de su capacidad de adaptación, y de su instinto más comunitario. Al igual que los brokers de la fábula, que acaban por tener que comer un sándwich malo en medio de un infernal atasco, nos pierde la codicia. Tal vez, uno podría vivir mejor, siguiendo el comportamiento de los zorros; más adaptados al medio natural en el que vivimos y necesitando menos".

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Imagen perteneciente al libro ´On the Sixth Day"



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