buscar noticiasbuscar noticias

El gran teatro del poder

Un despliegue de guardaespaldas o una gigantesca mesa de negociación forman parte de la escenografía habitual de los líderes políticos y económicos

Perfecto como solo puede serlo un buen montaje. La imagen de la despedida de su presidencia podría haber sido la de su rostro severo escuchando el discurso de Donald Trump que impugnaba su legado.

Emmanuel Macron acude a dar un discurso a la Pirámide del Louvre, en París, el 7 de mayo de 2017.El gran teatro del poder

  • Lo vemos serio e impasible y sabemos que no va a mostrar disgusto por respeto institucional. Mejor que no. También podría haber optado por ese breve paseo de los dos matrimonios desde el Capitolio hasta el helicóptero oficial que los llevará a la base Andrews. Tampoco.

Les habría traspasado a los Trump una dignidad que no merecían. Barack Obama y su equipo prefirieron otra estampa que, sin que fuese necesario descodificarla, fuera la última escenificación del fundamento ético de su presidencia: la gravitas.

Solo han pasado unos minutos desde el discurso de Trump, apenas unos instantes desde el paseo de los dos matrimonios. Ya vuela.

La fotografía está tomada desde dentro del Marine One, se titula Farewell y es de Pete Souza. A Obama le vemos sentado y de perfil, algo difuminado, porque el objetivo de la cámara no lo enfoca a él sino a lo que él está mirando. Desde la ventana del helicóptero, el ya expresidente, elegante, contempla la Casa Blanca.

¿Qué vemos nosotros? Imágenes como esta, asociándolas con cuadros, series o películas, se diseccionan en el volumen El poder en escena coordinado por Alan Salvadó y Jordi Balló.

Son 42 motivos visuales analizados. La urna, la mansión, el despacho, el guardaespaldas, la mesa redonda, la patada en la puerta, el juicio, la producción de billetes, el entierro... O la escenificación de la despedida del líder. Como en la fotografía de Obama.

Vemos lo que vemos, pero algo que va más adentro se desprende de la forma interior de la imagen. No puede verbalizarse, porque violentaría la conciencia democrática de quien contempló la escena en un tuit o en la página de periódicos.

La imagen está diseñada para que la realidad pueda evidenciar un significado trascendente sin necesidad de explicitarlo.

"Este punto de vista vertical y elevado implica omnipotencia, control y dominio por lo que la retórica de esta fotografía no hace sino dotar a Obama, de manera simbólica, de un aura propia de los dioses". Revela la trascendencia del poder ejercido desde el templo donde ese hombre ha gobernado la principal potencia del mundo.

Campana capitalista

Lo iluminador de este libro es cómo desmenuza la liturgia de la religión del poder tanto político como económico en los Estados laicos contemporáneos. Los motivos visuales, como escribe Balló en la presentación, son utilizados como mecanismos "para poder transmitir un mensaje ideológico, amparándose en una forma que parece estar ahí desde siempre, y que oculta la naturaleza de su construcción fictiva".

Parece confirmarse la hipótesis de Agamben sobre la regeneración de las estructuras de poder tradicionales en arcanos económicos.

Signos, símbolos y rituales que operan en el presente, también transgresiones, como el asalto al Capitolio o las manifestaciones de mujeres contra el patriarcado, también esferas invisibilizadas, y en los que la tradición occidental resuena sin advertirla mixtificada como propaganda indirecta.

Lorenzo de Medici se cubre la boca con el dedo índice en la estatua esculpida por Miguel Ángel de la basílica de San Lorenzo en Florencia. Hay un secreto que él conoce y nosotros no.

El secreto de los clérigos que juzgan a Juana de Arco en el filme de Dreyer, el de la segunda parte de El Padrino que comparten el mafioso y su abogado en otro juicio.

"El secreto implica un poder superior que no debe compartirse ni descubrirse". Son códigos que se repiten en reuniones entre líderes políticos cuando hablan uno con el otro para que no escuchemos lo que se dicen, pero sin evitar que seamos conscientes de que dicen algo que no podemos saber.

Tañe una campana. Es un sonido atávico, que hace siglos ahuyentaba malos espíritus o disipaba tormentas, y que ha ido mutando su función social con los cambios de época.

En tiempos de los romanos, anunciaba la hora de ir al baño público. Resonaba en las iglesias cristianas ya en el siglo V. Su repique anunció matanzas o victorias militares en la Edad Moderna. Siempre un símbolo de poder. Por ello, para subvertir el orden, se destruyeron, fundieron o vendieron 50.000 toneladas de metal consagrado en las iglesias tras la Revolución Francesa. Que nadie osase repicarlas.

En los siglos XVIII y XIX la campanología llegó a su cúspide en Bélgica y Holanda y allí y entonces el sonido de la campana adquirió otra función. "No es de extrañar que fuese en la Bolsa de Ámsterdam, la más antigua del mundo, donde se emplease por primera vez el sonido del gong para señalar la hora de apertura y cierre".

Ejercer el liderazgo

No es el único capítulo del libro donde Rato hace un cameo. Reaparece en el dedicado al chófer.

Es una figura que aparece en películas por la intimidad que establece con las personas que lleva, porque dentro del vehículo su convivencia es un microcosmos de las relaciones y dinámicas de clase. Pero también porque es parte necesaria de una escenificación del poder político.

La escena la tenemos interiorizada: la visita de un gobernante a otro. Un coche negro conducido por el chófer que no vemos se para ante un edificio noble o palaciego, otro hombre de servicio abre la puerta y el mandatario desciende para saludar a su homónimo.

La escena inversa es la del imputado por un delito económico o de corrupción y que puede huir de la prensa porque su chófer le está esperando. Y el caso extremo es Rato, antaño todopoderoso, entrando en el coche de policía y el agente apoya la mano en la cabeza para que no se golpee con el marco de la puerta.

La exhibición de la protección es un elemento distintivo de la jerarquía que ejerce el líder

Caminar es política

Pocas declaraciones de intenciones tan rotundas como la retransmisión de la primera toma de posesión de Putin. El capítulo titulado ´Se hace camino al andar´, memorable, analiza diversos paseos en solitario de líderes políticos.

De Jefferson andando hasta su investidura hasta Thatcher andando por un páramo posindustrial. El canon de ese motivo visual seguramente lo configuraron las películas sobre Lincoln:

"El andar convertido en discurso ideológico". En el caso del mítico presidente norteamericano, la ideología era la democracia que lleva de la ciudadanía al poder. Hay otro momento paradigmático de ese motivo: Mitterrand emerge de la multitud para acceder solo y honrar a los mitos de la tradición política a través de la que pretendía gobernar, el sindicalista y el resistente asesinados. No era el discurso que quería imponer Putin.

La subversión del meme

El repertorio de motivos visuales que disecciona El poder en escena configura la liturgia del poder. Y una de sus principales amenazas, además de desvelar el secreto que esconde todo simbolismo, es el humor y la sátira porque la carcajada es una forma de irreverencia. En el capítulo final del libro se analiza la mecánica de este recurso subversivo adaptado al mundo de hoy: el meme.

"No cuida la estética ni la integración gráfica, y enaltece la aspereza del corta-pega puro y desautorizado". El meme sabotea la liturgia y el montaje milimetrado por asesores de imagen de políticos y gabinetes de imagen de grandes corporaciones.

Es una variante del humor apropiacionista, como sintetiza Mery Cuesta, cuya efectividad se consigue al "retar a la opinión pública combinando banalidad e inteligencia, parodia y hastío".

imagen-cuerpo

Putin, junto a un caballo durante unas vacaciones en Kyzyl (Siberia) en 2009.

imagen-cuerpo

Rodrigo Rato toca la campana el 20 de julio de 2011, día de la salida a Bolsa de Bankia. 



DEJA TU COMENTARIO
PUBLICIDAD

PUBLICIDAD