La cultura nativa americana importa
Tras años de atender a la expresión negra tras el asesinato de George Floyd, Estados Unidos se abre a la creatividad indígena con exposiciones históricas en Washington o series como ´Reservation Dogs´
La presentación comenzó con el recuerdo de que la National Gallery de Washington se asienta sobre "tierras ancestrales" robadas a los pueblos indígenas Nacotchtank y Piscataway. Es costumbre que ciertos actos oficiales empiecen con ese protocolario "reconocimiento de la tierra", acto de contrición ante el pasado sangriento de Estados Unidos. Pero esta vez tenía más sentido que el políticamente correcto: el museo nacional inauguraba La tierra porta a nuestros antepasados, primera exposición en 70 años consagrada por la institución al arte contemporáneo nativo americano.
Su comisaria, la artista Jaune Quick-to-See Smith, miembro de las tribus confederadas Salish y Kootenai de Montana, ha escogido para la histórica muestra, que después viajará a Connecticut, obras recientes de medio centenar de creadores en torno a algunos de los temas centrales de la expresión indígena: la tierra, la identidad o el paisaje. Hay escultura, pintura, collage, performance o vídeo; piezas abstractas o explícitamente políticas; de denuncia del genocidio o que juegan con la ironía y el humor.
"Quería demostrar que somos un pueblo vivo, con futuro, y no solo algo del pasado", explica a EL PAÍS Quick-to-See Smith, de 83 años, que ya comisarió en 1991 Our Land/Ourselves, otra importante exposición con la tierra como argumento. "La selección pretende trascender a los estereotipos del arte indio americano, que tradicionalmente se ha entendido solo a partir de la expresión con materiales como la cerámica, las telas o la joyería, la clase de cosas que ves en las galerías de arte indígena de los museos estadounidenses". Es también, dice, un gran desmentido sobre los tópicos que les rodean: "No vamos por ahí medio desnudos con tocados de plumas. Tampoco somos menos inteligentes que el hombre blanco. Y usamos algo más que monosílabos".
Gracias a esfuerzos como el de Washington, 2023 ha sido en gran medida en Estados Unidos el año del reconocimiento de la cultura nativa, del arte al cine, y de los libros o la televisión. Un año en el que Quick-to-See Smith ha roto dos veces lo que ella misma describe como "el techo de piel curtida", imagen que, como el de cristal para las mujeres, le sirve para explicar los obstáculos invisibles que separan a los suyos del reconocimiento profesional.
Además de comisariar la muestra de la National Gallery, Quick-to-See Smith se convirtió en primavera en la primera artista indígena norteamericana en exponer en solitario en el Whitney de Nueva York, que está consagrado desde hace 92 años al arte estadounidense pero, al parecer, hasta ahora no había considerado que en esa categoría entraban los nativos. "Todos estos hitos habrían sido impensables hace solo dos, tres o cinco años", recuerda la artista. "Cuando en los ochenta tratábamos de abrirnos paso en la escena de Nueva York hacíamos exposiciones en una galería que nos dejaron abrir en la Casa Comunitaria del Indio Americano, donde daban comida o billetes de autobús para que la gente pudiera regresar a su reserva. ¿Sabe qué? Nunca vimos aparecer por allí a un crítico de arte de The New York Times o de las revistas especializadas".
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RECONOCIMIENTO TARDÍO
- Esos mismos medios celebran ahora el reconocimiento tardío a pioneros como ella o como G. Peter Jemison, de la nación Seneca, al norte del Estado de Nueva York. Tras incluirlo en una muestra, el MoMA acaba de adquirir cinco de los emblemáticos dibujos que él hizo en los ochenta sobre bolsas de papel, una brillante reflexión sobre la experiencia de desplazamiento en la gran ciudad; cerca del 80% de los cinco millones de nativos americanos que hay en Estados Unidos vive fuera de las reservas a las que fueron empujados por el salvaje colonialismo de los tratados a base de violencia, engaños y promesas rotas.
La National Gallery también ha comprado una pintura de girasoles de Jemison para incorporar a su corta colección de arte nativo, que inauguró la adquisición en 2020 de Target (1992), un collage de Quick-to-See Smith que critica la banalización de la tragedia de su pueblo que durante años han celebrado sin rubor la cultura pop o el deporte. "Es justo reconocer que vamos muy tarde, pero esto es solo el comienzo del proceso de necesaria actualización de nuestros fondos", promete Molly Donovan, comisaria de arte contemporáneo de la institución.
El proyecto de la exposición arrancó en 2020, año en el que el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco desató en plena pandemia una oleada de protestas antirracistas por todo el país, así como la eclosión del movimiento Black Lives Matter. Fue también un examen sorpresa a las instituciones culturales estadounidenses, que corrieron a hacer los deberes pendientes en términos de representación de las minorías, a las que hicieron hueco en sus programas o contratando a comisarios y conservadores.
Tal vez ningún sector se ha volcado tanto en esa tarea como el del arte, siempre ávido de identificar (y rentabilizar) lo nuevo, mejor si viene con coartada social. Y eso vale tanto para el mercado —así se pudo comprobar en la reciente feria de Art Basel Miami Beach, en la que la búsqueda del próximo artista nativo fue tema de conversación recurrente entre galeristas y coleccionistas— como para las instituciones. También por primera vez en la historia, el creador escogido para representar con una exposición individual a Estados Unidos en la Bienal de Venecia de 2024 será indígena: Jeffrey Gibson.
Gibson, artista choctaw/cherokee de 51 años, acaba de editar An Indigenous Present (Un presente indígena), uno de esos libros llamados a marcar época al ofrecer una panorámica por el arte contemporáneo producido por algunos miembros de las 574 tribus reconocidas por el Gobierno federal, que también es una refutación de algunas ideas preconcebidas sobre ellas. Ese presente indígena, considera el profesor de Harvard Philip DeLoria, "va más allá de la supervivencia y de la resistencia. Habla de un espíritu de ingenio, ironía, valentía, aguante y fe en el futuro".
´Indian Canyon´ (2019), de la artista Cara Romero (nativa chemehuevi). Fotografía cortesía de la artista.