“La democracia consiste en batallar con la banalidad de lo cotidiano”
La autora portuguesa Lídia Jorge publica la novela ‘Los memorables’, una visión de la Revolución de los Claveles en la que la épica de la historia pasada contrasta con el desencanto del presente
Para que Lídia Jorge (Boliqueime, 75 años) se convirtiese en una de las escritoras portuguesas más celebradas, ocurrieron muchas cosas. Algunas rozan lo legendario y otras surgieron en el mismo cuarto donde se celebra esta entrevista. Aquí, iluminada por un quinqué, leía en voz alta novelas atravesadas por la desolación del romanticismo para las mujeres de la familia. Sufrían tanto aquellas heroínas que la pequeña lectora reescribía sus historias con finales felices mientras meditaba sobre lo poco recomendable que era crecer a la vista de aquellas desgracias. Aquí también dormía y se despertaba con el chirrido del cubo de zinc de su abuela. “Se levantaba a eso de las cuatro y media, tardaba una media hora en dar de beber a los animales y luego volvía a acostarse. Yo me quedaba en cama admirada de que hiciese aquel esfuerzo cada noche. Nunca pude decirle esto a mi abuela, pero ese sonido del cubo continúa en mi vida”, revive la autora.
La última “carta” de Lídia Jorge que ha llegado a España se titula Los memorables (La Umbría y la Solana, traducción de María Jesús Fernández), ocho años después de su salida en Portugal y seis desde su aparición en México. La tardanza ilustra la distancia oceánica que a veces separa ambas literaturas ibéricas, pero se beneficia de la oportunidad. Portugal ha abierto este año las conmemoraciones por los 50 años del 25 de abril de 1974, el jueves que partió en dos su historia contemporánea.
“Yo escribí mi primer libro, El día de los prodigios [1980], sobre la revolución porque no quería que se olvidase cómo era entonces Portugal, un pueblo que tiene una gran capacidad para soñar y una débil capacidad para actuar. Durante la gran crisis de 2008, se malinterpretó mucho de lo que se había soñado. Los jóvenes consideraban lo que había ocurrido de forma burlesca, como si Portugal hubiese tenido una sociedad mejor sin la revolución. En esos años de crisis y de emigración, en lugar de pensar que la democracia había sido una adquisición positiva, los jóvenes deploraban la revolución”, evoca la autora.
“Durante la crisis de 2008, los jóvenes deploraban la revolución, no pensaban que había sido positiva”
Los memorables no es un relato de realismo histórico sobre los pasos de los capitanes de abril que dieron un golpe de Estado contra la dictadura que los había embarcado en guerras coloniales en África y que fluyó tan bien que se convirtió en una revolución popular y pacífica donde los soldados desobedecían la orden de matar y los fusiles encañonaban claveles. “Aunque está basado en hechos concretos y procuré que no tuviese errores históricos, escribí desde un tiempo de posmemoria, un punto de vista casi mitológico, cuando los propios protagonistas ya están olvidando lo que han hecho”. Cuando se publicó en Portugal en 2014, se interpretó también como un relato del presente y sus decepciones.
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“Toda revolución es una alegría que anuncia una gran tristeza”, dice uno de los personajes. La escritora lo corrobora: “Una revolución se hace por una utopía y un deseo de cambio. Es un momento altamente poético; quien participa en ella, tiene la idea de que está participando en algo que trasciende. La democracia es lo opuesto al movimiento épico; consiste en lidiar con la banalidad de lo cotidiano, que es lo opuesto a la trascendencia que se vive en una revolución. Por esto quienes hicieron la revolución tuvieron luego tanta dificultad en compaginar esto con la democracia y la banalidad de lo cotidiano”.
Los portugueses tenían una causa que el presente les regatea. “En este momento, no tenemos o tenemos una causa prestada que es la de Ucrania. Los ucranios están haciendo una revolución por todos nosotros. Al principio de la guerra, una analista dijo en televisión que Ucrania ganaría la guerra porque la poesía estaba de su lado. Yo estaba aquí y me emocioné porque ella dijo algo que es verdad: lo que está salvando a Ucrania es la poesía. La forma bárbara como ha ocurrido la guerra y la forma como se ha enfrentado la barbaridad es una cosa que es pariente de lo poético”, reflexiona.
Una imagen de la Revolución de los Claveles en Portugal.
Celebración del primer aniversario de la Revolución, la noche del 24 al 25 de abril de 1975.