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Justine Triet, cineasta: "La pareja es un intento de democracia que casi siempre termina en dictadura"

La directora francesa, ganadora de la Palma de Oro de Cannes, reinventa con ´Anatomía de una caída´ el ´thriller´ judicial y describe la pareja como un espacio político

Justine Triet, cineasta: "La pareja es un intento de democracia que casi siempre termina en dictadura"

Es un interior desordenado, lleno de cosas por todas partes, prendas de ropa esperando a ser plegadas, restos del desayuno en la mesa de la cocina, un pollo que alguien olvidó en el horno hace tres días.

La primera sensación es que aquí vive un niño pequeño, como acabará resultando cierto. Justine Triet (Fécamp, Normandía, 1978) reside en un dúplex modesto situado en una calle estrecha de un barrio de París que en otro tiempo fue obrero.

Su hija mayor, preadolescente, no ha ido al colegio porque está enferma y baja las escaleras reclamando algo que llevarse a la boca. Su compañero, Arthur Harari, aparece por la puerta con una baguette bajo el brazo pocos minutos después, rematando una coreografía familiar que parece retratar a una tribu excedida, desarreglada, humana.

La viñeta doméstica despierta cierta simpatía, por lo alejada que está de su imagen pública como nueva pareja de moda del cine francés.

Él, por ser el director de aclamadas películas como Onoda, 10.000 noches en la jungla, además de uno de los actores más magnéticos de su generación. Y ella, por haber ganado la Palma de Oro en Cannes con Anatomía de una caída, lo que convirtió a Triet, que hasta entonces había dirigido tres proyectos interesantes pero irregulares, en uno de los nombres clave del nuevo cine de autor europeo. La película, que llega a los cines españoles el 6 de diciembre, ha sido el fenómeno del otoño francés (1,2 millones de espectadores) e incluso aspira a conquistar alguna nominación al Oscar. Su distribuidora en Estados Unidos, Neon, hace campaña por la estatuilla en las categorías principales, después de que la película de Triet fuera (inexplicablemente) descartada por Francia para representar al país en la carrera por el Oscar, en favor de una apuesta más conservadora: un drama culinario con Juliette Binoche de protagonista.

La directora, de paso por París entre dos viajes transatlánticos, no lo lleva especialmente bien. "No soy la persona más sosegada del mundo. El éxito, igual que el fracaso, no es algo que me haya aportado serenidad", dice.

Anatomía de una caída, a la que ha dedicado los últimos tres años de su vida, es la historia de una escritora acusada del asesinato de su marido, también autor, cuyo cadáver ha aparecido sobre la nieve, como si alguien lo hubiera empujado desde el balcón de su chalet en los Alpes franceses mientras una canción de 50 Cent sonaba a todo volumen.

¿Será culpable del crimen esta mujer de aspecto gélido, bisexual declarada, con un grueso acento extranjero y toda la pinta de ser poco de fiar? La película parte de este fútil comienzo para deconstruir el personaje de la femme fatale, tan clásico en el cine de juicios. Aunque su película acabe siendo, por encima de todo, la autopsia de una pareja, una disección de los turbios mecanismos que rigen cualquier matrimonio.

"Cuando empiezo a trabajar en un proyecto, nunca sé de qué quiero hablar. Mis películas están hechas de líneas que se cruzan", afirma Triet. Esta vez, quiso dar una vuelta de tuerca al subgénero judicial e inspeccionar la institución matrimonial, a la que lleva prestando atención desde su primera película, La batalla de Solferino (2012). Pero también sabía que sería "una película sobre la duda, y que esa duda lo impregnaría todo". Y, por último, que su protagonista sería la alemana Sandra Hüller, la revelación de Toni Erdmann, que es lo que sería Cate Blanchett si hubiera nacido en Renania del Norte. Ya le propuso un pequeño papel en su anterior filme, El reflejo de Sibyl, que a ambas les supo a poco. "Sandra añadió cosas a la película que no estaban en el guion. Para empezar, no la interpretó como una víctima, ni como una madre modélica, ni como una seductora. Su personaje no es un ángel. Más bien tiene una parte monstruosa", apunta la directora.

  • "Cada vez hay más películas en reacción al MeToo, películas de hombres que se sienten culpables y colocan a una mujer que salva el mundo en el centro de sus relatos. Yo no tengo esa visión".

VISIÓN PESIMISTA

La cinta desprende una visión pesimista de la pareja. Triet la describe como un invento condenado a estropearse, como una de esas máquinas que la obsolescencia programada deja fuera de servicio en pocos años.

"La imagen de la pareja en la película es más mediocre y vergonzosa de lo que tenía previsto", admite la directora. "Y, a la vez, si reflejase mi auténtica opinión, hubiera sido todavía más horrible. Puntualiza que Anatomía de una caída no habla de su vida, pese a que todo el mundo lo dé por hecho: la escribió a cuatro manos con Harari —­con quien comparte el mismo oficio, como los protagonistas de la película— durante el confinamiento.

"Mi vida diaria no es tan interesante, ni soy lo suficientemente narcisista para centrarme en ella. Antes de conocer a Arthur, a los 31 años, viví muchas historias de amor, igual que él. Hay muchas cosas en la película que vienen de mis relaciones pasadas, incluso en la escena de la pelea", añade sobre una magistral secuencia de enfrentamiento en el que se resuelve, en parte, el misterio del filme. "Seamos sinceros: lo raro es que una pareja funcione. En la mayoría de los casos, es un infierno. Yo quise adentrarme en ese infierno".

En la película, una foto de los protagonistas durante su juventud relata una historia que queda fuera de plano: ese momento, no tan lejano, en que todo iba bien. Hasta que, en cuestión de meses, las ilusiones que tenían a los 30 se convirtieron en el amargo desencanto propio de los 40. "Siempre hay un momento en el que la vida de una pareja se convierte en una batalla. Quería recordar que hubo una época en que esa pareja se quiso, aunque siempre es difícil hacer eso. Una de las cosas que las películas reproducen peor son los momentos de alegría. El dolor y el sufrimiento son mucho más fáciles", afirma.

Para Triet, la pareja es un espacio político, sometido a continuas mesas de diálogo, a las puñaladas traperas entre supuestos aliados, al peligro de un golpe de Estado emocional. "La pareja es una tentativa de democracia que casi siempre termina en dictadura", sonríe Triet. Su película también es un comentario sobre la fiscalización de nuestra vida privada, como demuestra el largo proceso que da forma a la segunda mitad de la película. A falta de poder descubrir la verdad, el tribunal se contentará con escenificar un juicio moral a la protagonista.

 "Fui a ver decenas de juicios para documentarme y me di cuenta de que, en realidad, la verdad era algo accesorio. Un tribunal es, sobre todo, un lugar donde la sociedad se expresa moralmente". En un momento dado, al personaje de Hüller le recriminan algo que ha escrito en un libro de inspiración autobiográfica, como si fuera una prueba flagrante de su culpabilidad. Triet se inspiró en lo sucedido en juicios franceses a escritores a quienes se les reprochó lo que habían escrito (por ejemplo, Édouard Louis, al que acusaron de mentir cuando se declaró víctima de agresión sexual aludiendo al carácter semificticio de sus libros).

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Justine Triet, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2023 con ´Anatomía de una caída´, fotografiada en París a mediados de noviembre.



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