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Si Naciste entre 1977 y 1983, eres un 'xennial'

Esta generación bisagra es la última que recordará cómo era la vida antes de internet

A lo mejor te sientes demasiado viejo para ser un millennial. No tuviste móvil hasta que llegaste a la universidad, por ejemplo, y puede que incluso tengas hijos. No estás para que te llamen la generación del futuro. Pero al mismo tiempo, la Generación X te resulta muy lejana. El grunge era algo que escuchaban tus hermanos mayores y conoces a Winona Ryder más de Stranger Things que de Reality Bites.

Si Naciste entre 1977 y 1983, eres un xennial

El término, que mezcla la X con el final de la palabra millennial, aparece por primera vez en un artículo de la web Good publicado en 2014. Allí se definía como “una microgeneración que funciona como puente entre el descontento de la Generación X y el alegre optimismo de los millennials”, pero “sin estar tan enfadados como la Generación X ni tan seguros como los millennials”.

Si se ha popularizado en las últimas semanas ha sido gracias a un meme muy compartido en Twitter y en Facebook. Según este texto, con el que muchos se sienten identificados, estas son las cuatro características de esta generación bisagra. Nótese la invitación a la nostalgia que supone mencionar la trilogía de Star Wars, subrayando que es la “original”. Es decir, la buena. (Pincha en la imagen para leer la traducción).

Quizás el rasgo más distintivo es el tercero: como dice el periodista Michael Harris en su libro The End of Absence, somos la última generación que recordará cómo era la vida antes de internet. Coincide Dan Woodman, sociólogo de la Universidad de Melbourne, que explica a Verne por correo electrónico que el término xennial tiene sentido cuando se habla de las experiencias digitales, que son similares para los millennials más viejos y para los gen-x más jóvenes.

Woodman, por cierto, se ha convertido de forma accidental en el sociólogo oficial de los xennials. La web Mamamia le entrevistó la semana pasada en un artículo sobre el tema, pero otros medios han pasado a otorgarle el mérito de haber acuñado la palabra: “Se lo han inventado -se queja-. Se lleva hablando del término en internet desde hace unos cuantos años”.

Los últimos en llamar al fijo de sus amigos

Los xennials vivimos muchos años sin internet. No había Tinder y teníamos que llamar al teléfono fijo de la persona que nos gustaba para invitarla al cine, confiando en que no contestara su padre o su madre. Hemos comprado discos porque era la única forma de escuchar la música que queríamos cuando queríamos. Y salíamos de casa sin móvil y sin que nadie nos pudiera avisar de que llegaba tarde.

Pero también comenzamos a usar internet y el teléfono (quizás un Nokia 3310 sin conexión a internet) en el instituto o en la universidad, lo que fue suficiente para que al comenzar a trabajar algún jefe nos dijera algo así como “tú sabes cómo va eso del internet, ¿verdad?”, antes de pedirnos que le abriéramos una cuenta de correo en Hotmail.

“Hay vivencias comunes -explica a Verne Almudena Moreno, socióloga de la Universidad de Valladolid y coautora del Informe de la Juventud en España 2012- y una de las diferencias entre  generaciones puede ser el acceso a los instrumentos tecnológicos, que proporcionan un contexto vivencial común”. Este contexto también influye en cómo nos relacionamos con los demás.

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Tuviste iPod. Pero también un walkman. Gary Ombler / Getty Images

¿Qué es una generación?

De todas formas, tanto Moreno como Woodman son críticos con estas generalizaciones. Las nuevas etiquetas se acuñan para intentar explicar “cambios demográficos o de valores”, explica Woodman. Sin embargo, no hay criterios claros “para saber qué define a una generación y, en mi opinión, ponerse de acuerdo en esto es poco probable”.

Moreno recuerda que los jóvenes “son un colectivo muy heterogéneo” y resulta muy difícil definirlos a todos con los mismos adjetivos. “Parece que solo se haga para venderles productos, que ponerles una etiqueta sea como ponerles un precio”.

De hecho, la creación de esta etiqueta bisagra responde en gran medida a la insatisfacción de mucha gente con los defectos de las otras dos etiquetas, la Generación X y la de millennials. Como ya habíamos escrito en Verne, meter en un mismo saco a todos los nacidos entre 1982 y 2004 puede ser un error en muchos casos, al tratarse de un grupo muy amplio con experiencias muy diversas. “Ninguna generación tiene una serie homogénea de creencias y valores”, explica Woodman, que añade que hay muchas diferencias entre las experiencias de los miembros de una misma generación y entre jóvenes de diferentes países, por mucho que nos empeñemos en importar términos estadounidenses.

Además, la diferencia entre las generaciones “nunca será absoluta” y es muy posible que un millennial nacido en 1982 tenga más en común con un gen-x nacido en 1979 que con otro millennial que nació en 1992.

Es decir, aunque se pueda hablar de cambios generacionales, “cada generación se solapará con la anterior y la posterior, y no son radicalmente ajenas las unas de las otras”. De esto tampoco se libra la definición de xennial, aunque se presente como bisagra: ¿una persona nacida el 31 de diciembre de 1976 ya no puede sentirse identificado con esta etiqueta?

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Antes de Google existía Altavista. Captura de pantalla de enero de 1999, extraída de web.archive.org

Nadie quiere ser millennial

No solo hay etiquetas para los millennials más viejos. También para los más jóvenes: muchos consideran que los últimos millennials son los nacidos en 1993 y a partir de entonces hay que hablar de Generación Z, como recoge este artículo de The New York Times, que los define como trabajadores y preocupados por el futuro.

Total, que nadie quiere ser millennial. La etiqueta, que de por sí es muy discutible, genera rechazo: solo el 40% de los estadounidenses que entran dentro de la categoría se sienten parte de ella, según el centro de investigaciones sociológicas Pew Research. De hecho, un 33% se considera parte de la Generación X (imagino que muchos ahora se sentirán xennials).

Esto es comprensible si tenemos en cuenta que la mayoría de calificativos que se les dedica son (injustamente) negativos: “Egoístas, vagos, ninis... -enumera Moreno-. Son adjetivos que no se corresponden con la realidad”. En su opinión, responden a una lógica de mercado en la que se quiere fomentar el individualismo y acusar a los jóvenes de no ser capaces de resolver problemas que a menudo han heredado de generaciones anteriores.

Esto no quiere decir que estos términos no tengan ningún valor. Como explica Woodman, parafraseando a José Ortega y Gasset, “estamos formados por el tiempo en el que vivimos”, especialmente por las experiencias de nuestra juventud, “que determinan nuestras vidas y pueden crear nuevos movimientos políticos”.




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