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Ser actriz de izquierda tiene sus demonios

¿Qué significa Las horas contigo en su vida, una película sobre tres generaciones de mujeres?

En la que además la dirección y la fotografía también están a cargo de mujeres. Estoy orgullosa del trabajo de mis compañeras. A mí me vuelve loca y me duele en el alma la película, porque con mi hijo pasé lo mismo: a las mujeres de mi generación, nuestros hijos se atreven a decirnos una serie de cosas... Mi hijo está en cine y fue una de las 20 personas que hicieron el sonido en Titanic. En aquel tiempo mi madre murió en Xalapa y pensé: “¿Para qué le digo? De aquí a que llegue, ya la enterramos”. Cuando le dije, se puso a llorar: “Cómo se te ocurre pensar que no hubiera atravesado el país si la abuela era mi mamá, no tú, que sólo te preocupaba tu carrera”.

Ser actriz de izquierda tiene sus demonios

¿Cómo es que consiguió el papel de Caperucita? Fue en el teatro El Caballito. Mi mamá no me llevaba, pues era profesora de primaria y directora de secundaria. Me llevaba la maestra de tercero, que trabajaba con Enrique Alonso. Yo era una niña con un solo diálogo, que aún me sé: “El duque de los dientes largos se ha instalado en los castillos del bosque, no la dejan a uno jugar en paz”. En una función se enfermó la Caperucita, una niña como de 12 años. Yo tenía siete. Me acerqué a Enrique Alonso y le dije: “Yo me sé el papel de Caperucita, si quiere yo lo hago”. Él, después, contó que pensó: “¿Esta niña, tan flaquita, chiquita y tímida?”.

Hizo una audición para El apando, para la cual se tuvo que desnudar, pero originalmente no se quedó con el papel.  Esa la hice muy mal, qué bueno que me sacó Felipe (Cazals). Audicioné para el papel que al final hice, el de Meche, nomás que yo no gané porque sí. Si no me dieron el papel fue por mala, porque Ana Martín, la otra actriz, lo hizo mejor. Si ella no se pelea con Felipe, pues no hubiera pasado.

Estaba tristísima porque había perdido. Además, yo conocía la novela de Revueltas, lo conocía a él, mi mamá iba a visitarlo a la cárcel. Todo eso no lo sabía Felipe, y yo no hablaba nada. Después me localizó Ana: “Tú lo vas a hacer, espérate, te va a hablar Felipe”. Y que me llama.  

Desnudarse, pese a la educación que tuvo, le creaba conflicto. Uy, sí. La educación de la vieja izquierda era de panista recalcitrante. ¡No, no!, no te creas. Estaba nerviosa. Aunque cuando me vio mi mamá, no creas que se asustó, estaba contenta, creo que hasta se desmayó del susto, pero no juzgó eso. Otras mujeres sí lo habrían hecho. Cuando El apando se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián, Dolores del Río, que era jurado, se salió del lugar de donde la estaban proyectando. Se infartó. ¿Por qué? Por tonta.

Para Las Poquianchis, visitó en la cárcel a la mujer que interpretó. Y se metió tanto al personaje que se llegó a sentir ese “gargajo de persona”. ¿Qué le dijo ella? Primero, Javier Robles y Tomás Pérez Turrent, los guionistas, me dieron una grabación de ella. Por eso en la película hablo como si fuera de Lagos de Moreno. La fui a buscar porque en esa grabación decía que la iban a ver muchos, pero nadie le llevaba cigarros. Cuando estuve en León, donde estaba en la cárcel, me metí diciendo que era su sobrina y le llevé cigarros. Quería conocerla, pero era mucho más agradable que la imagen que yo me había hecho en la cabeza.

Después de trabajar con Cazals, hizo mancuerna con Jaime Humberto Hermosillo y de ahí salió una de las primeras películas que se realizaron fuera del sindicato de actores, María de mi corazón. ¿Qué implicó? Estábamos en contra de Fidel Velázquez y queríamos que fuera un sindicato limpio. ¡Oh, sueños! Como me dice mi hijo: “Es que siempre trabajas con los perdedores, por eso te va así”. Nos salimos del sindicado junto con Héctor Bonilla e hicimos la película. Lo que pasó fue que nadie la vio. A nivel internacional se vio en todos lados, yo gané premios, pero aquí ni para el Ariel. Es que el sindicato de actores era un sindicato blanco. Fíjate que yo conseguí, por medio de la Universidad Veracruzana, que María de mi corazón se hiciera en 16 milímetros. ¿Y qué pasó? La película nunca nos la pagaron, ni a mí ni a Héctor. ¡Pero bueno! Me dio fama internacional y la amistad con García Márquez.

Otra que hizo con Hermosillo fue La Tarea, donde usted dice que las mujeres se liberan de prejuicios cuando ya pasaron los mejores años de su vida.  Que no es mi caso, ¿eh? Yo creo que he sido una mujer muy querida, en ese plan. He hecho mucho lo que he querido. Sí he estado casada pero he sido muy liberal. Además, no te olvides, me quedé viuda muy joven, la primera vez. Mi hijo tenía 10 años. Me volví a casar, y ahorita estoy sola porque llega un momento en el que estar sola es lo que más te conviene.

En De noche vienes, Esmeralda, interpreta a una mujer libre de culpas, polígama, algo de lo que en México no se habla mucho.Es que aquí en México todo está terriblemente mal visto. Ya ves lo que costó la Ley de Sociedades de Convivencia que, por cierto, yo fui parte de quienes la aprobaron. Estoy a favor, también, de que la mariguana se pueda vender en cualquier parte. Pero tengo más del personaje de La Tarea que del de Esmeralda, porque éste está inspirado en un cuento muy chiquito de la Poniatowska, De noche vienes, que no rebasa las cuatro páginas.

¿Le debe algo el feminismo mexicano a Danzón? ¡Mucho! El ser uno mismo, hacer lo que te gusta, escoger tu felicidad. Es una película muy femenina y feminista. Al final ella decide bailar danzón. Eso quiere. Gracias a la película conocí a muchas danzoneras del salón Los Ángeles y del Colonia. Eran muy parecidas a Julia Solórzano, el personaje que hago. Es un excelente guión de las hermanas María y Bertha Novaro. Danzón es otra película como Rojo amanecer, coyunturales, que marcan una etapa del cine mexicano.

Ser actriz de izquierda tiene sus demonios. Y creo que he sido muy maltratada por muchas cosas, querida pero maltratada, no te voy a decir por qué ni por quién pero así me siento. También he hecho el cine que me ha dado la gana. Y he vivido mi vida como me ha dado la gana.

Como protagonizar Rojo amanecer, película censurada por años.  El movimiento estudiantil yo lo viví en Xalapa, pero el 2 de octubre estuve en la Plaza de las Tres Culturas. Vi las bengalas. Me tocaron los balazos. Algo horroroso. En ese momento, en el edificio Chihuahua, había unos cuartitos en donde estaban los tapones de la luz, y ahí me pasé la balacera. Cuando empezaron los balazos, toda la gente corrió para diferentes lados y yo corrí para el frente y me metí al edificio con otras personas. Al final nos sacaron con las manos arriba, muy democrático todo.

A Juan, mi primer esposo, lo detuvieron y estuvo preso en el campo número uno. A mí me dijeron: “Vete”. Él tenía barba, estaba así porque íbamos a hacer una obra de teatro de la Universidad Veracruzana. Eso les llamó mucha la atención de Juan, lo confundieron al parecer con un líder de apellido Cabeza de Vaca. Esa noche me la pasé sin dormir, buscando a Juan. Primero me fui a llorar a mi casa, después a avisarle a su mamá. Mi mamá nos ayudó mucho. Como era maestra normalista, había estado en huelgas, sabía de eso. Salió un día antes de los Juegos Olímpicos, pasó 10 días detenido y si lo liberaron fue porque no era dirigente.  

Su inquietud política la llevó a incursionar en un partido, con el cual acaba de romper. Ajá, pero momento: a mí, en política, no me hizo el PRD, más bien me desencantó el PRD.  

¿Cuál es la razón por la que renunció al PRD? Renuncié cuando lo hizo Cuauhtémoc Cárdenas. Después me llamaron para ser la candidata en la Cuauhtémoc y eso me hizo mucha ilusión. Yo nací en el Sanatorio de María de Lourdes, en la Álvaro Obregón, pero mi mamá fue maestra en la Secundaria 3. Toda mi vida de joven, antes de irme a Xalapa, e incluso después de regresar, estuvo ligada a la Cuauhtémoc. Ahí está la ANDA, la ANDI, todo lo que tiene que ver con los actores. Tenía varias ideas, hacer obras de teatro en las viejas vecindades y un trabajo cultural que le hace falta a la delegación. Pero pasé por alto que da mucho dinero. Es la séptima economía del país.

Había intereses más importantes que mi honorabilidad, mi trabajo, mi nombre. Sabían que iba a ganar la candidatura. Hicieron un escándalo los de PRD que ya llevan años ahí, que durante mucho tiempo se han pasado la delegación entre ellos. Tampoco quisieron los de la parte central del GDF. Ya es mucha la putrefacción en la Cuauhtémoc.

¿Y qué sucedió? Nada, que han de haber dicho: “Ésta no se va a prestar a esto”. Me quitaron de la Cuauhtémoc y me ofrecieron una pluri. Pero no contaban con que les iba a decir no. No me peleé con nadie, aunque renuncié al partido por segunda vez. Es que ellos creen que uno ve esto como un negocio, sin ética, principios, ideales. Nunca vi así la política. Es más, en mi carrera de actriz ganaba más. Tenía una exclusividad de 100 mil pesos cuando entré a la política, que perdí cuando, desde luego, voté tres veces en contra de Televisa.  

¿Qué perdió? Dejé de trabajar siete años, ¿no se te hace bastante? He cometido muchos errores, de todo tipo. Cuando a la vida llegan los acreedores y te piden cuentas, uno lo entiende. Tengo muchos resentimientos. Aunque en política, nadie tiene que decirme nada. Cumplí. No falté. Me pueden hacer 70 mil auditorías.

Mi hijo siempre me dice: “Pues tú tienes la culpa de todo lo que te pasa, tendrías que ponerte la camiseta de las cosas y ser de otra forma”. “Pues tendría que volver a nacer”, le respondo.



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