Resistencia a anular cadena perpetua a menores en EU
Detroit, Michigan
El juzgado 801 está casi vacío cuando llegó Bobby Hines, esposado.
Hace más de 27 años, Hines enfrentó a un juez para responder a la acusación de haber participado en el asesinato de un amigo que le debía dinero por una venta de drogas. Tenía solo 15 años y acababa de terminar el octavo grado. El disparo que mató a James Warren, de 21 años, lo hizo otro adolescente. Pero Hines dijo algo tipo “dispárale” y eso selló su suerte: fue condenado a cadena perpetua, sin posibilidades de libertad bajo palabra.
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La condena fue emitida en una era en la que muchos estados, temerosos de adolescentes sanguinarios, adoptaron leyes que castigaban a los menores de edad como si fuesen adultos, lo que dejó a Estados Unidos como un paria a nivel internacional en ese terreno.
Cinco años atrás, no obstante, la Corte Suprema prohibió las condenas a cadena perpetua sin posibilidad de libertad bajo palabra para los menores acusados de asesinato. Y el año pasado dijo que ese dictamen abarcaba a los más de 2,000 menores que cumplen sentencias de por vida.
Las puertas de las prisiones, sin embargo, no se les han abierto a esos reclusos.
Una investigación de la Associated Press en los 50 estados del país reveló que la incertidumbre y la oposición a la reconsideración de estas condenas dieron paso a una variedad de respuestas, sin que haya unidad de criterio.
Las familias de muchas víctimas, por de pronto, quieren asegurarse de que los reclusos siguen presos. “Fueron juzgados como indica la ley”, afirmó Candy Cheatham, cuyo padre fue asesinado por un muchacho de 14 años, Evan Miller, preso en Alabama y cuyo caso motivó la intervención de la Corte Suprema en el 2012. “Salirse con esto y hacer que las familias de las víctimas revivan todo es cruel e inusual”.
El procurador del estado donde se encuentra Hines se ha mostrado proclive a darle una oportunidad a los reos presos de por vida tras cometer asesinatos siendo menores. Hines, quien hoy tiene 43 años, agacha la cabeza cuando la hermana de la víctima, Valencia Warren Gibbs, habla ante el juez.
“Quiero que salga”, afirma. “Quiero darle la oportunidad que él mismo no se dio... ese día”.