Editoriales > FONDO Y FORMA (ABEL OSEGUERA KERNION)

Cambio de régimen

No importa qué tan limpios estén, porque serán lanzados a un mar plagado de tiburones

Los mexicanos votaron por un cambio radical en la forma de conducir al país, 30 años de neoliberalismo fueron demasiados para las clases media y baja. La carga de pobreza, el esfuerzo vano por progresar honestamente determinaron esta elección. Votaron no solo el hartazgo por las corruptelas, no solo por el desentendimiento del sentimiento popular de la clase gobernante, el pueblo votó porque sencillamente era imposible sostener más tiempo esta política que solo sirve para enriquecer estúpidamente a unos cuantos.

De los candidatos, sólo López Obrador representaba ese cambio de rumbo. Su férrea oposición y ese temple que le caracteriza como un luchador social con sus raíces bien hundidas en el suelo mexicano le fueron suficientes para arrollar de forma abrumadora.

Cambio de régimen

Sin embargo ya vienen los tiempos de aterrizar lo prometido, enfrentar esas mafias que al río revuelto que es la nación, aprovecharon para hacer de las suyas.

El escenario que enfrenta el Presidente electo es por demás abrumador, una deuda gubernamental que alcanza el 53% del PIB, una industria mexicana destruida bajo el acoso de 30 años de los productos extranjeros, un mismo PIB que casi nada tiene de valor agregado por la misma industria mexicana y que referencia en su mayoría industrial al sector maquilador. Bancos que no prestan para el desarrollo industrial y que navegan a puertos seguros solo con préstamos de plástico y servicios bancarios onerosos.

Pemex, la empresa que fungiera como palanca del desarrollo nacional se convirtió en un botín de hampones que la desangraron con la mera intención de quebrarla y comprarla regalada.

Lo que el Presidente tiene enfrente es un reto enorme; Industrializar al país, impulsar la industria mexicana, fortalecer el poder adquisitivo de los trabajadores, luchar contra la corrupción y las mafias que darán la batalla para mantener sus privilegios, pero sobre todo devolver la paz social. Si bien es cierto, para esto deberá recuperar los empleos bien remunerados.

Bueno, eso ya todos lo sabemos, también sabemos que el Presidente electo es un hombre de convicciones y decisiones. Nada de su honestidad y capacidad está en duda, menos su nacionalismo y preocupación por los que menos tienen.

Tras el desayuno con José Antonio Meade dio señales de una reconciliación nacional que permita una transición tersa. Sin embargo en entre las metas y su realización hay variables que me tienen nervioso; Sus miembros del gabinete.

Algunos de los miembros de su gabinete no les ha caído el veinte de que la campaña ya terminó y siguen contraponiéndose a los mandatos de López Obrador. Esto es preocupante porque se están mandando señales que hay falta de disciplina en su círculo de colaboradores más cercanos.

Desde la declaraciones contra Bartlett hasta el golpe contra Monreal orquestado por Yeikol y Martí Batres. Y ya no se diga la mayoría de sus mujeres en el gabinete, adolecen de una enorme falta de experiencia. Salvo la trayectoria laboral de la Ministra Olga Sánchez Cordero, las demás están para prender las luces de alerta.

El Presidente electo deberá ser rápido, cuidadoso y sumamente estricto para disciplinar a su equipo de colaboradores. Enfrente se encontrará con una pared y obstáculos enormes y difíciles de sortear como para además cargar con su grupo de insurrectos.

Hay varias secretarías en manos inexpertas y hasta torpes, muchos lo ven y no dicen nada. Quienes queremos un cambio de régimen esperamos eficiencia en el quehacer gubernamental y para eso deberá el Presidente electo recapitular en algunos nombramientos de campaña.

La realidad de ser gobierno exige por mucho de los hombres y mujeres con los más altos índices de disciplina, capacidad, responsabilidad y compromiso. Se entiende que en campaña se busca ganar y por eso de un gabinete conformado por docentes, limpios de conciencia, pero también inmaculados del polvo que genera el frente de batalla.

Ahora se necesitan gente con experiencia en el ejercicio del poder. Porque llevar personajes para que aprendan será peligroso  e inútil. No importa que tan limpios estén, porque serán lanzados a un mar plagado de tiburones. Más vale no perder el tiempo cuando de antemano sabemos lo que ocurrirá.