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También de dolor se canta

Los estragos causados por la madre natura, magnificados por la corrupción y la cabal y sistemática violación a la ley, que lo mismo permite construir en zonas de alto riesgo que edificar con materiales de la más ínfima calidad para inflar las ganancia de las grandes empresas, que evadir responsabilidades y colocar en las posiciones de poder a quien puede cuidar las espaldas y garantizar la total impunidad, agüitan la alegría.

La alegría de las fechas en que se conmemora el inicio de la Guerra de Independencia con la cual se buscó poner freno a los abusos de las castas privilegiadas, que vivían de la inicua exploración de los aborígenes, fueran indios o no, se ahoga en la garganta por la rabia que da el abuso de los actuales, que ni a aristócratas llegan. El grito de ¡Viva México¡ que en algún momento de la prolongada lucha, tuvo el agregado de ‘cabrones’, ahora se pronuncia con otros adjetivos de peor calado contra los gachupines de hoy.

También de dolor se canta

No hay en este momento, dentro o fuera del país, quien pueda negar que el México de hoy atraviesa por una de las más graves crisis de corrupción y de violación sistemática de los derechos humanos de su historia. Por donde se ponga el dedo, brota un chorro de pus que todo lo contamina. Tantos y tan graves son los delitos de todo tipo (se han puesto de moda los de género con los muchos y muy frecuentes feminicidios que no ha sido posible ocultar), que no hay sistema de procuración y administración de justicia que pueda prestarles la adecuada atención y ver por la reparación del daño. 

Tan nublados como los festejos patrios de este día, se perciben las acciones que está llevando a cabo el sistema político viciado y permanentemente maiceado con carretas de dinero; por ello, organizaciones de la sociedad civil han tomado la decisión de ver por una solución. El colectivo #FiscalíaQueSirva agrupa a más de cien organizaciones de derechos humanos, colectivos de víctimas, académicos, periodistas y varios líderes empresariales unidos con el objetivo de lograr la transformación real con una Fiscalía verdadera, autónoma, robusta, capaz de responder con eficacia a los desafíos actuales.

Un recuento de los acomodos y reacomodos que han tenido las instituciones del sector público relacionadas con las obligaciones de garantizar el estado de Derecho y velar por el cumplimiento de los mandatos constitucionales y las leyes de que éstos emanen echa de ver el propósito claro de garantizar la impunidad actual y en lo porvenir. Los eventos ilegales, faltos de ética e impúdicos, denunciados en tiempo y forma con pelos y señales, se desechan sin más por improcedentes, dejando a su suerte a las víctimas.

Los medios masivos coludidos pasan en sus noticieros edificios antiguos colapsados; pero, bien se guardan de exhibir los ‘modernos’ fraccionamientos, construidos bajo el régimen de condominios horizontales para eludir cualquier responsabilidad penal, fiscal o civil. No muestran los bloques de concreto pegados con argamasa, con solo un alambrón como todo refuerzo; ni los techos de ‘unicel’ con una embarrada de yeso, que no pudieron resistir los temblores, los fuertes vientos ni las torrenciales lluvias.

Fenómenos meteorológicos éstos que tuvieron un mayor impacto por la corrupción y por la ausencia de voluntad para exigir estándares mínimos de seguridad tanto en la ubicación de los asentamientos humanos, como en su construcción y los materiales. La aristocracia peninsular, con auténticos blasones, obligó a los criollos y naturales a irse a la guerra por la vindicación de sus derechos elementales. El inicio de esta gesta con perfiles heroicos, se festejara con una alegría que esta insuflada con un dejo de coraje.

Nuevamente, como hace poco más de dos siglos, una clase insolente e indolente se ha apoderado de todo cuanto en estas tierras tiene algo de valor, echando por los suelos la justa retribución del trabajo, único medio para que los desheredados puedan llevar la gorda a la casa, como manda la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 

O, como diría el genial Cantinflas: “Si el trabajo fuera bueno; los ricos ya lo hubieran acaparado”.

De todas maneras, ¡Viva México!