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Seguridad y transparencia

Mala señal enviaron las comisiones unidas de Gobernación, Defensa, Estudios Legislativos y Marina, del Senado, al aprobar en fast track el controvertido dictamen de la Ley de Seguridad Interior anoche

Mala señal enviaron las comisiones unidas de Gobernación, Defensa, Estudios Legislativos y Marina, del Senado, al aprobar en fast track el controvertido dictamen de la Ley de Seguridad Interior anoche, pasando la rolita para que en pocas horas pudiera ser presentada al pleno de la Cámara Alta, donde también sería aprobada mediante la tan deleznable técnica del mayoriteo del partido oficial y sus satélites.

Todo lo que pudiera tener de bueno el ordenamiento, se echa a perder por las técnicas gansteriles de Emilio Gamboa y sus gamboines. El mismo presidente Enrique Peña Nieto les había pedido, atendiendo el clamor de importantes sectores de la comunidad nacional y de relevantes personalidades del ámbito progresista mundial: “Desde aquí hago un llamado al propio Senado de la República para que amplíe precisamente los espacios de diálogo, de acercamiento, con las distintas organizaciones de la sociedad civil para poder escuchar todas las voces y poder realmente enriquecer lo que eventualmente el Senado esté resolviendo en alcance a esta iniciativa presentada”.

Seguridad y transparencia

Pero, los senadores con el fierro del partido oficial hicieron caso omiso y, ‘cartucheras al cañón, quepan o no quepan’, atendiendo la consigna de Cristina Díaz, presidente de la Comisión de Gobernación, votaron por aprobar la iniciativa con alguna modificación que, en realidad, no remedia alguna de las pifias que tenía lo aprobado por diputados. La idea de una amplia discusión a nivel nacional, con expertos que dieran luz sobre la iniciativa de ley, se la pasaron por el arco del triunfo y se cumplió la voluntad del jefe.

Los alegatos y los debates en cuanto a la Ley de Seguridad Interior seguramente que la hubieran enriquecido y que con una amplia difusión, podría contar con el respaldo de quienes en este país viven y trabajan; pero, cuando se imponen criterios absurdos a puro chaleco, no hay forma de se puedan tragar ruedas de molino, por más bien intencionadas que vengan a resultar. At ovus, ni los zapatos entran, dice viejo refrán.

Sin un análisis profundo de especialistas, tanto nacionales como de países que han sufrido los embates de regímenes dictatoriales, no es posible discernir quién tiene la razón, si aquellos que dicen que sólo se está legislando para normar una realidad que vive el país desde que el becario de ingrata memoria sacara al Ejército de sus cuarteles para encargarles su guerra al narco, que, no tuvo, no tiene y acaso nunca tendrá buen resultado; o quienes aseguran que se corre el grave riesgo de que el país se militarice.

Por lo pronto, resulta preocupante que no se haya ido más a fondo en lo referente al Artículo Nueve, que fue cuestionado por el presidente de la Comisión de Estudios Legislativos, Benjamín Robles, pues dijo que de los ajustes cosméticos: “Me parece un cambio superficial y que no atiende el verdadero planteamiento central del INAI en el sentido de que este artículo fomenta la opacidad al establecer implícitamente, que toda información de seguridad interior será en los hechos confidencial y de reserva”.

La posición de la Senadora Angélica de la Peña, fue contundente: “Permítame decirles que este decreto está desatendiendo lo dicho por los organismos internacionales y el propio Parlamento Europeo... Todas estas comunicaciones deben ser atendidas y además hemos recibido de organizaciones civiles y distintas personalidades”.

Antes de cerrar la edición aún no se sabía si la iniciativa había sido aprobada por el pleno; pero, si no fue anoche, será hoy, o mañana, que a los ‘legisladores’ únicamente les interesa lo que abiertamente confesó el defenestrado Manlio Fabio Beltrones: “A mí sólo me preocupa cumplirle al presidente”.

Con un poco de más prudencia y acaso una pizca de talento, no hubieran tenido los senadores que sufrir el amago de que la ley sea impugnada ente la Suprema Corte de Justicia de la Nación mediante una controversia constitucional.

Lo bueno no sólo debe ser bueno, también debe parecerlo.