Editoriales > ANÁLISIS

¡Qué fijados!

Los peruanos y sus políticos han venido a resultar muy fijados. Renunció el presidente Pedro Pablo Kuczynski por estar involucrado en el affaire de Odebrecht y por haber liberado a Fujimori a cambio de apoyo político en el Congreso, y renunció Kenji Fujimori por financiamiento ilícito de la misma empresa al partido Fuerza Popular que postuló a su hermana Keico a un escaño, luego de que fracasó por la presidencia.

De hecho, Kuczynski estaba acorralado y su renuncia no fue más que una jugada para ganar tiempo antes de que hoy fuera destituido por corrupción y manipulación de las fuerzas políticas para salir bien librado en la primera vez que fue enjuiciado. Sondeos realizados por medios de prestigio intachable, como Ipsos, señalan que el 58% de los peruanos estima que el exmandatario debió ser destituido y llevado a proceso, en tanto que sólo un 37 se pronunció porque le permitieran terminar su gestión en 2021. 

¡Qué fijados!

En el mes de en diciembre de 2017, el caso Odebrecht lo llevó a enfrentar un proceso de vacancia en el Congreso por incapacidad moral para gobernar, al que sobrevivió; pero, echando mano de jugadas políticas indebidas, que, finalmente, lo llevaron a la demisión. Tres videos muestran un supuesto intento de compra de votos para evitar su destitución, y de negociaciones con el partido Fuerza Popular que le dio el respaldo necesario para mantenerse en el cargo a cambio de la liberación de Alberto Fujimori. 

El declive del político inició cuando la presidenta de la comisión investigadora Lava Jato del Congreso peruano, Rosa Bartra, mostró documentos que Odebrecht envió a su grupo parlamentario, en los que se indica que pagaron 782,207 dólares a Westfield Capital, empresa de asesoría de banca de inversión con dirección en Miami, Estados Unidos, propiedad de Kuczynski. Los pagos, fueron por siete consultorías que realizó entre noviembre de 2004 y diciembre de 2007. Además, otra firma, la First Capital, ubicada en la misma dirección de Westfield, recibió más de 4.4 millones por asesorías a Odebrecht por proyectos en Perú entre el 2004 y 2013. Algunos de estos pagos se hicieron cuando Pedro Pablo era funcionario del gobierno del expresidente Toledo.

Así mismo, en el mes de diciembre y a pocas horas de que los peruanos se sentaran a la mesa a celebrar la Navidad, Kuczynski anunció que había indultado ‘por razones humanitarias’ a Alberto Fujimori, quien cumplía una condena de 25 años de cárcel por corrupción y violaciones de los derechos humanos perpetradas durante su gobierno. La presidencia de Perú difundió un comunicado en el que explicaba que Kuczynski había otorgado la gracia presidencial tras conocer la evaluación de una junta médica, que la recomendó por sufrir ‘una enfermedad progresiva, degenerativa e incurable’.

Ayer mismo, Kenji Fujimori, hijo del expresidente y hermano de la congresista y exaspirante a la presidencia del Perú, Keico, escribió en su cuenta de Twitter: “Con mucha tristeza, tengo el deber de renunciar al Partido Fuerza Popular. El sacrificio de tantas personas por el fujimorismo en todo el Perú, hoy se ve empañado por unos pocos. No dudo de mi hermana, pero el partido ya no tiene autoridad moral. El amanecer, sin embargo, llegará”. El caso Odebrecht ya logró la renuncia de un presidente en funciones y el encarcelamiento de un exmandatario, además de una serie de procesos en contra de políticos y empresarios de varios países del continente; sólo en México, los involucrados y directamente imputados siguen haciendo como que la Virgen les habla y pueden dormir tranquilos, porque, aquí, ¡nunca pasa nada!