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Después, ¿qué?

Los cambios son buenos, sobre todo cuando responden a la demanda de los ciudadanos.

La historia, esa gran maestra, no nos dice cuándo los hombres pasaron de la caza a la agricultura. Pudo ser en el Periodo Neolítico y gracias al azar, con un grano de trigo silvestre. Se puede presumir que el nuevo régimen exigió nuevas virtudes y cambió algunas de las antiguas virtudes en vicios. El trabajo fue más valioso que la valentía, la constancia y la paciencia más útiles que la violencia, la paz más deseable que la guerra.

En política, la historia demuestra que cuando hay cambios se pueden tener resultados notables, aunque, sin descartar errores tremendos. Experiencias relevantes de cambio substancial, que han impactado en todo el planeta, han sido la de la India, bajo la clara conducción de Mahatma Gandhi para lograr su independencia y desarrollo. Su política de que: “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena”, con la que instó a no permanecer indiferente ante las injusticias del poderoso.

Después, ¿qué?

Nelson Mandela hizo posible la reconciliación de un pueblo dividido por odios venidos de lo más oscuro de la humanidad. Su historia sigue siendo fuente de inspiración; es, quizá, la figura más popular, admirada y respetada universalmente. Icono de la lucha contra el apartheid, al que derrotó, el antiguo líder del Congreso Nacional Africano fue primer presidente negro de su país y Premio Nobel de la Paz. Liberado en 1990 tras 27 años de cautiverio, inició, trabajando estrechamente con el presidente reformista Frederik de Klerk, una complicada y exitosa transición de la dictadura segregacionista blanca a la democracia multirracial. Llegó a la presidencia con el voto de la mayorías. 

El empeño de toda su vida fue conseguir y preservar la unidad de la "nación arco iris".

Otro que dejó su huella impresa en la historia del siglo XX, fue Lech Walesa. Como líder gremial en Polonia, dominada por el régimen comunista, contribuyó a quebrar el dominio soviético que se extendía tras la Segunda Guerra Mundial sobre países de Europa Central y del Este. La organización ‘Solidaridad’, el primer sindicato libre en las naciones satélites de la Unión Soviética, permitió torcer el destino político de Polonia y generó a fines de los 80s un contagio en la región. Walesa fue distinguido en 1983 con el premio Nobel de la Paz. 7 años después fue electo presidente de su país.

Otro notable es Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil entre 2003 y 2010. En ese periodo,  cerca de 30 millones de brasileños se elevaron por encima del umbral de la pobreza y se sumaron a la economía de mercado. Ese logro, reconocido tanto por los partidarios como por los detractores de Lula, aumentó su popularidad dentro y fuera de su país, al grado que el presidente Barak Obama de los Estados Unidos dijo que "Lula es el político más popular de la tierra". Sus mejoras se dejaron sentir en todo Brasil y llegaron a rincones que antes quedaban al margen de esos beneficios, mediante ambiciosos programas sociales que eran elogiados internacionalmente.

La fórmula, de tan simple, resulta magistral: estabilización económica y mejora del sistema educativo, con la creación becas para asegurar que los estudiantes más pobres tuvieran acceso a la educación superior y así sumar sus talentos y habilidades al sistema productivo, que creció aceleradamente. El gobierno de Lula se caracterizó por resultados económicos positivos, como la baja inflación y altas tasas de crecimiento del PBI, así como la reducción del desempleo, más y mejor distribución del ingreso y aumentos de la balanza comercial. También destacó por incentivar las exportaciones y la creación de microcréditos, entre otros. 

Quizá la medida económica más notoria fue la de liquidación anticipada del pago de las deudas contraídas por sus antecesores con el Fondo Monetario Internacional y el BIRF. Lula impulsó los cambios a su manera y cosechó las recompensas: dejó la presidencia con cerca del 80% de aprobación.

Esos ejemplos demuestran que los cambios son buenos, sobre todo cuando responden a la demanda de los ciudadanos. Su obra es la respuesta a la pregunta: Después, ¿qué?