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Orlando Ortiz: adiós a un grande de Tamaulipas

Para Carmen Galicia y familia con cariño invariable. Frente al mar del Golfo recibí la noticia. Ante al inmenso mar de su terruño amado, leí el mensaje de Coro Perales: murió Orlando Ortiz. Un dolor en el alma sentí al leer las tres palabras. Dejó su residencia en la tierra el más grande de los literatos tamaulipecos de nuestro tiempo. De forma inesperada, pero sin mayor sufrimiento, partió así como era, un hombre generoso y pleno. Nacido en Tampico en 1945, su vida se caracterizó por una profusa energía creativa. El día anterior a su fallecimiento, había terminado un libro para niños, me dijo hace unos días Carmen Galicia, compañera en el amor desde la preparatoria. 

"Mueren mejor y con menos angustia quienes vivieron con dignidad y cumplieron la mayoría de sus metas". Orlando estaba feliz por el libro recién terminado y tenía en mente muchísimos proyectos. Autor de más de cincuenta libros de géneros diversos y con una carrera literaria de casi sesenta años, Orlando Ortiz publicó su primera novela "En caso de duda" hace 52 años, ganando con ella la beca Martín Luis Guzmán y marcando así el inicio de un largo y floreciente camino en la creación. Después vinieron muchas y diversas obras. En "Jueves de Corpus", una de sus obras más vendidas, basada en testimonios y notas de prensa del histórico acontecimiento; Orlando ya demuestra siendo muy joven su conciencia crítica, su capacidad para poner el dedo en la llaga frente a una cruenta realidad.

Orlando Ortiz: adiós a un grande de Tamaulipas

Maestro en la realización de antologías, la suya sobre "La violencia es México", se convirtió en un clásico. Creada por recomendación de Emmanuel Carballo, la antología contiene textos acerca de la histórica violencia mexicana desde tiempos prehispánicos hasta el dos de octubre de 1968. Textos imprescindibles para conocer y reconocer al México de hoy, la violencia que en diversas formas se manifiesta y hiere profundamente a nuestra sociedad. Un tema constante en la literatura del escritor tampiqueño es la violencia, ese describir con letras el dolor, pero también el "poder subversivo del humor", característico de su genio literario. Porque aun en medio de sus más trágicos relatos, Orlando era capaz de arrancarnos una sonrisa.

Tuve el honor de recibir en mi domicilio, como testimonio de amistad, algunos de sus libros, enviados amablemente con bellas dedicatorias. El último llamado "El caballo blanco", pudiera haber sido escrito en cualquiera de nuestras localidades. Crímenes, tragedias; pasiones de sangre y muerte. Pero hay algo que me mueve y conmueve de los relatos. Están escritos desde el lado de las víctimas, no de los sicarios como se han hecho tantos. Orlando da voz a los dolientes para hacernos sentir en carne propia la herida de la violencia en nuestro estado y país.

Escritor por puro gusto de bellísimos libros para niños, su grandeza de literato no sólo se limitaba a escribir; fue sin duda el mayor analista de la literatura tamaulipeca. En ese sentido compiló junto a su hija Tania una obra cumbre: "El ensayo panorámico de la literatura en Tamaulipas", publicado por el ITCA en 2015. Gracias a esa minuciosa selección, los tamaulipecos podemos tener acceso a lo mejor de nuestras letras desde sus orígenes hasta nuestros tiempos. Una joya literaria en cuatro tomos que nos deja como parte de su gran legado a Tamaulipas, nuestro estado siempre heroico por la grandeza de su gente buena.

Por si fuera poco, Orlando fue uno de los mejores talleristas de escritura en el país. Recorrió todo nuestra geografía nacional impartiendo con su particular generosidad, cursos y talleres a escritores que se cuentan por cientos. Además recibió diversos premios y estímulos por su quehacer literario. Tengo presente el día que lo acompañé en el monumental Palacio de Bellas Artes a recibir un homenaje con motivo de su trayectoria dentro del ciclo "Protagonistas de la literatura mexicana", donde se le reconocieron sus valiosos aportes como escritor, promotor e impulsor de nuevos talentos literarios.

Esposo, padre y abuelo ejemplar, Orlando deja una huella entrañable e indeleble. "Cuando el legado es grande arropa la muerte. Amaina el dolor cuando el ejemplo enriqueció la vida de quienes se quedan". El legado, el ejemplo y las letras de Orlando Ortiz siguen plenos de vitalismo. Porque "hay algo que va más allá: la grandeza del ser. Y la grandeza no se entierra, ni se olvida", decía bien Felipe Llanas. Este septiembre hemos despedido con honda tristeza a un grande de Tamaulipas, pero estamos convencidos que su obra trasciende. Nuestro mejor homenaje ahora será leerlo, acercarnos a su literatura como fuente inagotable para el conocimiento de nuestra tierra y nuestra gente. Hasta siempre amigo y maestro. Nos dejas estrellas de eternidad entre tus letras.