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"I have a dream"

Confieso. No soy afecta al uso del idioma inglés sólo como una moda. Una práctica ahora muy usada, pero sin mucho sentido. Tenemos uno de los idiomas más bellos y nos toca valorarlo, aprenderlo y usarlo, antes que repetir anglicismos sin ton ni son. Ya usted sabe: "trendy", "outfit" "hipster" "cool". Ufff, lo más triste es que la mayoría de quienes los usan, no saben ni hablar bien su propio idioma. Con todo respeto, pero yo prefiero el español, uno de los más ricos en palabras, nuestra lengua materna, un tesoro. Como diría Neruda a propósito de la "conquista": se llevaron el oro y nos dejaron las palabras. 

Dicho lo anterior, explico porque esta vez uso una frase en inglés para el título de mi texto semanal. Y entrecomillada porque no es mía, sino el título de uno de los discursos más importantes de la historia política: "I have a dream", que significa "Yo tengo un sueño" y fue dicho por Martin Luther King en el Monumento a Lincoln el 28 de agosto de 1963, durante la marcha por el Trabajo y la Libertad frente a más de 250 mil personas. Un discurso entrañable donde el líder de los derechos humanos, expresa su anhelo de igualdad: tengo el sueño de que un día en las rojas montañas de Georgia los hijos de los esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad".

"I have a dream"

Como Luther King, todos tenemos sueños en la vida. Sueños personales, pero también debemos tener sueños en comunidad. En ese contexto, hoy tomo las palabras del mártir estadounidense, para expresar un sueño para nuestro estado y ciudades: la construcción de ciudadanía. Un concepto establecido por especialistas, pero no es otra cosa que trabajar para asumirnos como verdaderos ciudadanos, conscientes, participativos y exigentes. La ciudadanía debe dejar de ser un emblema exhibido sólo en tiempos electorales, para construirse como una práctica diaria que contribuya a mejorar nuestra vida en común. No podemos seguir quejándonos de los malos gobiernos, sino somos capaces de participar, proponer y exigir cotidianamente.

Pero por desgracia, a Tamaulipas y sus ciudades les sobra crítica de café y les urge una ciudadanía activa, comprometida, responsable. Una tarea que nadie puede hacer solo, pues requiere de los otros, de sus ideas, propuestas y acciones. Vivimos en sociedad, luego entonces; para resolver los problemas comunes es necesario proponer, dialogar, participar. Pero en la mayoría de nuestros municipios, sólo se participa en campañas y después a dormir en los laureles. La democracia no se agota con el voto. Es cuestión cotidiana, en la casa, en la calle, en la plaza. Las mejores democracias del mundo como Noruega, pueden presumir de la participación social como uno de sus grandes activos, que incide en la baja corrupción, la igualdad social y los buenos servicios públicos.

Usted dirá que no podemos compararnos con Noruega. Pero no es imposible  construir una ciudadanía participativa, desde la educación de los niños, hasta la inclusión de los adultos mayores. Todos somos parte de la sociedad. Y la formación empieza en casa, enseñándoles primero que nada a nuestros niños y jóvenes a amar su tierra, conocerla, cuidarla. Aprender juntos a participar en la solución de los problemas comunes y a exigir a los gobiernos cumplir su parte. Una sociedad apática sólo produce dejadez, problemas, ciudades abandonadas. Nuestra capital ha perdido mucho de su dignidad y la responsabilidad es de todos.

En ese contexto hace unos días me invitaron a la cena de un nuevo grupo organizado para la participación social y política en nuestra ciudad. ForTam, un grupo no partidista, cuyo propósito es unirse para dialogar, proponer y actuar en torno a las necesidades y anhelos de nuestra comunidad. Una reunión a la que asistieron médicos, profesores, constructores, empresarios, comerciantes, entre otros hombres y mujeres de nuestra localidad para dialogar en esta ocasión con José Ramón Gómez, delegado de Bienestar en Tamaulipas, quien habló detalladamente de los programas sociales federales y escuchó atentamente  las diversas participaciones de los asistentes.

Celebro la iniciativa de quienes consideraron importante la unión de voluntades para construir una mejor sociedad. Una organización diversa, con personas pensando distinto pero con un propósito definido. Sentarse juntos en una mesa de hermandad, como diría Luther King, no para lucrar sino para edificar, lo mismo cultura política que buenos acuerdos y de la cual puedan emerger nuevos liderazgos. En la cena, con todos los protocolos de la pandemia, pude apreciar el gusto de volver a encontrarnos, el placer de re-unirnos y conversar de lo que tenemos y lo que nos falta. Una buena iniciativa que verdaderamente espero no sea flor de un día, ni alboroto de "fiebres electorales", para constituirse en una organización trascendente, consciente de la fuerza y la influencia ciudadana. 

Ojalá sigan surgiendo asociaciones con personas participativas en toda la entidad y logremos con ello transformar todos juntos a Tamaulipas. "I have a dream"