Editoriales > EL JARDÍN DE LA LIBERTAD

De ricos, pantallas y sexo

Estamos tan desorientados que creemos que gozar es ir de compras. Un lujo verdadero es un encuentro humano. Gozos verdaderos son los que embargan el alma de gratitud y nos predisponen al amor

Ernesto Sábato

De ricos, pantallas y sexo

Hace algunos meses, un prestigiado diario estadounidense publicó un texto que sigue causando polémicos comentarios. El artículo, titulado "La interacción humana es un lujo en la era de las pantallas", precisamente refiere como en las experiencias de la vida humana, cada vez hay más y más pantallas. Para ejemplificarlo, empieza hablando de Bill, quien tiene una gran amiga llamada Sox y no es más que una gata virtual: "Está en una tableta y lo hace tan feliz que comienza a llorar cuando platica como llegó a su vida".  Un hombre de 68 años, de bajos ingreso, jubilado, para quien la gata en la pantalla es una compañera maravillosa. 

Parece mentira, pero la gata virtual es parte de un programa proveniente de una empresa emergente llamada CareCoach, desde donde se emite la voz y las respuestas cariñosas. Y Bill no es el único que encuentra consuelo y compañía en las pantallas. Como él, millones en el mundo están pendientes de sus pantallas más horas de las que duermen. Y como cada vez son más baratas, las pantallas se han convertido en el entretenimiento de las mayorías. Un pasatiempo que a todos, en mayor o menor medida, nos está quitando el mayor tesoro: tiempo de vida. Y sino dígame usted ¿quién será el que tire la primera pantalla?

Pues el reportaje de New York Times dice que los ricos. En las clases más altas cada vez más estar sin pantallas se ha vuelto un símbolo de estatus. Mientras más pantallas hay en la vida del pobre, menos aparecen en la vida de los adinerados. Los pudientes le temen a las pantallas y están buscando que sus hijos interactúen más con personas, pues lo consideran como un lujo. Así lo refieren quienes investigan la vida de los acaudalados: "los ricos quieren gastar en todo lo humano". Llámese viajes, educación, cultura, bienestar. Experiencias humanas, no virtuales. Y se preocupan especialmente porque sus hijos se alejen de las pantallas, informados ya del daño al desarrollo cerebral causado por la excesiva exposición.

Es bien sabido que los magnates de la tecnología no quieren pantallas cerca de sus hijos, aunque las promueven para la clase media y baja. Ellos huyen de las pantallas, como de la comida chatarra, pero trabajan para mantener a las mayorías enganchadas. ¿Qué hay detrás de todas estas paradojas? Algunos sociólogos hablan de la dirigida "idiotización" de las masas a través del entretenimiento vacío que anula la sensibilidad y capacidad de reflexión. Nos quieren bien enganchados, para dominarnos a su antojo, dice una especialista: "una especie de anestesia que nos permite soportar la realidad sin hacer nada para cambiarla". Lo cierto es que los dinerosos han marcado su raya al distanciarse de las pantallas y promover en su familia el contacto humano.

Y luego está el sexo. Diversas investigaciones han llegado a la conclusión de que las pantallas están afectando gravemente la intimidad de las parejas. Un estudio universitario en Reino Unido encontró que la hora pico en el uso de Internet es entre 10 y 11 de la noche. Datos cruzados con el descenso en la actividad sexual de hasta 40% en los últimos años. Los investigadores hablan de cómo la tecnología llegó hasta la cama, robando tiempo y espacio para la intimidad: "Para poder encontrarse, hay que tener tiempo, trabajar en el vínculo, generar el deseo", dicen los sicólogos, pero ahora se prefiere ver series y checar todo el tiempo los chismes de los otros, olvidando la vida propia. 

Y siguiendo con las investigaciones, hace poco se publicó una en la cual se analizó la vida de una persona promedio en términos de cifras, porcentajes y días. Los estudiosos realizaron la encuesta en 9000 personas de nueve países con un promedio de vida de 71 años. Y asómbrese usted del tiempo dedicado a cada cosa en una vida entera. Haciendo ejercicio 180 días de la vida (0.69%), socializando 1769 días (6.8%), frente a las pantallas 8,995 días de la vida (41%) sentado o dormido, 7709 días (29.7%) y en actividad sexual (0.45) que equivale sólo a 117 días de su vida. Así pues, pese a la comentada obsesión por el sexo, parece haber mucho ruido y pocas nueces, pues la mayoría de la gente pasa más tiempo viendo sus teléfonos que conviviendo con sus seres queridos o teniendo sexo.

Así se nos va la vida, la única. Ya usted sabrá cómo vive el tiempo restante. Por lo pronto, los ricos se están alejando de las pantallas. Bueno sería nosotros también empecemos a valorar lo que no se compra con dinero. Ya dijo el poeta: rico es quien tiene tiempo para cultivar los afectos.