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Lucha por restablecer la paz debe ser pareja

El presidente Barack Obama, al recibir el Premio Nobel de la Paz, dijo en su discurso de recepción que: “los instrumentos de la guerra tienen un papel que jugar para mantener la paz. Por mucho que se desee la paz, la creencia de que es necesaria raramente es suficiente para lograrla”

El presidente Barack Obama, al recibir el Premio Nobel de la Paz, dijo en su discurso de recepción que: “los instrumentos de la guerra tienen un papel que jugar para mantener la paz. Por mucho que se desee la paz, la creencia de que es necesaria raramente es suficiente para lograrla”; por ello, no basta que la mayoría de los habitantes de este municipio y de Tamaulipas entero anhelen la paz que en otros tiempos trajo progreso y bienestar, enmarcados en la alegría y el son de los boleros.

Esa paz perdida tiene que recuperarse y sólo puede lograrse cuando se restablezca el orden y la ley vuelva a ser el marco normativo de la conducta de los tamaulipecos. En este momento, cuando los medios dan cuenta de hechos violentos, ajustes de deuda, asesinatos y demás eventos de carácter antisocial, ya comienza a sentirse la mano de las autoridades que están empeñadas en corregir los yerros que por tanto tiempo se vinieron sucediendo hasta convertirse en un cáncer.

Lucha por restablecer la paz debe ser pareja

Un cáncer que hay que extirpar para sanar el tejido social, aunque ello signifique sangre, sudor y lágrimas. En el empeño por erradicar la violencia de las ciudades y las calles de Tamaulipas, y de manera muy especial de esta frontera, hay daños colaterales que resultan inevitables, porque no existe entre la delincuencia, un pacto de honor que acote la guerra para llevarla a un terreno donde la gente no tenga que sufrir el impacto del combate, ni tenga que pagar lo que no debe.

El honor, la lealtad, la disciplina y los demás valores que caracterizan a las fuerza del orden, no tienen sentido para quienes han decidido tomar el camino equivocado; por el contrario, buscan escudarse entre la gente para evitar ser aprehendidos, aunque eso tenga un alto costo para la sociedad que permanece ajena, sufriendo los embates de una guerra que ha tenido un muy alto costo, por cuanto se ha sembrado el miedo y la angustia se ha convertido en el pan cotidiano.

En estos momentos, luego de tantas circunstancias adversas y algunas muy lamentables, ya se empieza a respirar un ambiente de mayor tranquilidad y certidumbre.

Quizá el indicativo mayor es que la gente afectada empieza a denunciar los eventos que van en contra de su vida y de su patrimonio, cosa que no sucedía antes, porque el denunciante era ‘‘puesto’’ por las mismas autoridades, como se evidenció con las denuncias en contra de los notarios públicos que, de un plumazo cambiaban escrituras, hacían firmar a los muertos o privaban a alguien de sus derechos.

Quizá la lucha todavía vaya a prolongarse un buen trecho, que el cáncer no se cura con mejorales ni es posible limpiar con una cubeta de agua tanta inmundicia acumulada en años de dejadez y acaso de complicidad. Quizá, aún haya que lamentar más sucesos trágicos que involucren a la sociedad tamaulipeca; pero, de que se avanza, se avanza y algún día esta tierra volverá a ser un destino para gente de todo el país y los visitantes del otro lado que gustan del sabor mexicano.

Buena idea sería que los nativos y avecindados empezaran a colaborar con los esfuerzos de las autoridades; no que saquen rifles y pistolas para combatir a los malosos, sino que hagan una denuncia puntual de todo ilícito que les afecte o del cual tengan conocimiento. Y, si no tienen la respuesta que desean, que también hagan una denuncia clara y precisa ante los medios que están al servicio de la sociedad. Que la lucha por restablecer la paz, sea pareja, cada quien en su lugar.

León Tolstoi, en una de las obras maestras de la literatura universal, La guerra y la paz, señaló que: “La necesidad se basa en la razón y por lo tanto, es explicable mediante el análisis histórico y el libre albedrío está basado en la conciencia, y por lo tanto, es inherentemente impredecible”. La razón histórica de estas tierras, está obligada a oponerse al libre albedrío de quienes únicamente ven por sus propios intereses y a corto plazo. La lucha se ha tornado cruenta; pero, quizá ese sea la mayor evidencia de una nueva alborada. Quizá la paz esté esperando a la vuelta de la esquina.