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La resistencia

Asegura un viejo y conocido refrán que: "No hay mal que dure cien años, ni pueblo que los aguante", lo que debe entenderse en el sentido que dejó entrever en su obra máxima don Miguel de Cervantes Saavedra, que el tiempo cura todo mal y todo bien, también. No hay forma de evitar los chaparrones que de tarde en tarde vienen a interrumpir la calma chicha; pero, bien puede ponerse buena cara si se toman en cuenta los beneficios que habrán de traer con sus lloviznas.

Para este sábado, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, convocó a un acto de unidad por la dignidad de México en la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California. De inmediato, las fuerzas políticas más representativas se han comprometido para estar presentes y hacer sentir al pueblo norteamericano que los mexicanos están unidos en torno a su gobierno y que cualquier diferencia en asuntos políticos y económicos no habrá de afectar la larga tradición de amistad.

La resistencia

Luego de que los gobernadores priistas comprometieran su apoyo al presidente y a la estrategia que deba seguir para mantener incólume la dignidad de la nación mexicana, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, expresó que: "México debe tener una posición clara y firme frente al presidente Donald Trump. Nuestro deber es defender los intereses nacionales y cuidar nuestra vecindad con los Estados Unidos. Nos solidarizamos con las acciones que se lleven a cabo y que vayan encaminadas a que se impulse el desarrollo económico en ambos lados de la frontera". Otros mandatarios de todos los colores y sabores se han sumado al llamado.

Lo mismo están haciendo las Cámaras del Congreso, donde no falta algún prietito en el arroz, y por el mismo rumbo se ha pronunciado el Poder Judicial. Pero, además, el presidente cuenta con el respaldo de la mayor parte de las organizaciones del país, independientemente de sus intereses y tendencias. Es posible que el evento que está planeado para iniciar a las cinco de la tarde sea el catalizador que se necesitaba para solidificar el proyecto de la Cuarta Transformación de México.

No pueden esperarse anuncios espectaculares ni acciones que eleven el calor de los diferendos con el presidente de los Estados Unidos. Más bien será un evento de una gran fuerza moral, como los que en su tiempo encabezaron Gandhi y Mandela en pos de la razón que liberara a sus pueblos del yugo opresivo de los intereses creados que no respetan los valores universales ni los derechos humanos decantados a lo largo de la historia de los pueblos. Va a ser un acto de pura resistencia.

En las actuales circunstancias ni el gobierno de México ni las fuerzas progresistas de los Estados Unidos pueden hacer otra cosa. Los senadores republicanos que votaron a favor de Trump en su declaración de emergencia en marzo para obtener los fondos necesarios para construir su muro, no pueden votar en contra de la aplicación de aranceles porque, una cosa llevaría a la otra. Vetar los impuestos a las importaciones mexicanas, conduciría a ir más hondo y cancelar la declaración de emergencia, cosa que no están dispuestos a hacer, menos en un año eminentemente electoral.

Trump impone los aranceles mediante las disposiciones de las leyes de comercio, incluyendo la sección 232 de la ley de expansión comercial de 1962 y la sección 301 del Trade Act de 1974. Pero, además, en una jugada bien medida, Trump está utilizando otro derecho: la Ley de Poderes Económicos Internacionales de Emergencia, de 1977 (IEEPO). Esta ley otorga autoridad al presidente para gravar las importaciones de algún país extranjero o un nacional que tenga interés.

La resistencia es una táctica que ha tenido buenos resultados a lo largo de la historia. De hecho, dos de las fuerzas bélicas más notables fueron detenidas y derrotadas mediante acciones de resistencia que implementaron las naciones débiles e indefensas. Toda proporción guardada, es el momento en que México y los mexicanos asuman una postra de defensa mediante la resistencia.

Los daños pueden ser cuantiosos; pero, al final se habrá ganado la partida una vez que pasen las escaramuzas políticas que tienen ocupados a los vecinos. Ya vendrán los tiempos de la cordura y de la reconciliación, porque, a fin de cuentas, un país necesita al otro tanto como es imaginable.