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La apuesta por el petróleo

El nuevo gobierno, que tomará posesión en 35 días, apuesta por la recuperación de la industria petrolera y todo parece indicar que las estrellas se están alineado para dar la razón a Andrés Manuel López Obrador, quien recientemente señaló que el año próximo se hará una inversión de cuando menos 20 mil millones de pesos en lo que se refiere a la extracción y 4 mil más en la rehabilitación de la refinería de Tula y otras.

Reactivar la industria que tanto recursos aportó al país en la época de los gobiernos irresponsables, que dilapidaron colosales fortunas, es un acierto, porque México es, sin lugar a dudas, un país petrolero. Para lograrlo, el gobierno entrante contará con un mercado fluctuante; pero que apunta indudablemente al alza por los diversos eventos de la geopolítica, que han generado inestabilidad en el medio oriente y en Sudamérica.

La apuesta por el petróleo

Durante los pasado cuatro años, la inversión en la industria petrolera se redujo hasta quedar situada en un 38 por ciento de los recursos que se destinaron a la exploración, perforación y extracción de crudo, así como a la refinación del mismo en 2014. Los argumentos son de lo más variado; pero, todo indica que se buscaba dejar caer la producción interna para favorecer la importación de combustibles, negocios con altos niveles de rentabilidad, sobre todo cuando funcionarios de la industria están dentro.

Se dijo que la baja inversión en el petróleo correspondía al abatimiento de los precios que se fueron en caída durante el cuatrienio. Circunstancia que ha variado pues, los precios del crudo han subido en 2018 debido a las expectativas de que las sanciones que se han impuesto a Irán pongan a prueba la capacidad de producción de la OPEP y de otros países. El impacto fue tan notable que el crudo Brent alcanzó a principios de octubre 2018 los 86,44 dólares por barril, su nivel más alto desde el 2014; pero, luego ha venido bajando y se espera que cierre el año con precios rondando los 76 dólares.

Si este año los precios fluctuaron al alza, para el próximo no se espera que sea diferente dados los niveles de inestabilidad de los mercados en general, incluyendo las bolsas de valores y otros instrumentos de financiamiento e inversión. Un ejemplo de la gran disparidad de criterios se observa en las predicciones para fin de año que hicieron los expertos mundiales en la materia, con la salvedad de que sólo uno acertó.

Por su parte, los inversores apuestaron en cifras récord a que los precios del petróleo pasarán los 80 dólares e, incluso, llegarán a 90 dólares el barril el 2018; pero, dejan de lado los afectos de la geopolítica en su predicción, pues bien sabido se tiene que los mercados físicos para los envíos de crudo cuentan una historia diferente: los precios al contado sufren sus mayores descuentos en años frente a los de los futuros, debido a la débil demanda de los refinadores en China y una acumulación de cargas en Europa.

La diferencia es notable porque, tradicionalmente, los mercados físicos se consideran como el mejor indicador de los fundamentos a corto plazo y estos señalan que en este momento, los vendedores luchan por encontrar compradores para sus cargamentos de África Occidental, Rusia y Kazajistán, mientras que los cuellos de botella en los oleoductos dificultan el suministro en el oeste de Texas y en Canadá. Esa, la realidad.

Los criterio generales acerca del futuro del petróleo es que el año próximo habrá recortes en la producción y en la refinación de crudo por necesidades técnicas, además de que aumentará la demanda global y con ello, los precios se verán empujados al alza, lo que viene a pintar un panorama favorable para los proyectos de inversión del nuevo gobierno, que así, podrá dar cumplimiento a muchas de sus promesas de campaña en lo que se ha nombrado ya como la Cuarta Transformación.

Al principio de la centuria los precios del petróleo fueron al alza, lo mismo que la producción, rayando, inclusive, en la sobreexplotación que acabó con el rico filón de Cantarell; el máximo nivel de producción y exportación, 3 y medio millones de barriles de crudo, que trajo al país una enorme fortuna de la que no queda nada, se dio en el 2011, con el becario de ingrata memoria al mando, un mando que resultó perjudicial.

Ahora, con la recuperación de los precios y con la inversión anunciada por AMLO, es posible que el país vuelva a ser un importante exportador y que haya recursos para todo lo necesario.