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La amenaza de deflación

Hoy se cumplen diez años de aquella medida extrema que aplicó la Reserva Federal de los Estados Unidos al fijar, por primera vez en la historia, un rango objetivo en los tipos de interés que se movería entre el 0% y el 0.25%, desde el 1% anterior. Esta medida tuvo como propósito evitar la masiva destrucción de riqueza provocada por la crisis financiera derivada del estallido de la burbuja inmobiliaria que se gestó durante la década previa.

El presidente George W. Bush, defensor a ultranza de la libertad de empresa, reconoció que se han "abandonado los principios de la economía de mercado para salvar el sistema de economía de mercado", aunque parezca un contrasentido. Explicó que “esta medida implica la intervención del gobierno federal para afrontar las crisis inmobiliaria, crediticia y del sector del automóvil, que ya no pueden sostenerse porque los bienes no avalan el crédito”.

La amenaza de deflación

Desde principios del mes de diciembre del 2008, Ben Bernanke habló de la posibilidad de experimentar con otros canales que le permitieran facilitar crédito directamente a empresas y consumidores. El comunicado de la Fed fue específico sobre lo que piensa hacer a partir de ahora. Entre las vías que utilizó para inyectar liquidez, la Fed citó la compra de "gran cantidad" de activos vinculados a hipotecas, para apoyar así el sector de la vivienda, una medida ya anunciada semanas atrás con el propósito de que baje el precio del crédito. En paralelo, está estudiando los potenciales beneficios de la compra de bonos a largo plazo emitidos por el Tesoro. Para todo esto, dijo que recurrirá a ampliar la base monetaria, es decir, le dará a la máquina (electrónica) de fabricar dinero, que ya se había usado en Japón. 

Los efectos se empezaron a sentir de inmediato, pues la recesión que arrancó en diciembre de 2007, estaba provocando una verdadera sangría en el mercado laboral. El mes de noviembre previo desaparecieron 533.000 empleos no agrícolas, la mayor pérdida de puestos de trabajo en 34 años. La tasa del paro subió el 6,7%, la más alta desde 1983. El total de desempleados se eleva a 10,3 millones, y 1,9 millones de empleos desaparecieron ya con la crisis, que amenaza con ser prolongada. Diez años después se ve el gran acierto.

Desde entonces, cuando la respuesta de Wall Street fue positiva, con un alza del 4,2%, las tasas se han venido normalizando de acuerdo a un riguroso control de las variantes económicas, sobre todo durante el venturo periodo de Janet Yellen al frente del Sistema de la Reserva Federal de los Estados Unidos, quien fue nominada en 2014 por Barack Obama y estuvo al frente al timón del banco central en la senda de ajuste tras el multimillonario estímulo monetario impulsado por su predecesor al frente de la institución, Ben Bernanke, para revitalizar la economía tras la aguda crisis financiera de 2008-09. Ahora, todo va bien.

Estados Unidos empezó a sacar la cabeza del hoyo a mediados de 2009, con los primeros datos de crecimiento más o menos sostenidos y en mayo de 2014, ya se había recuperado el nivel de empleo previo a la crisis. Se habían creado hasta 12 millones de puestos de trabajo. Fue la gran economía que antes y con más fuerza salió de la crisis, por obra y gracia, en buena parte, de unos estímulos monetarios sin precedentes por parte de la Reserva Federal.

Del 16 de diciembre del 2008, las tasas fueron creciendo para llegar al 15 de junio del 2017 a 1.00%; hasta llegar al mes de septiembre de este años al 2.25%, con un total de doce alzas mínimas de .25 de punto porcentual. El resto de los indicadores señalan que la economía de los Estados Unidos está en franco recuperación, con bajo desempleo, e inflación controlada.

Las proyecciones a mediano plazo son que las subidas llevarían el tipo referencial de los préstamos del banco central de Estados Unidos al 3.4%, aproximadamente medio punto porcentual sobre la tasa de interés neutral estimada, la que no acelera ni frena la economía. Esa posición de política monetaria ligeramente restrictiva se mantendría hasta 2021.

Para quienes siguen empeñados en la globalización y el libre mercado, habría que explicarles que una buena parte de estos buenos resultados se deben a las políticas que ha venido implementando el presidente Donald Trump; que no se notan tanto por la algarada contra los migrantes y la supuesta guerra comercial con China.

En economía, como en política, al toro por los cuernos.