Editoriales > ANÁLISIS

Júrame

Como recomendó el gran vate jerezano López Velarde a la Patria: “Sé siempre igual a tu espejo diario”, sus maestros, Claude Debussy y Franz Lenhard, aconsejaron a la niña María Joaquina de la Portilla Torres no sujetarse a la técnica musical y conservar su espontaneidad

Como recomendó el gran vate jerezano López Velarde a la Patria: “Sé siempre igual a tu espejo diario”, sus maestros, Claude Debussy y Franz Lenhard, aconsejaron a la niña María Joaquina de la Portilla Torres no sujetarse a la técnica musical y conservar su espontaneidad, durante su estancia en París, de donde habría de regresar a México la gran compositora de talla universal, María Grever, cuyas composiciones son geniales.

Tal vez su mejor canción sea Júrame, de la cual se ha dicho que: “La letra de la canción Júrame se puede apreciar como una excelente melodía que amuebla el tímpano de la mejor manera con cortes tan fantásticos y que compite con las grandes canciones de habla hispana, así que es una canción prefecta para disfrutar”. Quizá la palabra exacta no sea disfrutar, sino recrear una amplia e intensa gama de emociones que despierta.

Júrame

Esta canción se considera su primer éxito, gracias a la grabación que hizo, en 1926, José Mogica, el gran actor y tenor mexicano que tuvo gran éxito en el Hollywood del naciente cine sonoro y que, intempestivamente, abandonará el mundo del cine para ingresar en un convento peruano de la orden franciscana con el nombre de Fray José Francisco de Guadalupe Mojica. Después de Júrame, vinieron: Cuando vuelva a tu lado, Muñequita linda, Alma mía, Despedida, Ya no me quieres, Por si no te vuelvo a ver, etc.

La globalización de la que tanto presumen los neoliberales y que actualmente no es mas que el permiso para engullir las riquezas naturales y aprovechar la explotación laboral, con María Grever, Consuelito Velázquez, Teresa Vera y Carla Blay, se expresa como la expansión global del arte musical y la genialidad de las mujeres en ese campo dominado por los hombres. María fue llamada para musicalizar películas para los estudios 20th Century Fox y Paramount Pictures. Su música se extendió por el mundo.

Durante una entrevista manifestó que: “Tuve que dejar mi país y ahora, en Nueva York, estoy interesada en el jazz, en la música moderna; pero, sobre todo, en la música mexicana que deseo presentar a los estadounidenses. Porque no creo que sepan mucho de ella. Valdría la pena darla a conocer. Existe una riqueza en la cultura de la canción en México (su origen hispano e indígena y la mezcla de ambos). Melodía y ritmo convergen ahí. Deseo y ambiciono presentar las melodías y ritmos nativos en su perspectiva real, pero con la flexibilidad necesaria para hacer una llamada al oído universal”. Vaya que lo logró, porque fue impulsora de su propia obra y de la de otros.

En varios medios se ha publicado la carta que le escribió a un Agustín Lara muy joven luego de que éste la expresara las dificultades que había para triunfar: “De todas las canciones mexicanas que llegaron a Nueva York, inconscientemente elegí sólo cinco de entre ochenta de ellas y fue una sorpresa ver que eran todas del mismo autor: Agustín Lara. Es mi convicción que tienes un gran porvenir, pues tu inspiración es purísima y espontánea. No tardarás mucho en ser una gloria nacional”. Como lo fue.

En 1948, al escuchar la interpretación de Néstor Chaires de su canción Vida mía, en el Carnegie Hall, de Nueva York, tanta emoción le provocó una hemorragia cerebral que devino en parálisis del lado izquierdo. No obstante siguió con su vida: en 1949 vino a México a realizar una serie de conciertos; el ayuntamiento de la ciudad le otorgó la medalla al mérito civil, a una mujer maravillosa, que venía a su país, paralítica.

María Grever, apellido que adoptó de su esposo, León A. Grever, falleció el 15 de diciembre de 1951. Nueve días después, el día 24, fue sepultada en el Panteón Español de la Ciudad de México, en la patria que tanto amó y a la que hizo aportes tan grandes que no tienen parangón en la actualidad. Medio siglo de paz, estabilidad y desarrollo con justicia social, no sólo produjeron los tres premios Nobel, sino artistas de talla universal, cuyas obras siguen vigentes.