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Hong Kong: ¿el principio del fin de un modelo?

Las palabras de Carrie Lam, la Jefa Ejecutiva de Hong Kong, lo dijeron todo: “Somos una sociedad muy libre, por lo que, por el momento, las personas tienen la libertad de decir lo que quieren”. Tome nota: por el momento. Esta semana, la legislatura china, aprobó un plan para emitir leyes de seguridad que impondrían severas penas en Hong Kong contra delitos como “secesionismo, actividad subversiva, terrorismo, injerencia extranjera”. Hay quienes piensan que estamos ante el principio del fin del modelo de “Un País, Dos Sistemas”, el fin de Hong Kong como entidad semiautónoma. Ante ello, sin embargo, se opone una sociedad civil sólida, activa y dispuesta a luchar por sus libertades. Unos apuntes al respecto.

Primero, este es uno más de esos temas irresueltos que se vieron momentáneamente interrumpidos por la irrupción del Covid, pero que ahora retorna con fuerza. 

Hong Kong: ¿el principio del fin de un modelo?

Segundo, lo de Hong Kong no es un asunto que se reduce a una ley o a un aspecto específico de alguna medida. Más bien, desde hace años prevalece en amplios sectores de la población, la percepción de que China tiene la intención de ir, paulatinamente, incrementando su injerencia en la isla hasta eliminar su estatus semiautónomo. Esto ha  desatado una enorme frustración colectiva que encuentra solo en la movilización popular un adecuado canal de expresión. 

Tercero, en el gobierno chino prevalece la convicción de que las autoridades de Hong Kong han reaccionado de manera débil para desactivar el movimiento social. Y que, por tanto, es su legítimo derecho intervenir activamente para poner fin a la “subversión”.

Cuarto, la pandemia parece estar generando en el liderazgo chino un sentimiento de fortaleza y confianza. A pesar del descontento inicial que se provocó entre la sociedad china a raíz del manejo de la información y de la epidemia, Xi Jinping está emergiendo como un líder que supo contener el problema y que está guiando a China hacia la recuperación. Adicionalmente, Beijing percibe que sus mayores rivales se encuentran distraídos atendiendo sus propias crisis, y esto le permite un margen de maniobra para seguir incrementando su poder e influencia. 

Quinto, el factor Taiwán. Para China, el modelo de “Un País, Dos Sistemas” era un proyecto que eventualmente podría funcionar para reincorporar a Taiwán bajo su dominio. No obstante, se está produciendo precisamente lo opuesto. Ese modelo está explotando en Hong Kong justo en momentos en los que la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, que sostiene una línea dura contra China, fue reelecta, y el sentimiento anti Beijing es muy popular en la isla.

Sexto, en ambos casos, China ve la injerencia de Occidente. Para Beijing, la administración Trump ha utilizado el tema de Taiwán para provocarle. Asimismo, desde hace meses, el gobierno chino denunció el involucramiento de enemigos extranjeros en Hong Kong para presionar a China. Por tanto, los movimientos de Beijing son también un mensaje de fuerza hacia afuera que busca disuadir a Washington y sus aliados de tocar intereses que China considera vitales.

Y séptimo, más allá de las decisiones en Beijing o en Washington, la sociedad de Hong Kong ha demostrado que no está dispuesta a ser peón de nadie, y que tiene una impresionante capacidad de movilización con la cual hacer frente a quien se le oponga. La fecha clave es septiembre, cuando se espera que las leyes de seguridad señaladas entren en vigor. Ese es el momento en el que los trenes podrían chocar. Para China este es el tiempo de intervenir. Para el movimiento en Hong Kong, este es el tiempo de defenderlo todo. 

Analista internacional

EL UNIVERSAL

@maurimm