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¿Hacen falta nuevos partidos?

La convocatoria para obtener un registro como partido político nacional ha entrado en su fase decisoria para ver si hay nuevas organizaciones en el espectro político

La democracia se ha vaciado y poco a poco los partidos políticos en todo el mundo han entrado en crisis, se han  vuelto irrelevantes. En las democracias más consolidadas estas organizaciones —que fueron básicas para la democracia electoral— empezaron a fracasar como espacios de representación y de participación ciudadana. En los países con democracia más precarias, como el nuestro, los partidos ni siquiera se llegaron a consolidar y con la crisis actual se han transformado en plataformas personalizadas para soportar liderazgos de popularidad, con programas cada vez más pragmáticos y con menor contenido.

En México el sistema partidocrático (el encierro de élites en torno a intereses personales y de grupo que se distanciaron de la ciudadanía) se repartió el poder, los puestos y los recursos públicos durante años, pero entró en crisis con las elecciones de 2018. La estructura de tres grandes partidos y un conjunto movible de pequeñas organizaciones se transformó con la última sucesión presidencial. Regresamos a un partido dominante, un partido mediano y un conjunto de pequeñas organizaciones. En 2018 dos partidos perdieron su registro, Encuentro Social (PES) y Nueva Alianza.

¿Hacen falta nuevos partidos?

La convocatoria para obtener un registro como partido político nacional ha entrado en su fase decisoria para ver si hay nuevas organizaciones en el espectro político. De acuerdo a la información del Instituto Nacional Electoral (INE) al corte del pasado 14 de enero hay 17 organizaciones en el proceso, de las cuales hay tres que cumplen con los requisitos (número de asambleas y afiliación), otro más está en veremos (México Libre, fractura del PAN impulsado por Felipe Calderón)  y el resto, 13 organizaciones, no cumplen con los requisitos para el registro. Si pasamos de los números a la calidad democrática, es decir, al apego a la Constitución, entramos a una dimensión que resulta indispensable analizar, porque en los próximos meses todo indica que habrá al menos tres nuevos registros.

Sabemos que una democracia necesita de partidos políticos para  ejercer sus funciones de representación, participación y organización de la voluntad popular. Muchas veces hemos preguntado si los partidos que tenemos en México son esos espacios. Después de 2018  llegó un reacomodo que ha generado situaciones nuevas: como la parálisis que sufre el partido gobernante, Morena; la dimensión pequeña en la que quedó el PRI; la casi desaparición del PRD; el hundimiento panista; la conversión del Verde hacia la 4T; el reacomodo del PT. 

Resulta importante señalar que dos de los tres posibles partidos reciclados vienen del mundo magisterial. De esta forma, el núcleo central de la organización Redes Sociales Progresistas, viene del entramado político de Elba Esther Gordillo y sus vínculos con el sindicato de maestros (SNTE); del mismo núcleo magisterial surge el otro, Grupo Social Promotor de México, por lo tanto, lo que fue Nueva Alianza reaparecerá con dos registros. La pregunta es de qué forma la autoridad electoral resolverá lo que dicta el Artículo 41 constitucional: “Sólo los ciudadanos podrán formar partidos políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por lo tanto quedan prohibidas la intervención de organizaciones gremiales”. Con ese criterio ninguna de esas dos organizaciones podría obtener registro.

El otro caso es el PES que ahora quiere regresar con un nuevo registro, y en lugar de Encuentro Social, será Encuentro Solidario. Aquí el problema está en lo que marca el Artículo 40 constitucional que dice: México se organiza como una “República representativa, democrática, laica, federal”. Esta organización representa a los grupos religiosos evangélicos, es decir, que incumple con la importante característica de la laicidad, que es necesario defender frente a estos grupos que se han aliado con la 4T. Ya hemos visto el desastre de lo que sucede en Brasil con el poder de los grupos evangelistas y neopentecostales. 

Esperemos que la autoridad vea las partes cualitativas y no sólo la numeralia para que no otorgue el registro a partidos religiosos o corporativos. ¿Hacen falta nuevos partidos en México?