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Las armas de los niños

Es más fácil construir un niño fuerte que reparar un adulto roto. Frederick Douglass

En su libro “El Cerebro Infantil. La gran oportunidad”,  el notable pensador José Antonio Marina describe la importancia de conocer y configurar el cerebro del niño y reconocer su enorme potencial. Destacando los avances de la neurociencia en el universo  colosal que encierra el cerebro: cien mil millones de neuronas al nacer, algo que se convierte en una oportunidad para moldear el pensamiento y el sentimiento humano. Un conocimiento que según el pedagogo español, se aprovecha más en la clínica para resolver problemas y no en la escuela para evitarlos. En ese sentido, el doctor destaca la fundamental importancia de “esculpir” el cerebro infantil, la gran arma para lograr una vida creadora, digna, feliz.

Como parte de su proyecto la Universidad de Padres, el doctor Marina, también especialista en educación, inteligencia y creatividad, escribió el  libro para apoyar a padres y docentes con base en el conocimiento del cerebro infantil y su potencial en la formación de seres íntegros, felices. Y José Antonio Marina señala que una de las claves es la motivación en torno a los tres grandes deseos que mueven al ser humano: pasarla bien, ser reconocidos y queridos y sentir que progresamos. Y los contenidos educativos tienen que enlazarse con esos deseos a través del talento que no es otra cosa que la capacidad de elegir bien las metas, movilizar los conocimientos y gestionar las emociones.

Las armas de los niños

Luego entonces, todo niño conlleva un diamante en su cerebro, un arma poderosísima que tarde o temprano se puede convertir en un detonante para construir grandes cosas… pero también para destruir. Porque por desgracia, la realidad nos está descubriendo que muchos de nuestros niños están padeciendo circunstancias adversas que los conducen al daño propio y ajeno. Ejemplos sobran. Niños que seguramente ni la pasan bien, ni se sienten queridos, menos reconocidos. Pequeños y adolescentes de todos los estratos sociales que con sus acciones están clamando atención en un mundo de insensibilidad globalizada y violencia infinita.

Para muestra los acontecimientos de los últimos días en nuestro país. Imposible describir con palabras mi consternación al ver las imágenes de los niños guerreros en Guerrero. Sin duda unas de las más dolorosas que he visto. Pequeños empuñando las armas, motivados por afanes de justicia, por su deseo de vengar la muerte de sus padres músicos asesinados brutalmente. ¿Qué país es este, Agripina? Repito a Rulfo con dolor en el alma al ver que nuestros niños están siendo entrenados para matar. ¿Cómo es que llegamos hasta aquí? ¿Qué sociedad habitamos, cuánta descomposición hemos generado?

Y no sólo los niños y jóvenes en la sierra de Guerrero empuñan armas y matan. También en este norte nuestro se enseñorea la muerte en hechos dolorosos que son llamados de atención urgente. Un niño mata a su maestra y se suicida, un joven mata a su madre, mientras otro muere a manos de un amigo de su edad. Y parece que nada les faltaba, muy inteligentes, educados en buenos colegios y viviendo con todas las comodidades. Pero está claro que algo está fallando y mucho para que tales tragedias sucedan.

Los estudios de los especialistas se centran en la observación de las conductas de la mayoría de los niños, recociéndolos más cerca de las pantallas que de la atención humana. Lo que está provocando pérdida en su sensibilidad y en sus capacidades para relacionarse con los demás, además de generar impulsos violentos por los contenidos expuestos. Después de escanear la actividad cerebral de casi 5 mil niños, los expertos señalan que entre más se exponen los niños a las pantallas, más se reducen sus capacidades mentales y emocionales, al desconectarse de su entorno y afectar incluso los procesos de maduración cerebral. Además de alteración del sueño, pérdida en la vista y desarrollo del lenguaje.

Y aunque los científicos dicen que todavía no es tiempo para conocer realmente los daños o beneficios de los aparatos digitales en los niños, los hechos nos están demostrando que algo grave está pasando y no hay tiempo para perder. En ese contexto, leí hace unos días que algunos padres y directivos de colegios en Monterrey se están reuniendo en un frente común para reflexionar al respecto y buscar soluciones a los problemas que no sólo son de tecnología: Niños y adolescentes descuidados o muy mimados, sin límites, insensibles al dolor ajeno, con alto consumo de alcohol, incapaces para sortear la adversidad, con alto impulso consumista y deseando más estar frente al celular que a las personas. Y lo peor es que no son sólo los niños, también los adultos estamos pasando gran parte de nuestro tiempo de vida, frente a las pantallas, descuidando la atención de los pequeños. 

Mucho para reflexionar al respecto y más para actuar. Es necesario trabajar juntos para que el cerebro de nuestros niños sea un arma de construcción de esperanza. Nos va el futuro en ello.