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En defensa del agua

Lo que plantea una guerra de máscara contra cabellera en este asunto, que es el primero que asoma la cabeza de la entrega de los coldwelles mexicanos a los intereses de más allá, incluyendo el agua para consumo humano

Apenas corría el mes de mayo de este año y ya el director de la Comisión Estatal del Agua en Tamaulipas, Javier Pinto Covarrubias, daba la alerta de que por agotamiento de los mantos freáticos, en 16 municipios del centro del Estado y en la zona norte, por bajos niveles del caudal del río Bravo, habría escasez de agua. Hace poco, se confirmó que Nuevo León no hará los trasvases acordados a las presas de la zona por lo mismo.

¡Hace falta agua! Y no hay un día de Dios en que no haya una manifestación popular en reclamo de abasto del vital líquido, no para lavar el carro o regar los jardines; ¡para tomar! Porque si Piporro no pudo enseñar a su caballo a no comer y antes se le murió, menos hubiera podido hacerlo que viviera sin tomar agua. Sin agua no hay vida; no hay nada. Sin el caudal del río Bravo que viene de los deshielos en las Rocallosas, nada.

En defensa del agua

Para entrar en materia, hay que decir que de finales de 2014 hasta 2018, el gobierno de Peña Nieto ha concesionado alrededor de 200 millones de kilómetros cuadrados, que representan la cuarta parte del Golfo de México, a más de 30 empresas petroleras extranjeras, entre las que están: Exxon-Mobil de Rockefeller de la que Rex Tillerson fue Director Ejecutivo antes de pasar al gabinete de Donald Trump como Secretario de Estado; Shell, empresa anglo-holandés de BlackRock y Capital Group Companies; Chevron, igualmente de la familia Rockefeller; British Petroleum, ligada a BackRock.

Dase el caso que todas ellas van por la aplicación del fracking, sistema de extracción de gas y petróleo que requiere enormes cantidades de agua que ya no puede limpiarse y que contaminan extensas áreas de tierra, con muy pobres rendimiento. Y que tienen el apoyo y el beneplácito de Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía y uno de los grandes pillos de este país que ayer mismo se atrevió a declarar que: “El país no puede renunciar al fracking. Sería darle a Estados Unidos una ventaja competitiva enorme sobre México o convertirnos en un país por siempre importador del gas que produce”.

Corren las versiones de que Coldwell, Guajardo y Videgaray blindaron el nuevo TLCAN de tal manera que las empresas que ganen las rondas de licitación para la explotación de los yacimientos en la Cuenca de Burgos y el Golfo de México, tengan garantía plena de que no habrá modificaciones a la reforma energética que impida el uso de sistemas no convencionales para la extracción de gas y petróleo, lo que en buen cristiano viene a significar que en Tamaulipas habrá fracking, por la buena o como se quiere poner.

Así lo reza la minuta de la Segunda Convocatoria de la Ronda Tres para la adjudicación de los Contratos de Licencia para la Exploración y Extracción de Hidrocarburos en yacimientos convencionales terrestres (37 Áreas Contractuales) y de la Tercera Convocatoria de la Ronda Tres para la adjudicación de Contratos para la Exploración y Extracción de Hidrocarburos en zonas terrestres convencionales y no convencionales (9 Áreas Contractuales). Todas las áreas corresponden a la zona norte de Tamaulipas.

Ayer mismo, el comisionado de Salud del Estado de Nueva York, Howard Zucker, dijo: “Luego de Vermont, Nueva York se convierte en el segundo estado en prohibir de manera definitiva el fracking, por los riesgos que supone para la salud”.

En contra de las maniobras no gratuitas de Coldwell, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, expresó que: “Les adelanto que no vamos a utilizar el famoso fracking para explotar petróleo; no vamos a usar esos métodos de extracción de petróleo, de gas. Eso no se va aplicar aquí en San Luis Potosí ni en todo el país”. Lo que plantea una guerra de máscara contra cabellera en este asunto, que es el primero que asoma la cabeza de la entrega de los coldwelles mexicanos a los intereses de más allá, incluyendo el agua para consumo humano.