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El que de ajeno se viste…

Magistral resultó la interpretación que hizo Waldo de la exoneración de Elba Esther Gordillo. En el cartón publicado ayer bajo el título de Elbadefesio, Waldo Arturo Matus Beltrán pinta a la ‘maestra’ como una alegre cría de saurio, con colmillos, garras y cola, dejado a las puertas de la casa de un sorprendido Andrés Manuel López Obrador por Enrique Peña Nieto, quien se aleja silbando alegremente, luego de la travesura no tan inocente.

Entre la maraña de apreciaciones de la ‘liberación’ de la Gordillo se ha dicho tanto que parece obligado aceptar que fue la mujer más poderosa de México, como aseguran en notas provenientes del extranjero. Además se liga su encarcelamiento a lo que se ha dado en llamar reforma educativa y a su oposición a que se implementara durante la actual administración. Extraño que no se mencione su talento de operadora política.

El que de ajeno se viste…

Asegura un viejo y conocido refrán que el que se ajeno se viste, en la calle lo desvisten, que viene como anillo al dedo. El poder, que muchos consideraban inmenso, de este personaje, no era propio, sino una encomienda de quienes han convertido a este país en una inmensa maquiladora; era la parte operativa de un proyecto de mucho mayor envergadura que el sistema educativo, con ser tan importante, y el aparato electoral.

Su ductilidad para llevar a cabo las encomiendas y prestarse a todo lo que se ofreciera lo pone de manifiesto al contestar el Quinto Informe de Miguel de la Madrid, diciendo:

“Ciudadano Miguel de la Madrid: Los mexicanos no hemos caído en el desánimo. Tenemos fe y esperanza. Usted las inspira. Creemos en su probado patriotismo. Nos revalora la dignidad que impone a las tareas que manda la República. Nos estimula su entereza. Nos enaltece su obra moral, su convencido respeto al pluralismo. Nos alienta su capacidad innovadora. Los mexicanos testificamos su prudencia y su firmeza; su preferencia por el diálogo, la negociación y la concentración. Su actuación nos confirma su probada vocación por la política. México puede esperar con tranquilidad el curso de su historia. Hay rumbo y hay mando”. Entonces era ‘protegida’ de Jongitud.

Carlos Jongitud Barrios, líder el sindicato de maestros, al que no importó traicionar una vez que Carlos Salinas la llamó para suplirlo en puesto y alinear al magisterio a su servicio como operador político del proyecto neoliberal, tanto con el desquiciamiento del sistema educativo para precarizar el trabajo, como con el manejo de los procesos eleccionarios, que incluyeron la creación de un partido político totalmente genuflexo.

Para llevar a cabo la encomienda de conducir al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la ‘maestra’ recibía directamente en su cuenta personal, al perecer de Banca Santander, el siete por ciento de las cuotas que pagan los maestros y demás personal escolar, que en el momento de su detención equivalían a quince millones de pesos mensuales. Pero, además, operaba el resto de los recursos a su entero criterio.

Como sucede con el otro poderoso sindicato, el de petroleros, parte de los dineros que religiosamente le entregaba la federación, eran destinados a campañas políticas de los candidatos oficiales del PRI y de los partidos afines que hacían el caldo gordo. La única condición era dar los resultados. La misma Elba Esther lo puso en evidencia con la llamada que hizo al gobernador de Tamaulipas a favor del becario de ingrata memoria. 

La aprehensión en el 2013 bajo cargos absurdos que no podían sostenerse ni en el aula de la peor escuela de Derecho, y su liberación el día de la entrega de constancia al presidente electo, es una evidencia de que a la Procuraduría General de la República se le utiliza como un brazo del poder político, y que no importa la aplicación de la ley en los procesos judiciales. Siempre se trató de una orden de arriba y no de hechos delictivos. Bastó con que la señora aguantara el tiempo necesario para que se acabara el régimen y saliera exonerada de lo que nunca fue culpable, porque, a fin de cuentas, siempre fue una operadora de un propósito mucho mayor. 

Todo parece indicar que el proyecto neoliberal, siguiendo las tendencias mundiales, va de salida y ya no se necesita de un partido satélite ni de una lideresa que controle las masas que, a cambio de protección y garantía de impunidad entregaban parte de sus ingresos como cuota de protección. Fue investida de poder para cumplir una tarea y ahora los mismos se lo quitan para enfrentar, con nuevas estrategias y personajes los embates en la actual etapa del México del siglo XXI, que puede ser de justicia social.