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El gran desafío

Ayer recibió la constancia de presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos el ganador de la elección el primero de julio, Andrés Manuel López Obrador; hubo hartas muestras de júbilo y no pocas caras largas. No logró la exoneración de Elba Esther Gordillo, perpetrada con muy mala leche en la misma fecha, opacar el evento. Entre uno que viene y otra que tiene ya muy pocos desvelos que padecer, hay gran abismo.

En este momento, importa el tamaño del reto que espera al presidente electo y saber si él y su equipo, en el que hay, como en olla de tamalera, personajes de dulce, de chile y de manteca, tienen un meridiano sentido histórico de la situación de México y con éste de la América toda. Decir plutocracia, mafia del poder, capitalismo salvaje, globalización, es una cosa; pero, intuir el modelo fondomonetarista, es otra.

El gran desafío

Con un sentido extremadamente drástico, se puede decir que las desgracias del país iniciaron con los embates desestabilizadores de 1968; la enorme cantidad de dólares que trajo al país José López Portillo para construir el Paso Interoceánico Multimodal de Salina Cruz, Oaxaca a Coatzacoalcos, Veracruz, y el gasoducto de Cactus, Chiapas-Reynosa, Tamaulipas, que nunca funcionaron; pero, se convirtieron en colosal deuda externa; y la rifa de las empresas paraestatales que organizó Carlos Salinas entre los potentados del país, a razón de 25 millones de dólares la carta.

Una idea de lo que es la perniciosa presión fondomonetarista la expuso con cierta claridad el director cinematográfico de origen Alemán Tom Tykwer, en su película The International, que en español llevó por título Agente Internacional, presentada fuera de concurso en el Festival Internacional de Cine de Berlín el 5 de febrero del 2009, por medio de la cual hace una denuncia del dominio del sistema bancario internacional sobre los países, especialmente los subdesarrollados, para crear una deuda creciente por medios tan diversos y heterogéneos como la guerrilla, el narco, el armamentismo.

No tuvo una buena crítica por detalles ajenos a la trama; sin embargo, se trata de una cinta muy seria, muy bien armada, muy ambiciosa que muestra de manera fehaciente graves incidentes de corrupción en un mundo globalizado y cada vez más peligroso.

En uno de los pasajes claves de la trama, el director de un banco informa al agente de la Interpol que trata de investigar el affaire y llamar a cuentas a los responsables, que todos los males que se han cebado sobre el planeta en los últimos 50 años no tienen otro objetivo que crear deuda. La deuda es poder; la deuda es el mejor negocio que se haya inventado hasta la fecha, porque basta con sembrarla. Crece y se fortaleza por sí misma.

Según Rosario Green, investigadora del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México y coautora del libro La deuda exterior de México, al finalizar el sexenio del presidente Gustavo Díaz Ordaz, la deuda externa del sector público mexicano ascendía aproximadamente a 4 mil millones de dólares. Actualmente, la deuda externa de México es la mayor de toda Latinoamérica y asciende a más de 180 mil millones de dólares. México debe más dinero que Venezuela que se encuentra en una profunda crisis política y económica y debe poco más de 132 mil millones de dólares, Brasil que debe poco más de 130 mil millones y Argentina que es el cuarto en esta lista que debe alrededor de 95 mil millones de dólares. Además, siguen pidiendo.

En su columna Horizontes y retos, de La Jornada, John Saxe-Fernández dice: “El fondomonetarismo alentó el abandono del campo, lanzó a millones a las calles y a EU; impulsó la desatención de las refinerías y la desarticulación de Pemex. La deuda y sus rescates desplazaron hacia las trasnacionales y privados de acá y allá el timón energético y alimentario. Eso, junto a la brutal ofensiva contra el campesinado nos hace importadores de gasolinas y alimentos: grave vulnerabilidad advertida en materia energética y desde hace años por el senador Manuel Bartlett”.

El reto es mayúsculo.