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El que se raja, se rinde

Los mexicanos se echaron el trompo a la uña, como ha sido siempre y optaron por un gobierno que sacudiera las entretelas del entramado político-empresarial, para combatir la corrupción con la ley en la mano

Desde un principio, los mexicanos que han tenido que cargar con el peso de la corrupción en el gobierno y en el sector empresarial, coludidos desde que Miguel de la Madrid entregó el poder político al poder económico, sabían que el país estaba en ruinas, casi convertido en chatarra para ofrecerlo como tal al mejor postor. Padecieron el saqueo inaudito de las hordas neoliberales y sabían que sacar al buey de la barranca iba a ser una tarea dura, denodada, que requería, además de esfuerzo, gran voluntad.

Los mexicanos se echaron el trompo a la uña, como ha sido siempre y optaron por un gobierno que sacudiera las entretelas del entramado político-empresarial, para combatir la corrupción con la ley en la mano. A las primeras de cambio, surgieron resistencias muy poderosas que contaron con el poder de los medios para emprender una batida en contra de quien se anteviera a tocar sus intereses. La lucha ha sido larga y dura. Han caído muchos; pero algunos de los emisarios del pasado se han fortalecido.

El que se raja, se rinde

Y, ¡que aparece la pandemia!, que sorprendió a la humanidad y puso en evidencia los perjuicios que el capitalismo salvaje asestó a los sistemas de salud de todo el planeta; pero, con especial énfasis a los países de la América Latina, con México a la cabeza. La medicina social que la Revolución cristalizó en las grandes instituciones de asistencia comunitaria se vieron afectadas por el empeño de privatizar los servicios de salud y con ello ahondar, todavía más, la brecha que separa a los ahítos de los pobres.

Se lanzó, entonces, la gran convocatoria para que todos los que en este país viven y trabajan, unieran sus esfuerzos para salir adelante, tanto de los problemas derivados de la maltrecha economía, como de la dependencia de las importaciones, de las presión de los interese creados y de los afectos de la pandemia, para emprender la marcha hacia la recuperación con paso firme y sostenido. Los mexicanos de buena voluntad aceptaron de buen grado los sacrificios que había que hacer y se mostraron harto solidarios.

Pero, como dice el viejo y conocido refrán, el Diablo no descansa y, al ver el apoyo del pueblo a las políticas públicas que buscan sortear las acechanzas de todo tipo, los poderes fácticos pusieron en acción sus estrategias para crear división, desaliento, desconfianza. Quizá en circunstancias normales no hubieran tenido éxito; pero, el esfuerzo sostenido ha generado cansancio y hasta cierto abatimiento porque la solución de los problemas se ve lejos. Algunos pobres de espíritu han empezado a flaquear.

Por ello, es momento de inyectar ánimo para seguir adelante, que no hay mal que dure cien años ni pueblo que los aguante. Las medidas que ha tomado la administración pública han sido acertadas y ya se ven los logros sustantivos. El consumo popular se mantiene alto y con ello los sistemas de producción y distribución de básicos, manteniendo activa la planta productiva. Los precios de los energéticos no han variado más que lo que corresponde al impacto inflacionario, muy por debajo de los aumentos salariales que en este año, por tercera ocasión, muestran una clara tendencia a la recuperación del poder adquisitivo de los trabajadores, que tan castigado resultó durante las últimas tres décadas.

Es el momento de aprender a aceptar lo que ocurre y capitalizarlo como una experiencia de valor para crecer, aprender y avanzar. No rendirse, no significa exactamente que no se sienta la contundencia de lo que está pasando. Es sentirlo, sumergirse y vivir esas emociones, sin paralizarse, sabiendo que al final habrá una salida con al menos grandes aprendizajes. No rendirse, no significa ser inmune como un superhéroe ante lo que afecta en forma directa y profunda. Pero, sí significa saber que se cuenta con los recursos internos de afrontamiento para poder sobrepasarlos y así, adquirir sabiduría y experiencia.

Las previsiones que fueron tomadas desde antes de la aparición de Covid-19, han servido para paliar sus daños y adoptar medidas que afinquen los principios universales de libertad, igualdad y fraternidad. Cómo olvidar la fría crueldad de las instancias mundiales del capitalismo salvaje que proponían para salvar la economía, que se abandonara de los viejos a su suerte para destinar los recursos médicos a los jóvenes. Que todo estuviera enfocado en preservar a las nuevas generaciones, desechando a los añosos.

México fue el primer promotor de la atención universal de la salud como un derecho humano plasmado en la Constitución. Otros países le han seguido y la Organización Mundial de la Salud busca garantizar las vacunas y la atención sanitaria a todos los habitantes del planeta.

Dando el ejemplo de fortaleza física, anímica e ideológica, el presidente no se rinde y ayer retornó al diálogo cotidiano con todos los mexicanos.