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El compromiso ecológico

Cada vez es más frecuente hablar y escuchar hablar de ecología y del impacto que ha tenido la huella del hombre en el planeta; sin embargo, se percibe cierta ignorancia en cuanto a los temas específicos, las conductas propias y la responsabilidad que compete a cada quien como individuo, como parte de la sociedad y como habitante del planeta. Uno de los elementos más contaminantes en muchos y variados modos es el consumo de carne roja, de res o cerdo, y, a pesar de ello, su ingesta es cada vez mayor.

En los últimos años han aparecido soluciones aparentemente sencillas y viables para frenar la polución; pero, pocos se han parado a mirar los efectos secundarios, que son más perjudiciales que los males que se pretenden remediar. Irse de boca para pronunciarse a favor de lo que no se conoce bien ni se entiende a fondo, es parte del problema que ha evitado que tengan éxito las campañas a favor del planeta, más cuando se persiguen intereses ruines que tienen que ver con la acumulación de la riqueza.

El compromiso ecológico

Quizá por ello, Lola Velarde, ingeniera agrónoma responsable de la Fundación Sociedad y Educación, luego de realizar una encuesta entre jóvenes y población en general sobre conocimientos, actitudes y acciones en relación a los asuntos medioambientales, encontró que prácticamente la totalidad de la población tiene claro que los asuntos que trata la ecología son importantes y cada vez más. Pero al mismo tiempo detectó que el conocimiento profundo sobre estos problemas era mucho menor. Y más todavía el porcentaje de personas dispuestas a realizar cambios de actitud para cambiar las cosas.

Encontró, además que sólo el diez por ciento de los centros educativos y organizaciones dedicadas a la formación de hábitos amigables con el planeta, tenía proyectos prácticos en relación con la creación de conocimientos y actitudes enfocadas a mitigar el impacto que provocan ciertos estilos de vida en el sistema ecológico y la capacidad de restauración de los daños que se provocan a la naturaleza. Pocos han sido los logros alcanzados en el empeño por modificar las costumbres de consumismo irracional.

Desde la revolución industrial que significó un aumento espectacular de la capacidad de producción, se empezaron a fabricar bienes en serie, gracias al uso de nuevas máquinas y del carbón que les permitía funcionar; de este modo inició un nuevo esquema de consumo que ha venido haciéndose más vigoroso a través de los años. Ahora, los productos se presentan como desechables, ya que frecuentemente se promueve una renovación de ellos (equipos computacionales, teléfonos celulares y automóviles), haciendo a la versión anterior obsoleta, lo que obliga a acelerar la producción con costo al planeta.

Este consumismo alentado por el impacto mediático y cibernético, provoca la destrucción del medio ambiente por su estrecho vínculo con la contaminación del aire, agua y suelo. Pero, además arrebata la identidad a las personas, haciéndoles creer que son lo que poseen en perjuicio de los valores que hacen del ser humano el ser superior, no porque sea más que el resto de la creación, sino por la consciencia de su responsabilidad para consigo mismo, para con los demás y desde luego para con su hábitat, la Tierra.

Greenpeace, la organización ambientalista mundial halló que: "El consumo de alimentos provenientes de la agricultura y ganadería industrial tiene graves implicaciones. La ganadería es la responsable de la emisión del 14% de los Gases de Efecto Invernadero. Además, el modelo de ganadería industrial, se rige por la obtención de beneficios rápidos, que también significa talar bosques para producir piensos y pastos para engordar rápidamente al ganado. Se prevé que el consumo mundial de carne aumente en más de un 75% en 2050, unas cifras insostenibles para el planeta".

Igualmente, señala que: "Al mismo tiempo, el consumo de pescado está creciendo a un ritmo mayor que la tasa de población mundial. Los océanos continúan siendo explotados de forma desenfrenada y los stocks pesqueros se encuentran bajo una enorme presión. Ante esta crisis cada vez son más las personas interesadas en demandar que el pescado que compran sea sostenible y que no esté involucrado en actividades ilegales". Por descontado se da que la pesca industrial es, como el capitalismo, salvaje, esto es, que no respeta límites territoriales, soberanías, recomendaciones, leyes o tratados pesqueros.

Recientemente, durante la conferencia digital Cultura ecológica, el Dr. José Sarukhán, titular de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, dijo: "El hombre ha impactado a la tierra de una manera gigantesca, tan sólo hace ocho mil años la masa de nuestra especie y sus animales domesticados representaban menos del 0.1 por ciento del peso de todos los mamíferos que existían, y hoy es el 98 por ciento". "El 79 por ciento de las aves del planeta son gallinas que sirven para alimentar al hombre", con el agravante de que son producidas y engordadas artificialmente. ¡Gulp!

En el mismo evento,Julia Carabias Lillo, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México, expresó que: "Las escuelas de educación superior deben tratar el tema del impacto ambiental, pues todas las profesiones contribuyen a ello. Las universidades deberían de asumir que absolutamente todas las profesiones tienen un impacto ambiental, no importa de cuál estemos hablando; desde los contadores públicos hasta los ingenieros civiles, todo el mundo tiene algo que ver sino como su profesión sí como su actividad humana personal, como ciudadano". Lo que es indudable.

De ahí la necesidad de que haya más agentes reflexivos sobre el problema de la ecología y el enorme daño que está haciendo el ser humano a su único hábitat, no sólo como un motivo de charla trivial o de escándalo mediático, sino como un instrumento para crear conciencia y de ahí transformar los hábitos personales y colectivos.

Recoger la basura, reciclar los plásticos, cuidar el agua, es muy importante; pero, también abatir los niveles de consumismo. Si se dejaran de cambiar los automóviles o las computadoras cada año, sus productores se verían obligados a mantener los mismos modelos con algún agregado que mejore su desempeño.

Espaciar las carnes asadas obligaría a reducir la producción de carne, etc.

Siempre hay algo por hacer para frenar el daño al planeta que tanto ha dado al ser humano.