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A medio camino, odio o reconciliación

Si su finalidad es dejar registro en la historia, el fundador de la 4T tiene a la vista una nítida disyuntiva: perseverar en la siembra del divisionismo y el rencor —para lo cual le sobran oportunidades en una sociedad tan injusta como la nuestra— o entender que la imperfecta democracia mexicana, que le entregó una arrolladora mayoría de votos en 2018 reclama un camino distinto hacia la paz y la reconciliación política.

Nadie pide al gobierno que abdique de priorizar sus propuestas de campaña contra la corrupción y a favor de los pobres. Pero una clase media harta también de descalificaciones, le acaba de confirmar el 6 de junio que ya es tiempo de encontrar realidad y acomodo a la reconciliación activa que el gobierno ofreció cuando se estrenó hace 18 meses.

A medio camino, odio o reconciliación

La polarización, la división, la confrontación ya prendieron y están en la piel de los ciudadanos. Sólo a partir de la Constitución, las leyes y la política veremos que el gobierno puede impulsar la reconciliación y la unidad de los mexicanos.

Hay ejemplos de presidentes que han llegado al poder en medio de graves crisis políticas y han sabido transitar hacia la conciliación y la unidad con mano firme y la Constitución como aliada.

Hace apenas algunos meses, Joseph Biden resistió la tentación de exacerbar los ánimos de una sociedad altamente polarizada y casi rota, herencia de la era Trump. Su gobierno logró serenar a la población con medidas certeras y verdaderas.

Otro demócrata, Gerald Ford, supo desmontar las pasiones de quienes reclamaban venganza contra Nixon y —sin lanzarse al pozo sin fondo del odio social— prefirió recuperar el centro del escenario político necesario para profundizar en un gobierno sin exclusiones. Nixon pagó sus fechorías y es parte de un capítulo negro en la historia de la democracia de los Estados Unidos.

Aquí, odio, rencor y resentimiento siguen ahondando un retroceso que urge revertir. ¿Será necesaria la derrota de la 4T en 2024 para que el país recupere sensatez y rumbo? ¿Rectificará el Presidente el camino después de reconocer errores y decisiones mal instrumentadas?

La destrucción de instituciones y la violación de la Constitución y de las leyes es característica de  gobiernos autócratas y dictatoriales. Hay mucho por enmendar en las generalizaciones presidenciales a quienes les ha impuesto el adjetivo de "fifis", o a quienes dirige el calificativo de defraudadores y delincuentes de cuello blanco. ¿Quiénes sino los medios deben criticar a un gobierno carente de evaluaciones técnicas que realiza proyectos con el gasto público a partir de datos que sólo él posee? 

Un puñado de leyes draconianas, aprobadas por un Legislativo a modo, hace posible la prisión preventiva oficiosa para delitos como el encubrimiento y la extinción de dominio antes previstas sólo para narcotráfico, delincuencia organizada y terrorismo.

La amenaza fiscal para los contribuyentes llega hoy contra las asociaciones civiles y las instituciones de asistencia privada, a cuyos directivos equipara con servidores públicos, así como contra los periodistas.

Si las conductas polarizantes se encaminan también contra la clase media (como castigo por el descenso en votos, especialmente en la Ciudad de México) habrá nuevos y peores motivos de encono social.

Identificar a quienes reciben ayudas sociales como similares a mascotas agradecidas y leales ha contribuido a la confrontación social. Señalar de "aspiracionista" a quien tenga estudios de preparatoria, es parte de esa lógica destructiva. 

El modelo de gobierno ateniense de Dracón impuso la pena de muerte incluso a la vagancia. Atenas halló después en el juicioso Solón las acciones conciliatorias que devolvieron la producción, el trabajo y la paz social a los atenienses.

Saber si el gobierno mexicano asumirá las responsabilidades que le corresponden es cosa de pocas semanas. El líder senatorial advirtió que el camino será la conciliación y que difícilmente se aprobarán todos los deseos del mandatario. La propuesta de ampliar el periodo del ministro presidente de la SCJN tiene quizá los días contados. Habrá nuevas  correcciones legislativas, con puntos y comas indispensables.