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Renacer cada día

Creo que soy de los pocos especímenes que todavía escuchan música en CD’s. De entre los de mi generación seguramente sí habrá todavía uno que otro, pero lo que es entre las nuevas generaciones, de plano los consideran piezas de museo.

Meses atrás acababa de dar la última conferencia de desarrollo humano a mis alumnos. Se acercan al estrado para una foto y escucho que un chamaco —truhan, inverecundo, irrespetuoso— le dice a su novia: “mira, el profe todavía usa CD’s, hace mucho que no veía uno”. 

Renacer cada día

No se a qué hora dejaron de usarse que no me avisaron, pero bueno. El caso es que me compré hace días un CD con canciones de José José pero acompañadas con orquesta sinfónica. Vieran —más bien oyeran— qué cosa tan hermosa. Como todos saben, “El príncipe de la canción” actualmente muy apenas habla, pero para este disco tomaron la voz de sus canciones originales y le metieron el nuevo acompañamiento obteniendo un sonido nuevo, fresco, lleno de vida y sentimiento que me ha hecho disfrutar el oírlo una y otra vez.

En resumen, se mantiene lo esencial —la voz—, se cambiaron algunas cosas y esto provoca un resultado nuevo y mejorado. Me parece que aquí podríamos encontrar una analogía, ya que cuando aceptamos cambiar algunas cosas de nuestra persona, eso nos puede ayudar a mejorar y a crecer y eso lo podemos hacer sin cambiar lo esencial: nuestros valores fundamentales.

El problema es cuando nos aferramos a viejas actitudes, viejos puntos de vista, viejas maneras de pensar que nos mantienen anquilosados, atrofiados, sin el más mínimo deseo de cambiar para bien. Y un problema aún mayor que este es que a veces ni nos damos cuenta de que estamos viviendo así.

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¿CÓMO SABER SI NECESITO CAMBIAR Y EN QUÉ?

En mi curso de liderazgo efectivo, explico a los participantes que todos tenemos lo que se llama nuestra “área ciega”. Es decir, spectos de nuestra personalidad que nosotros no alcanzamos a ver pero los demás sí. Y les digo que una manera de conocer aspectos de esa área ciega es estar dispuestos a recibir retroalimentación, escuchar los juicios que los demás tengan de mi persona, considerando que un juicio es un regalo. Cuando alguien emite un juicio sobre ti, te hace un regalo, pues te está dando la posibilidad de ver aspectos de tu persona que tal vez no habías visto y que en caso de modificarlos, te pueden ayudar a mejorar.

Y les pido que apliquen la ley del 1%, que significa que cuando alguien les comparta un juicio, consideren que al menos el 1% de lo que les está diciendo es verdad. A veces no damos ni ese pequeño margen de posibilidad. Nos dan un juicio sobre nuestra persona que no nos gusta y le cerramos la puerta, decimos “está loco, eso no es cierto”.

Y es que se requiere mucha humildad para aceptar una retroalimentación personal. Siempre será más fácil descalificar la opinión de los demás y justificar las actitudes para seguir aferrándose a ellas.

Pero si no te da miedo y tienes la humildad y la madurez suficientes, te invito a practicar este ejercicio. Si tienes subordinados en el trabajo, pregúntales qué creen que podrías hacer para ser un mejor líder. Si tienes hijos, pregúntales qué creen que puedes hacer para ser un mejor padre. Si tienes cónyuge, pregúntale qué cree que puedes hacer para ser un mejor compañero. Y después disponte a escuchar pacientemente, sobre todo en este último caso.

Es importante que desarrolles la capacidad de escuchar sin ponerte colorado. Ss decir, sin enojarte. No trates de justificar tu comportamiento, ni de rebatir las opiniones. Sólo escucha y después toma lo que te sirva de ese regalo y aplícalo para obtener una mejora personal.

Como mencionaba, estar dispuestos a aceptar el cambio personal no significa transigir con nuestros valores fundamentales, pero sí es importante evitar la actitud que tenía una amiga mía que decía: “pues así soy, así nací y así seré”, cerrándose de esta manera a cualquier posibilidad de cambio.

Estamos iniciando la semana de Pascua, época en la que recordamos el regalo de la resurrección que Jesucristo nos dio. Felizmente, no necesitamos esperar a morir para experimentar un renacimiento. A través de la aceptación del cambio, todos podemos renacer cada día y empezar cada mañana con una nueva versión de nosotros mismos. Recargada, renovada y mejorada.

Ahí se los dejo para la reflexión. Y con su permiso, yo me voy a seguir escuchando mis CD’s de José José, aunque me tilden de viejito.