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Contigo, sin ti, o a pesar de ti

En un curso que impartí para algunos jóvenes – la mayoría, mujeres – les pedí que escribieran qué era para ellos el liderazgo, por qué era importante, y algún personaje que consideraran que era un gran líder.

Llamó mi atención que varias jovencitas nombraron como ejemplo de grandes líderes a sus madres, ya que – dijeron – habían luchado solas para educarlas y sacarlas adelante. El sentimiento que expresaban al mencionar esto reflejaba el amor y agradecimiento que sentían por ellas.

Contigo, sin ti, o a pesar de ti

Esto me llevó a reflexionar en una realidad que parece ser, desafortunadamente, muy frecuente en este tiempo: el de las mujeres que tienen que criar a sus hijos solas porque el padre – perdón, voy a corregir el término porque no creo que “padre” sea el más adecuado – porque el engendrador de su hijo o hija no hizo frente a su responsabilidad y optó por la cómoda salida de poner tierra de por medio cuando su pareja resultó embarazada.

Botón de muestra

Para cualquier hijo es difícil crecer sin su padre, pero me parece que para una niña es aun más difícil que para un niño. Las niñas, por su naturaleza sensible y tierna, y por lo general más apegadas al papá que los niños, resienten más – creo – la ausencia del padre.

Y, sin embargo, tienen la capacidad y la fuerza de sobreponerse a esa carencia y florecer de una manera maravillosa. Sin amargase, sin reprochar, y aun con una enorme facilidad para perdonar a su progenitor. Y para muestra, un botón:

En una dinámica que hice en el grupo del que soy tutor, los llevé imaginariamente a una situación en donde estaban a punto de perder la vida, y les pedí que escribieran una carta a quien ellos quisieran, la cual – les dije – se haría llegar a su destinatario. Una de las jovencitas, después de dirigir emotivas palabras a su madre y hermanos, agregó: “Las palabras que más me cuestan trabajo son para mi papá. No le diré nada malo, es solo que no se puede extrañar algo que nunca se tuvo. Me hiciste falta como el hombre que te debe cuidar, dar cariño y amor, pero aun así te quiero y deseo que seas feliz donde quiera que estés”.

Ellas van a volar

Alan Beck escribió un texto maravilloso describiendo lo que es una niña. Me gustaría compartir algunos fragmentos para que, si tú eres de los que se desligaron de la responsabilidad de criar a una niña – o estás pensando hacerlo – sepas de lo que te estás perdiendo o te vas a perder. Teniendo dos hijas mujeres, puedo asegurarte que lo que dice el texto es totalmente cierto:

“Las niñas son lo más agradable que puede sucederle a las personas. Nacen con un brillo angelical y, aunque algunas veces se desgasta, siempre hay suficiente para cautivar tu corazón. Una niña puede correr y tropezar y hacer ruidos raros que te irriten; sin embargo, cuando abres la boca para llamarle la atención, se queda quieta con ese brillo celestial en su mirada. 

Dios pidió prestado de varias criaturas para hacerlas: Usó el canto de un ruiseñor, la terquedad de una mula, los gestos de un mono, la agilidad de un chapulín, la curiosidad y la dulzura de un gatito y, para complementar, agregó la mente misteriosa de una mujer.

Puede ser la más ruidosa cuando tratas de concentrarte, la más callada cuando quieres presumirla y la más coqueta cuando no quieres darle permiso. Ella puede desarreglar tus papeles del trabajo, tu cabello y tu cartera. Sí, ella puede ser una molestia que te exaspera, un manojito ruidoso de calamidades, pero cuando tus sueños desfallecen y el mundo es un caos, cuando te sientes casi un tonto, ella puede convertirte en rey en el momento en que se trepa a tus rodillas, te abraza y te dice muy quedito: ‘Papito, te quiero mucho’”. 

Barbra Streisand cantaba una hermosa canción de una joven cuyo padre ha estado ausente. Le habla de sus miedos, de cómo le gustaría recibir de él un beso de buenas noches, le dice cuánto le gustaría que pudiera escucharla. Al final, termina con una exclamación poderosa en donde dice: “Papá, ¡mírame volar!”.

Y en el Facebook vi una publicación de una jovencita que decía: “Mira mamá, lo estoy haciendo por ti. Mira papá, lo estoy haciendo sin ti”. Así es, mi amigo, tu hija está creciendo, y te lo estás perdiendo. Tu hija está floreciendo, y no lo estás viendo. Claro, su madre está con ella y a ella le dedica todos sus logros. Es una lástima que hayas decidido no ser parte de ellos. Pero no te preocupes, tu hija saldrá adelante y sabrá triunfar. Tu hija aprenderá a volar y se elevará muy alto. Y todo eso lo va a hacer contigo, sin ti, o a pesar de ti.