Columnas > MONS. JUAN NICOLAU

La neurosis y su impacto

uando alguien se refiere a una mujer como menopaúsica, o a un varón se le describe como neurótico, regularmente se hace de una manera despectiva y, en realidad, sin mucho conocimiento de causa. Dicha descripción general y peyorativamente de personas que no controlan sus emociones y reaccionan exageradamente a situaciones que otros son capaces de tolerar.

En los tiempos actuales, hombres y mujeres, de todos los estratos socioeconómicos, y sin importar la edad del individuo pueden padecer este trastorno de  manejo de las emociones.

La neurosis y su impacto

A groso modo, podemos decir que la neurosis puede presentarse como fobias, obsesión, compulsión y angustia. En tanto, la neurosis depresiva se puede presentar con un alto grado de agresividad.

El neurótico depresivo reacciona atacando verbalmente a sus familiares y amigos, con un enojo fuera de su control e invade todas las esferas de su vida, pues afecta su vida familiar, la forma en que se relaciona con sus compañeros de trabajo y en general con sus semejantes.

Las estadísticas muestran que los niños que crecen en ambientes de maltrato físico o emocional tienen más probabilidad de verse envueltos en actos delictivos, de usar drogas, y de ser expulsados de la escuela.

Además de los daños emocionales que puede causar una neurosis, es importante notar que cuando esta se vuelve crónica, puede afectar directamente a la salud del individuo, pues el coraje reprimido, y la excesiva manifestación de enojo, tienen relación directa con el desarrollo de hipertensión, también incrementan el nivel de lípidos y la formación de placas o coágulos de las arterias. Hay estudios que señalan que la hostilidad incrementa el número de muertes causadas por enfermedades del corazón y el cáncer.

Para contrarrestar los efectos negativos de la neurosis existen técnicas que se han usado con éxito en las terapias de rehabilitación de esposos abusivos, adolescentes con problemas de conducta e incluso padres que maltratan a sus hijos.

Primero el individuo debe aceptarse como neurótico, al igual que un alcohólico, los neuróticos no aceptan fácilmente que tienen un problema. Fácilmente echan sobre otros las culpas y niegan las causas de sus arrebatos. Se ven a sí mismos como víctimas de la situación, son maestros del chantaje y la manipulación, pero si logran reconocer que son incapaces de controlar sus emociones,

entonces hay que identificar la fuente de donde proviene la ira de sus arranques y su enojo cotidiano.

En el caso de las fuentes emocionales o psicológicas debemos entender que nuestro cuerpo está diseñado para responder a las amenazas o provocaciones de una manera instintiva, que el área del cerebro conocida como la amígdala, es la mediadora de nuestra respuesta de enojo, dependiendo de cómo perciba los eventos externos. Tenemos que estar conscientes que según el estado en que se encuentre nuestro organismo es como reaccionaremos a los eventos externos.

Por ejemplo un organismo al que le falta descanso, que no ha dormido lo suficiente, reaccionará exageradamente a la menor provocación. Cuando la dieta es alta en azúcares también contribuye a la impulsividad y por consiguiente a la facilidad de alterarse. Aunque estos factores no son la raíz de la neurosis, si complementan las reacciones que presenta, por lo que controlándolos el individuo podrá alterarse en menor grado. Si la persona con neurosis logra analizar las cosas y trata de ser objetivo, racionalizará las acciones a seguir y no se presentará el enojo con tanta facilidad.  La neurosis puede destruir tu vida al hacerla miserable, pero está en tus manos pedir ayuda profesional y aprender a controlarla.

…Y recuerda que Dios te ama y yo también.

Mons. Juan Nicolau, Ph.D. STL. Sacerdote jubilado de la Diócesis de Brownsville. Es psicoterapeuta familiar y consejero profesional con licencias.