La rosa azul

Esta próxima semana tendré el grato placer de cantarle las mañanitas a un grupo de madres muy especial. Mis viejos amigos (más amigos que viejos) exintegrantes de la rondalla de la preparatoria José de Escandón, me acompañarán y haremos el intento de deleitar el oído de las madres de la escuela Tzehuali No. 2 “María J. González” en el festejo para celebrar su día.
La particularidad de esta escuela es que es un centro de atención para niños con situaciones de autismo, parálisis cerebral y otras similares, por eso digo que se trata de un grupo de madres muy especial, porque ellas enfrentan cada día el reto de atender en su hogar a alguno de estos niños especiales.
Esta escuela fue la que me concedió el inmerecido honor de ponerle mi nombre a su biblioteca escolar, y en la ocasión en que se llevó a cabo esa ceremonia, compartí con los presentes, con particular dedicatoria para estas madres, una hermosa historia que leí hace tiempo, llamada “La rosa azul”.
Hablaba de una bella rosa que moraba en un jardín antes de venir a esta Tierra. Dios le tenía una misión muy especial que solo ella podía cumplir.
Él no deseaba que ella se manchara con la maldad que existía en la Tierra, por lo que decidió enviarla con características muy especiales, así que la mandó como una rosa azul. Su misión sería probar a todos aquellos que la conocieran, pero sobre todo, a los dueños del jardín donde ella moraría.
Los dueños del jardín sabían que pronto recibirían una rosa, y con tiempo prepararon el terreno para ella. Anhelantes, se preguntaban si la rosa que recibirían sería roja, o tal vez blanca, quizá amarilla, pero al ver los pétalos de su rosa, se sintieron tristes y desconsolados, pues en su inexperiencia, poco sabían de ella, no sabían cómo tratarla, cómo cuidarla, mucho menos cómo abonarla, y se preguntaban por qué ellos tenían que tener una rosa azul en su jardín.
Un día, un jardinero experimentado tocó a su puerta. Se había enterado que ahí vivía una rosa azul, y sabía también lo que los jardineros de ese huerto podían estar pensando y sintiendo.
Con amor y paciencia les instruyó todo lo relacionado con estas singulares flores y la riqueza que ellas guardaban, su misión, y lo especiales que eran. La rosa poseía un fragante aroma, sus pétalos eran de tal suavidad aterciopelada que no tenían comparación. Era tan sensible que parecía que hasta el rocío de la noche la lastimaría, y a la vez tan fuerte que parecía que nada la afectaría. Cosas tan sencillas como un sencillo beso la hacían sentir tan feliz.
Ciertamente, ella no podía hablar, tenía sus limitaciones, pero cuánto les había enseñado a sus jardineros. El significado de la fe, el amor, la humildad, y sobre todo, a través de ella, conocer al Padre Eterno, así que con el tiempo, los jardineros se llegaron a sentir felices y agradecidos de poder tenerla, y aprendieron a cuidar de ella y protegerla. Ellos sabían que algún día su rosa tendría que terminar su misión en esta tierra y tendría que marchitarse partiendo al jardín de donde había venido, en el cual moraría al lado de su creador celestial. Y sabían que ese día podrían despedirla en paz, porque mientras estuvo con ellos, cuidaron de ella con todo su amor.
En la biblia, Jesucristo expresa unas conocidas palabras acerca de lo que les dirá a quienes cuidaron, visitaron y vistieron a algún desvalido, diciendo que sería como si a Él mismo se lo hubieran hecho. Creo, sin temor a equivocarme, que cuando estas jardineras especiales terminen también su misión aquí, recibirán allá arriba dos gratas sorpresas:
La primera es que al llegar al hogar celestial, las estará esperando para recibirlas un hermosísimo espíritu, que ya libre de las limitaciones que tenía como rosa azul, les agradecerá con lágrimas de gratitud lo que hicieron por él o ella mientras estuvo en su jardín terrenal.
Y la segunda es que escucharán de boca de su Señor, refiriéndose a sus rosas azules, estas palabras: “Porque en cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, más indefensos, más puros y más nobles, a mí lo hicisteis. Entra en el gozo de tu Señor”.
Feliz día a todas las madres. En especial, a aquellas que recibieron la sublime asignación de ser jardineras de rosas azules. Dios las bendiga siempre, y les premie su bondad y su paciencia.
jesus_tarrega@yahoo.com.mx
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