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Hay nuevo tratado, pero…

El presidente Andrés Manuel López Obrador está de plácemes por la aprobación del nuevo Tratado Comercial entre México, Estados Unidos y el Canadá (T-MEC), pero deberá de ser más prudente cuando se refiera al sector empresarial, es decir debe de dejar a un lado el discurso hostil que ha utilizado en contra de los inversionistas que arriesgan sus capitales en el país.

Desde la campaña presidencial, López Obrador calificó de “fifis” y hasta de “ladrones” a los empresarios, incluso atacó con saña a Carlos Slim Helú por obtener grandes ganancias económicas, olvidándose del apoyo que recibió del gurú del Grupo Carso cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Hay nuevo tratado, pero…

Dirigentes del sector empresarial levantaron la voz en contra del discurso hostil del tabasqueño, quien entendió que con la confrontación no iba a lograr nada, sin embargo en octubre del año pasado, cuando se aprobó la llamada “Ley Antifacturas”, de nuevo emprendió la embestida en contra de la iniciativa privada.

Incluso, en aquella ocasión López Obrador se lanzó en contra de un dirigente empresarial, pero sin decir nombres, aseveró que: “simulan ser independientes, cuando en realidad tienen posturas políticas, los conozco, aunque se disfracen”.

No era necesario que dijera el nombre, puesto que el discurso hostil fue en contra del presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos Walther, quien ha sido un crítico muy duro de las decisiones que ha tomado el presidente López Obrador.

A propósito, el dirigente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Carlos Salazar Lomelín, dijo ayer luego de que se enteró de la aprobación de T-MEC en Estados Unidos que se requiere reglas claras y sobre todo del cumplimiento cabal de los compromisos asumidos.

Salazar Lomelín alertó acerca de que directivos de empresas globales que operan en México se les ha dificultado traer nuevas inversiones por la falta de certidumbre por el cumplimiento de las reglas, sobre todo después de la cancelación de la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco, además de la cancelación de las rondas petroleras, entre otras obras que eran del interés de empresarios extranjeros.

De regreso a la aprobación del T-MEC, el Subsecretario de para América del Norte de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SER), Jesús Seade Helú, estaba tan impaciente que no espero a que el Senado de Estados Unidos diera el visto bueno y desde muy temprano subió un mensaje dando a conocer que había un nuevo tratado comercial.

Tanta era la prisa no midió el impacto de su osadía, pero para fortuna de Seade Helú finalmente se aprobó y la votación fue mucho mejor a la que había dado a conocer en su mensaje en redes sociales.

El T-MEC no ha sido aprobado por Canadá, sin embargo se ha como un hecho que le dé “luz verde” a más tardar la próxima semana, porque, como dice Seade Helú, será de puro trámite.

A pesar de la aprobación del nuevo tratado comercial, México enfrentará duros retos ante la actitud del presidente Donald Trump, quien podría imponer de nuevo aranceles a las exportaciones mexicanas si no se frena de tajo la llegada de inmigrantes de Centroamérica.

La primera prueba será la caravana que salió recientemente de Honduras para llegar a México, puesto que ni siquiera el gobierno de Guatemala, que preside Alejandro Giammatei Falla, no logró detener a los cientos de inmigrantes que están decididos a llegar a los Estados Unidos.

Al respecto, la titular de la Secretaría de Gobernación (SEGOB), Olga Sánchez Cordero Dávila, dijo que México no otorgará salvoconductos a los inmigrantes hondureños para que lleguen a la frontera norte del país, incluso señaló que se les podría dar asilo y hasta trabajo.

Atrás quedó la política de “puertas abiertas” del presidente López Obrador, puesto que luego de la aplicación de aranceles ordenada por Donald Trump, de inmediato implementó un programa social para tratar de parar la llegada de inmigrantes a nuestro país.

El primer beneficiado fue precisamente Guatemala, cuyo nuevo gobierno recibió 30 millones dólares del gobierno de López Obrador, además de otros apoyos para crear mejores condiciones de vida en la frontera con México.

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