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La moda de la población de México, antes de…

Alfonso Puentes Velázquez “Matlacuilo”

Desde hace varios miles de años, los pobladores de la tierra, en el Paleolítico Superior, comenzaron a trabajar las pieles que cazaban (bueno cuando lo lograban, porque si no… el ganón era otro), buscando una protección contra los elementos: frío, calor, lluvia.

La moda de la población de México, antes de…

Pero en cambio nos dejaron en cuevas y cavernas, unas muestras de su muy particular estética.

En una información que obrar en mi pasado, supe que utilizaban los sesos del mismo animal mezclado con cenizas que obtenían quemando huesos y pezuñas de su proveedor.

Perdón ya me salí del tema… Les ofrezco una plática sobre las costumbres de los antiguos mexicanos.

Se han sucedido tantas y diversas civilizaciones en éste nuestro querido México.

Pues hace casi cinco centurias, antes del fatídico 1519, ‘uno caña’, según el calendario indígena.

Que es preciso situarnos en el tiempo y el espacio.

Vamos a tratar de describir la vida de los mexicanos; mexicas se llamaban a principios del siglo XIV.

Al final de cada siglo indígena, que tenía una duración de 52 años se llevaba a cabo, la fiesta del fuego nuevo, en la que ataban los años.

La última fue celebrada en el año de 1507.

Bajo el reinado de Moctezuma II Xocoyolzin, el joven.

Esta civilización en pleno auge, tan joven y de fábula.

No se completaba un siglo, de la fundación de la Triple Alianza.

Por el primer gran líder azteca Itzcoatl (1428-1440) de la que había pasado a er la capital de México-Tenochtitlán.

A 2,200 metros sobre el nivel del mar, rodeada de volcanes siempre cubiertos de nieve eterna y a la orilla de lagunas y sobre el agua de ellas mismas.

Y en las que en unas cuantas décadas se formaría en unas cuantas décadas el poder más extenso que jamás se conoció, por estos lugares y en esta parte del mundo.

Desde las estepas desérticas, hasta las tórridas selvas del ítsmo.

Y desde el Golfo hasta el Pacífico, nadie en ese año del 1507, hubiese creído que ese enorme imperio (su cultura) y sus Dioses, sería destruido en un tiempo tan corto. Bastaron 300 años o menos.

En un desastre que comparado con el de Constantinopla, aquel resultó moderado. Los mexicanos, ignoraban que un grupo de hombres blancos, estaban acampanados a un brazo de mar, desde el año 1492.

Para ser precisos en las islas del Caribe y que ése grupo sabía que muy cerca existía un lugar inmenso.

Pues entre el primer viaje de Colón, hasta el desembarco de Cortés en nuestro Continente, transcurrieron sólo 27 años.

En unos años más, el velo que cubría y ocultaba a esos dos mundos, se rasgó y se enfrentaron la espada de acero a las claves de obsidiana, el cañón contra las flechas y lanzadardos.

Los yelmos contra los cascos de plumas. Corazas de hierro a las casacas de algodón (algunas hasta con 8 capas de tela).

Palacios (pirámides) altas calzadas que cruzan los lagos, estatuas de piedra y máscaras de turquesa (libros sagrados), sacerdotes y soberanos.

Cortejos resplandecientes de joyerías y plumas resplandecientes en sus penachos todo iba a desaparecer…

Pero volvamos un poco atrás, hipotéticamente, digo yo.

Los toltecas, a pesar de que sus conocimientos del pasado eran de apenas unos siglos. Imaginaron que las pirámides de Teotihuacán, fueron erigidas por unos dioses (el siglo VI), cuando escalaban hacia el sol y la luna, la invención del calendario y los glifos, las artes del arquitecto, del escultor, del tallista y los mosaicos de plumas.

Todo lo característico de la alta cultura, según ellos venían de los antiguos habitantes de Tula. Los toltecas los situaron en los siglos X y XI.

Pero ¿cómo vivían y se vestían?

El acto desde que despertaban. El mexicano acostado sobre un petate, sin ropa de cama, solamente se envolvía en su manta, está casi desnudo a excepción de su taparrabo.

Al amanecer sólo se ataba las correas de sus huaraches, anudaba su manta a su hombro y estaba listo para ir a su trabajo.

Tocante al aseo se bañaba diariamente. Aunque los aztecas no fabricaban jabón, contaban con dos productos naturales… El fruto del copalxocool, llamado por los españoles “El árbol de jabón” y de la raíz de la saponaria americana, conocida por los aztecas como Amol o Amole, ambos productos hacen una espuma, que se puede utilizar, lo mismo para el aseo que para lavar la ropa. Los jóvenes que estaban en los colegios tenían la obligación de salir de la cama a medianoche para ir a bañarse a las frías aguas de la laguna o de alguna fuente.

El vestido principal de los hombres por la  noche era el Maxtlatl (taparrabo) que envolvía la cintura, pasaba por en medio de las piernas y se anudaba por el frente, dejando caer las puntas por el frente y por detrás algunos llevaban las puntas bordadas.

Dicha prenda aparece desde la antigüedad entre olmecas y mayas. Siglo XVI, con la excepción de los tarascos en el occidente y huaxtecas en el noreste, escandalizando a los mexicanos del centro.

Aunque el hombre del pueblo, al trabajar o cargar bultos no trae otro vestido, pero el uso de la manta (tilmatli), se hizo de uso general.

Primero fue de fibra de maguey (ixtle), para el pueblo. Tras el descubrimiento del algodón, lo comenzaron a utilizar, hubo algunas de pelo de conejo tejido y reforzado con plumas para el invierno.

Era de forma rectangular, que se anudaba sobre el hombro derecho o sobre el pecho. Pues los aztecas no conocieron los botones, ni los broches o fibulas. Cuando se sentaban hacían que la manta cayera hacia el frente para…¿? Las totonacas y huaxtecas, se ganaron la fama de ser las mejores tejedoras y bordadoras en la época de los aztecas; dado que en sus territorios se producía el mejor algodón y contaban con la presencia de los pájaros a los que copiaban sus hermosos y brillantes colores que lucían en sus plumajes.

Las mujeres de esa región eran según la conseja, las protegidas de Xochiqueztal, la diosa de las flores, de la juventud y del amor.

Sus provincias Tochpan, Quautochco, Cuetlaxtlan, Tochtepec.

Los sacerdotes y guerreros. Usaban a veces bajo la manta, una túnica de mangas muy cortas, el Xicolli, abierto por delante y que cerraba por medio de unas cintas.

Otra variedad era como el hipilli, totalmente cerrado y entraba por la cabeza como la blusa de las mujeres.

En cuanto al vestido de la  mujer, tenía como esencia de su vestir, en lugar del Maxtlatl del hombre, la falda o cueitl y que consitía en una larga pieza de tela, que enredaba alrededor de la cintura, en varias vueltas y se sujetaba al cuerpo con un ceñidor fuertemente apretado, (el largo caía hasta por debajo de la pantorrilla).

Las mujeres del pueblo, por lo general llevaban el busto desnudo, pero en la ciudad y tratándose de burguesas o de nobles, siempre se ponían el huipil, camisa que cae sobre la falda y que llevaba el cuello bordado.

Solamente las auanimes (leáse alegradoras), que eran las compañeras de los soldados.

Podían arreglarse y ponerse pinturas y mascar tzicli (chicle) y tronarlo escandalosamente cual si trajeran castañuelas.

La codicia de los españoles por ese material textil, el imprescindible algodón (inichcatl-intetechmonequi).

Hubo un tiempo, que a México no llegaba nada de lo que producían las tierras tropicales, ni algodón ni frutas o verduras, por lo cual andaban en gran miseria, mexicanos y mexicanas andaban con los pies desnudos.

Pero cuando se elevaba su jerarquía social, podían usar el cacli, sandalias con suela de ixtle, o de piel, atada al pie con unas correas, entrelazadas y con taloneras, en otros modelos más elaborados, las correas llegaban hasta las rodillas formando unas espinilleras hasta las rodilleras (cozehuatl).

Este era el calzado para los guerreros.

La iconografía indígena, muestra de la sandalia, cuya existencia se prolonga en nuestros días por el huarache, habitual de nuestros indios mexicanos. En comparación con el vestuario y el calzado que era muy sencillo.

Contrariamente nos dejan una idea de la abundante variedad y la riqueza barroca de sus adornos y tocados.

Las mujeres llevaban en las orejas aretes, collares, brazaletes en los brazos y en os tobillos.

Los hombres llevaban los mismos adornos, pero además se horadaban el tabique de la nariz, para insertarse joyas de piedra o de metal, se perforaban la piel del mentón, bajo el labio inferior y poder usar bezotes de cristal, de concha, de ámbar, turquesa y oro y finalmente adornaban sus cabezas o espoldas con inmensos y suntuosos penachos.

Se entiende que todos los adornos estaban regulados a la jerarquía del individuo. Asimismo los colores, plumas, telas tenían exclusividad, so pena de muerte… Al que violara esa ley.

En esta sociedad tan fuertemente jerarquizada, el adorno y la joya, el oro y la pluma eran símbolos de poder y los medios de gobierno.

Volvemos a lo del algodón.

Dice el poeta… Con la blancura de la nube vegetal que es el algodón, que por siglos ha cubierto el cuerpo de nuestros morenos nativos. Ya sea a la orilla del mar o en las montañas, sierras y desiertos, del frío o del fuerte calor tropical.

Hablo de la manta, que es el elemento primordial de sus vestidos.

En el beneficio (elaboración de telas). Existen varios nombres: manta, jerga (tela que se usaba para la elaboración de trajes de charro), percal, popelina, cambray, coti (tela colchonera), mezclilla, manta de cielo, tules, etc. Esto es para telas populares.

Es una industria de varios siglos, desde que el hombre aprendió a contar el tiempo.

Leáse, cambios del tiempo y lo principal. La defensa del pudor y que lo mismo se usa como mortaja o mantilla para cargar al niño, que es la prolongación de nuestra dinastía, también como bandera de la paz, servilletas o sábanas.

Así es como la manta marca su presencia en la historia, en el ejido, donde se elabora lo que dignifica a México en el trabajo, estudio y el esfuerzo.

Me permiten ustedes que les hable o platique de los accesorios que se usan actualmente, aunque no en todo el país.

En el hombre, sarape, gabán, cotón, poncho, jorongo.

Sombrero que hay de varios estilos y materiales, desde la humilde palma, jipijapa, piel, tela, lana, seda, cartón y otros.

En la mujer también hay gran variedad.

Rebozo que fue y está documentada la influencia del quesquemitl.

Por ahí surgió alguien que dice que copiaron las prendas llegadas al puerto de Acapulco vía Manila, en la Nao de China, creen es una copia del chal, de la mantilla española o del sarong de la India.

Pero si nos asomamos a la estatuaria mexicana, vemos que varias estatuas portan el famoso accesorio. Existen en Brasil la estatua de una diosa que está bien visible incluso tiene flecos.

Nuevamente me disculpo pues me fui de largo y no quería aburrir al valeroso público que me leyó.

Puentes a nuestro folclor

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Por el rescate de nuestro pasado.




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