Explora sexualidad
Enfrenta reto en The Assassination of Gianni Versace: American Crime Story
Los Angeles, Cal.
Volver a la televisión tras 20 años de haber asumido un proyecto de manera formal como actor le produce a Ricky Martin no sólo nostalgia, sino orgullo.
La razón por la que aceptó encarnar a Antonio D’Amico, ex pareja de Versace, en The Assassination of Gianni Versace: American Crime Story es por la oportunidad de explorar el tema de sexualidad, fama y contexto político que se vivía en 1997, en el momento del asesinato del diseñador.
“Como alguien que vivió en el clóset por muchos años ver este proceso que atravesó Gianni de sentarse frente a un periodista para hablar de su sexualidad me impactó de muchas formas”, expresa el cantante de 45 años, padre de dos niños, quien anunció su homosexualidad en 2010 y hoy está comprometido con un artista sirio.
“En especial por el hecho de que tenía que proteger del ojo público su relación con Antonio, pese a que todos sabían que era su pareja. No podían ser tan abiertos como yo hoy lo puedo ser con mi relación (con Jwan Yosef)”.
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Esto además marcó a Ricky Martin en un sentido personal, casi catártico, pues al conocer a fondo las circunstancias que atravesaba Versace en los 90, logró contrastarlas con las suyas y le ayudó a conocerse mejor.
“Hoy me siento capaz de hacer un personaje como éste, pues antes no estaba listo para un reto así. Ha sido gracias a las cosas que he vivido, que he hecho, los altibajos, las frustraciones, la incertidumbre. El miedo de perder tu carrera por ser gay es algo que aun sigue ahí y aún hay quiénes lidian con esto, por eso me era importante hacer este proyecto”.
Hace cinco años participó en Glee y de ahí surgió su amistad con Ryan Murphy, quien produce The Assassination of Gianni Versace y lo invitó a formar parte del elenco, que completan Edgar Ramirez, como Versace; Darren Criss, como Andrew Cunanan, y Penélope Cruz, como Donatella Versace.
“Decidí apostar de lleno por este proyecto. Desde un principio le pedí a mi pareja y a mi familia que me respaldaran, pues lidiaría con todo tipo de emociones.
“Y me sumergí tanto que hubo días que, manejando camino a casa, debía despojarme de cierta energía y tenía que bajar la ventanilla para gritar, reír o llorar”.