Conquista Iturbide miradas parisinas
La Fundación Cartier de París acogerá a partir del sábado la primera gran retrospectiva en Francia de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, para quien la cámara le ha servido ante todo "como pretexto para conocer la vida y el mundo"
Se inició en el arte de la imagen de la mano de Manuel Álvarez Bravo (1902-2002), quien encarnó un estilo de fotografía documental y humanista basado en la rigurosa observación de ritos populares, las clases humildes y los cambios que sufría el País a lo largo del siglo 20.
A punto de cumplir 80 años, desembarca en París poco después de pasar más de un mes en las Islas Canarias y Barcelona. Infatigable y conmovida por el espectáculo de la erupción del volcán de La Palma.
"Sentir como rugía el volcán... Me sentía como Darwin", explica aún con sorpresa, acompañada de su hijo, Mauricio Rocha, quién ha diseñado la exposición parisina.
"Para mi las fotos son la manera (...) de conocer el mundo. Y pasas del ser humano al paisaje. Y ahora el principio del mundo", añade la fotógrafa.
"Para ser buen fotógrafo hay que tener pasión y disciplina, nada más. Y puede ser a la vuelta de tu casa si quieres. Pero claro, si quieres conocer el mundo y tienes una cámara, es maravilloso. Y yo, la verdad, que he tenido mucha suerte porque siempre he ido a lugares que me invitan, siempre he tenido guías".
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Heliotropo 37 es el nombre de la retrospectiva en la Fundación Cartier, con más de 200 imágenes en blanco y negro y, excepcionalmente, una muestra de su último trabajo, fotos en color de una cantera mexicana.
Y Heliotropo 37 es también la dirección de su estudio en Coyoacán, donde ha pasado buena parte de la pandemia confinada, ordenando y catalogando medio siglo de dedicación a la fotografía, así como alistando esta exposición, que tomó casi cuatro años de elaboración, según explica su comisario, Alexis Fabry.
Una de sus fotografías icónicas es Nuestra señora de las iguanas y está presente en la muestra; tomada en 1979 en viaje que emprendió en el Istmo de Oaxaca a invitación del pintor Francisco Toledo.
Se trata de una mujer con una corona de iguanas en la cabeza, como una suerte de "medusa indígena" que pareciera sacada de una novela del realismo mágico.
Un término con el que Iturbide, sin embargo, no se identifica.
"Mi trabajo no tiene una intención surrealista", explica con tono enérgico. "Es así la vida (en México)".