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Volver a los orígenes

Ha llegado el momento de las definiciones. No fue una idea propia y quizá la expresión tampoco sea de su autoría; pero, cuando Morelos escribió en Los Sentimientos de la Nación su frase contundente de que "Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto", sentó las bases sobre las cuales habría de descansar la nación mexicana, que rechazó el espurio imperio de Iturbide para erguirse como república federal, representativa y popular. La Revolución lo confirmó con las armas.

De la revolución emerge luminosa la Constitución del 17, que tiene como eje la justicia social en todos los ámbitos de la vida institucional, tanto que para hacer cumplir sus postulados se crea el partido de la revolución que ha devenido en el Partido Revolucionario Institucional, al cual se deben los prodigiosos logros obtenidos a lo largo del siglo XX, cuando México brilló en el mundo con luz propia y con gran prestigio en los tres grandes campos de la cultura humana: arte, ciencia y moral. Pero, vino la traición.

Volver a los orígenes

La recomendación de Robert Lansing, de preparar en las universidades norteamericanas a los jóvenes ambiciosos que habrían de entregar el país a los intereses del exterior sin que tuvieran que gastar un dólar o disparar un tiro, se fueron cumpliendo matemáticamente y poco a poco fue desmantelado el Estados mexicano para vender parcelas de poder al mejor postor. El partido de la revolución mismo traicionó sus principios y asesinó a sus mejores hijos, aquellos que deseaban volverlo a sus orígenes.

El Tratado de Libre Comercio de la América del Norte que debía consolidar la integración regional para llevar los beneficios del progreso a todos sus habitantes mediante la transferencia tecnológica, la ayuda en los campos en que algún país fuese deficitario, en la cooperación y la colaboración para el desarrollo vino a resultar un mecanismo de precarización laboral (los salarios no alcanzan; pero, también puede trabajar la mujer para completar el gasto, decía un obtuso líder obrero), y de consumidores cautivos.

La entrega del poder político al poder económico no ha hecho otra cosa que contribuir a generar las colosales fortunas que se resisten a perder los privilegios de que han gozado con costo trasladado a las masas populares que están pagando con el grave deterioro de su calidad de vida y la imposibilidad de salir de la miseria por los candados que benefician a la iniciativa privada enquistada en y protegida por la cerrada oligarquía, en detrimento del esfuerzo personal de quien pretenden ganarse la gorda por su cuenta y se topa con una serie de obstáculos insalvables etiquetados infamantemente como la economía informal.

El PRI se volvió más retrógrada que su rival político histórico, el PAN, al grado de que actualmente forman una misma camarilla con el parche abyecto del PRD. Los tres partidos se han unido para hacer el caldo gordo a las hordas neoliberales y seguir facilitando la penetración de las multinacionales para convertir a los aborígenes en extranjeros de su misma patria. Salinas, Zedillo, Beltrones, Gamboa y demás víboras prietas y tepocatas, han dejado el escenario a nuevos caudillos del capitalismo salvaje. Pero, éstos ya no tienen las tablas políticas de aquellos; son marionetas de los operadores foráneos.

Por fortuna, el pueblo de México ya decidió su suerte y, luego de haber recobrado el poder de las instituciones más representativas, se apresta a librar la batalla por la auténtica democracia, esto es el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Asegura un viejo y conocido refrán que no hay mal que dure cien años, ni pueblo que los aguante. Cincuenta años de rapiña, saqueo y corrupción son más que suficientes para quienes vivieron el México de justicia social que brilló en los escenarios globales.

En un tete a tete abierto, el pueblo mexicano puede derrotar fácilmente a quienes pretenden volverlo a encadenar; pero, junto a los traidores han hecho su aparición los agentes desestabilizadores del exterior. Doña Roberta Jacobson reconoció abierta y textualmente que: "La Iniciativa Mérida (que estaba a su cargo) es un acuerdo bilateral de cooperación en seguridad firmado por EU y México en 2007. El expresidente Calderón pidió ayuda al gobierno de George W. Bush para combatir el tráfico de armas y narcóticos al territorio mexicano. México recibió una ayuda de 2,900 millones de dólares para financiar equipo militar, capacitación para personal judicial, mejoras en infraestructura de seguridad pública, adiestramiento militar e implementación de prevención del delito". Pero, ante el Congreso dijo más.

El 25 de mayo de 2011, durante una comparecencia ante el Senado, señaló que su prioridad, en la Dirección de Asuntos Hemisféricos (que dirigía): "consistió en coordinar el Plan Colombia, las iniciativas Mérida, de Seguridad Ciudadana en Centroamérica y de Seguridad del Caribe, buscando en todos los casos estandarizar la capacitación de las fuerzas armadas, actualizar a los impartidores de justicia y financiar ONG afines al punto de vista estadunidense". 

Su nombramiento como encargada de Seguridad Nacional en la frontera sur de los Estados Unidos fue tomada con beneplácito, pues se trata de una funcionaria experimentada y una ejecutiva eficiente; lo mismo cuando fue enviada a atender la contingencia humanitaria por la migración masiva de personas que buscan llegar a los Estados Unidos en pos del sueño americano; pero, han comenzado a ocurrir cosas raras.

Quizá el propósito de actualizar el sistema judicial que reconoció como una de las tareas previas, no ha servido para que desaparezca la corrupción; pero, sí es claro que en estos momentos, junto con los órganos autónomos del Estados y las organizaciones no gubernamentales, están empeñado en descarrilar el proyecto de gobierno de la actual administración. Están ocurriendo cosas que obligan a mantener los sentidos alertas y a reclamar a quienes traicionaron sus principios democráticos a recapacitar.

Dicen que hay que ser marranos, pero no tan trompudos. Si el PRI no pudo mantener los valores que le dieron orígenes; si se dejó llevar por los cantos de sirena venidos de Harvard y Yale, es el momento en que haga honor a Madero, Carranza, Cárdenas, López Mateos y Colosio. 

Es el momento de unir esfuerzos para restaurar a la gran nación mexicana su lugar preponderante en el concierto de las naciones en donde estableció principios fundamentales como la libre autodeterminación de los pueblos, la solución pacífica de los conflictos y la proscripción de las armas nucleares. 

Peña Nieto se redimió al impedir un nuevo fraude electoral, los priístas pueden hacerlo defendiendo a la patria de las acechanzas de dentro y de fuera. 

No hay que olvidar la frase lapidaria de Emiliano Zapata: "Perdono al que roba y al que mata; pero al que traiciona, nunca".