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Testimonios del futuro

Uno de los mexicanos universales, José Clemente Orozco, retrata en su vasta y variada obra al pueblo que hace la Revolución, cuyos líderes lo olvidan cuando alcanzan el poder. Así mismo, muestra a una humanidad deshumanizada, enajenada, que victimiza y es víctima. Testimonia la fragilidad humana que conduce al terror mismo cuando el hombre se vuelve el lobo del hombre; pero, luego, lo reivindica y lo pinta con toda la magnificencia y el esplendor que puede tener la creación humana en todos sus rasgos.

Orozco nació en Zapotlán el Grande (Ciudad Guzmán), Jalisco, el 23 de noviembre de 18831 y murió en la Ciudad de México, el 7 de septiembre de 1949. Esos datos son importantes porque ponen en claro su formación personal y artística inmersa en el convulsionado mundo de las guerras imperialistas y las revoluciones sociales, empezando por la Revolución Mexicana, de la que abrevó los grandes ideales de justicia social y de humanismo. En El carnaval de las ideologías, Orozco retrata de manera explícita la ideología nazi: el hombre daña al hombre. Mural en que la religión, la economía y los ideales declinan.

Testimonios del futuro

La pintura de este genio que, formando parte de la corriente muralista junto con Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, hizo su propio camino hacia el arte monumental, no con temas nacionalistas; sino con una temática universal, se ha convertido en un testimonio del porvenir. Adivinó y lo dejó pintado, lo que ocurre cuando los gobernantes abandonan el camino de los ideales revolucionarios y se entregan a los brazos del capitalismo salvaje y feroz. Y cómo el pueblo, ese pueblo sabio, obliga a la rectificación.

Escribió Octavio Paz en Ocultación y descubrimiento de Orozco: "La historia no es para él una épica con héroes, villanos y pueblos, un proceso temporal dotado de una dirección y de un sentido; la historia es un misterio en la acepción religiosa de la palabra..."; es decir, Orozco no cuenta, no relata, tampoco hace interpretaciones: busca en los hechos una revelación interrogándose acerca de ellos. No concibe la historia como hechos de sucesión temporal, sino como algo que queda a prueba debido a la evolución.

También encontró Paz que su pintura es una: "Pintura que nos conmueve y que, además, nos hace reflexionar sobre el enigma que es el hombre, cada hombre". El hombre capaz de morir por sus ideales lo mismo que de matar por defender sus apetitos. Si la pintura de José Clemente hace reflexionar sobre el enigma del hombre, no puede decirse menos de la pintura en sí misma; por ejemplo, no hay manera de interpretar una de sus obras fundamentales: el Hombre de fuego u Hombre en llamas, pintado en la cúpula del Hospicio Cabañas en la ciudad de Guadalajara, utilizando variados tonos de rojo y de negro.

Algunos críticos sostienen que se trata de una alegoría del mundo prehispánico. La figura en el centro es sacrificada por las otras figuras, y el hombre debajo de la figura es el sacerdote. El rojo no es sólo fuego, sino también es sangre. Los frescos alrededor muestran la injusticia moderna; con ello Orozco dice que el mundo de hoy no es muy diferente: sin sacrificios humanos, la sociedad sigue siendo bárbara.

La segunda interpretación es que el mural representa los pecados de la humanidad y la lucha contra las injusticias, la corrupción, la ignorancia, y la traición en este mundo. Deformado por el fuego de la injusticia, torcido por los pecados, el hombre en el centro está sacrificándose por los pecados de la humanidad. Esto puede ser una referencia religiosa a Jesucristo. Los frescos tienen imágenes de cosas negativas de la sociedad actual: la guerra, el trabajo forzado, la esclavitud, el sufrimiento, el fuego, y el miedo. En esta interpretación el mural vendría a resultar es una crítica descarnada de sociedad omisa. 

La tercera interpretación es que el mural representa el mito clásico de Prometeo de la antigua Grecia. Este mito ocurre cuando los seres humanos vivían en cuevas sin fuego. Prometeo era un dios que dio fuego a los seres humanos sin el permiso de Zeus. Zeus castigó a Prometeo y lo hizo encadenar a una roca hasta el fin de los tiempos. Un águila comía su hígado durante el día; pero Prometeo sería curado durante la noche, porque era un dios que habría de sufrir un castigo eterno por haber faltado a su padre. 

En 1930, Orozco fue invitado al Pomona College en Claremont, California, para decorar el Frary Hall. Aquí empieza su interés sobre el tema de Prometeo. La figura central del mural del Pomona College es un gran desnudo: el Prometeo triunfador que ayudará a los hombres a purificarse. Esa gran figura constituye el punto de partida de esta nueva etapa de Orozco. En 1930, Orozco realizó unos murales en la New School of Social Research de Nueva York. Después fue invitado a impartir clase de técnica del fresco en el Dartmouth College, en Hanover, New Hampshire, donde permaneció hasta 1934.

A 72 años de su muerte, sigue siendo un gran visionario: el pueblo rectifica el rumbo extraviado.