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Peña: Un hermoso muñeco de sololoy…

Cuando vemos las imágenes a Enrique Peña transitar por los palacios de la Gran Bretaña y el codearse con lo más alto de la élite de ese país, no puede uno menos que exclamar con admiración y reconocer que, el presidente de México es lo más parecido a un “muñeco de sololoy”.

Cuando vemos las imágenes a Enrique Peña transitar por los palacios de la Gran Bretaña y el codearse con lo más alto de la élite de ese país, no puede uno menos que exclamar con admiración y reconocer que, el presidente de México es lo más parecido a un “muñeco de sololoy”.

Un muñeco de “celuloide”, frágil como los que se hacían a principio del Siglo 20 y que eran muy apreciados. Hermosos pero que a la vez obligaban a sus poseedores a tener mucho cuidado para evitar que se rompieran. Así lo vemos, impecable muñequito de boda pastel de boda o bien, un muñeco de cristal al que hay que proteger pues en su naturaleza no le está dada esta voluntad. 

En ese contexto es que sus palabras tienen un gran significado: “México está plagado de incredulidad y desconfianza”… vivimos en la “sospecha y duda”, y es por ello que hay que “reconsiderar a dónde nos dirigimos”. Eso dijo al Financial Times. 

Pensaríamos en buen español que, al mandatario le subió finalmente el agua a la azotea; que tuvieron que pasar 24 meses para que le cayera el veinte a su rockola personal sobre la importancia de dar satisfacción a sus “clientes mexicanos”. 

Dirán que de lo perdido lo que aparezca y no obstante, en México, la mayoría desea que este “mea culpa” de Peña finamente se traduzca en acciones más allá de las versiones retóricas a las que nos tiene acostumbrados. 

Si bien se movieron algunas posiciones derivadas del ajuste de poder y acomodos rumbo a la Cámara de Diputados, es igualmente cierto que no bastarán mover PGR u otras secretarias, si entre el paquete no se encuentran las dos que han sido el coco de sociedad y empresarios. 

Secretaría de Gobernación y Hacienda con Osorio y con Videgaray han tenido un alto desgaste. Brazo político y financiero del país, las que al no tener resultados comprometidos en campaña se han convertido en el “target” de todos. 

La desconfianza –agregaríamos- está en la ausencia de la seguridad, pues a los mexicanos ya no les basta el presumir el arresto de presuntos maleantes. No, cuando en el escalafón siempre existe alguien que toma –casi de inmediato- la posición perdida. 

Osorio ha dicho que de los 122 delincuentes más peligrosos, 90 están encarcelados o muertos, es decir que solamente 32 por ser apresados. No lo dudamos, ahí está la cabeza de La Tuta, pero… ¿Y…? 

Mientras que el estado mexicano no regrese a la viejas reglas del poder entre el bien y el mal como sucedía hasta los setentas, no vamos a estar satisfechos. Que por lo que se refiere a la economía, los gritos de que del tamaulipeco José Ángel Gurría tome los trastos hacendarios es un tema en lava creciente. 

Finalmente, no sabemos cuál será el destino final de lo que decida el Presidente, sin embargo, siempre hemos considerado el caudal de aplausos y de reconocimiento que pueda lograr si además de humildad pública, pasa a las acciones. 

Es cantaleta pero exigencia colectiva… 

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